Descripción de la Exposición El Museo de Arte Moderno presenta a partir del miércoles 18 de abril la exposición Cinetismo. Movimiento y transformación en el arte de los sesenta y setenta. Durante las décadas de los sesenta y setenta surgieron en México un conjunto de prácticas artísticas interesadas en investigar fenómenos relacionados con el movimiento y la transformación. De este interés surge la categoría de arte cinético, un término que se desprende del griego Kino que significa movimiento. Lo que se conoce como arte óptico - obras generalmente bidimensionales que exploran un movimiento o transformación potencial - también encaja dentro de esta categoría, que incluye además, piezas que investigan estos fenómenos a través del uso de componentes mecánicos, lumínicos y sonoros. Estos dispositivos tecnológicos sirven como agentes de estimulación sensorial que dan pie a una nueva experiencia de la obra de arte. El arte cinético producido en México se desarrolló en una época en que este tipo de experimentación plástica era común en un plano internacional, y contaba con cierto reconocimiento crítico desde que se dio a conocer en la década de los cincuenta. En 1968, México se insertó de lleno en el circuito internacional de arte cinético. Esto es evidente con la organización de los Juegos Olímpicos que contó con una estrategia de diseño integral relacionada con el arte óptico y también, con un programa cultural donde destacó la presencia de arte cinético. Después del 68, continuó el interés por estas prácticas artísticas en el país. Durante la década de los setenta, por ejemplo, el MAM alojó exposiciones de artistas como Víctor Vassarely, Julio Le Parc, Alejandro Otero, Rogelio Polosello, Yacoov Agam, sólo por mencionar a algunos. Dentro de este contexto, no sorprende que durante estos años el arte cinético se haya desarrollado de una manera significativa en México. El arte cinético de los sesenta y setenta, a nivel internacional, se sitúa dentro del contexto cultural de la Guerra Fría, y de manera más amplia, en un momento histórico de modernización propio de la posguerra. Lo primero determina que muchas piezas de arte cinético se relacionen por ejemplo, con temas o una estética de la era espacial o que, en su uso de energía, hagan alusión a una cultura atómica. En su uso de máquinas, tecnología y nuevos materiales pertenecientes a la nueva economía de la posguerra -como el plástico- el arte cinético participó de un momento de modernización -urbano, industrial, educativo y tecnológico- que tuvo lugar durante la posguerra en varios países alrededor del globo. En el caso mexicano, este modelo de desarrollo fue impulsado en gran medida por una economía dependiente de la explotación y venta de petróleo. Esta exposición busca presentar una selección de la producción cinética realizada en México durante las décadas de los sesenta y setenta. Las piezas que se muestran representan las primeras prácticas artísticas que, de manera sistemática, introdujeron nuevos materiales industriales y dispositivos tecnológicos en sus soluciones con el fin de articular, entre otras cosas, situaciones sensoriales complejas con las que se buscaba redefinir la relación entre la obra de arte y el espectador. Estas innovaciones formales se encontraban acompañadas de ciertas preocupaciones temáticas de la época relacionadas, entre otras cosas, con el contexto cultural global de la posguerra o con el particular momento de desarrollo modernizador que México experimentaba. En su conjunto, la exposición busca dar visibilidad a este grupo de prácticas artísticas que es ampliamente desconocido hoy en día y de esta forma, reconsiderar su relevancia. ANTECEDENTES Las investigaciones sobre el movimiento y la transformación son una constante en la historia del arte moderno como también lo es el uso de materiales no tradicionales en la producción del objeto artístico. Teniendo en cuenta esto, el arte moderno mexicano ofrece una serie de antecedentes al arte cinético que surgió en los años sesenta. Entre estos se podía destacar a Germán Cueto, David Alfaro Siqueiros y Mathias Goeritz quienes cuentan con una producción que incorporó materiales industriales, que exploró el movimiento y la transformación en la obra al considerar un espectador en movimiento o al contemplar efectos lumínicos. Cueto, Goeritz y Siquieros no sólo son antecedentes de estas prácticas, fueron también, maestros o interlocutores del mayor número de artistas asociados con el arte cinético en México. 1968 Para los Juegos Olímpicos de 1968 México optó por una solución de diseño integral condensada en un logotipo diseñado por Lance Wyman y Eduardo Terrazas, con influencia óptica e inspiración del arte huichol. Además de esta imagen emblemática, el programa cultural de la Olimpiada incluyó la presentación de una exposición individual de Julio Le Parc, en el MAM se exhibió la obra de Jesús-Rafael Soto y el MUCA en Ciudad Universitaria mostró la exposición Cinetismo que incluía obras de Lucio Fontana, Hans Haacke, Heinz Mack, David Medalla, Len Lye, entre otros. El INBA organizó la Exposición Solar en el Palacio de Bellas Artes para mostrar a todo el mundo que visitara México el arte contemporáneo producido en el país. En Solar destacó una serie de piezas relacionadas con el arte cinético. Lorraine Pinto y Ernesto Mallard, por ejemplo, obtuvieron los primeros premios que se incluían como parte de la convocatoria de la exposición. Un evento significativo de la Olimpiada Cultural fue el Encuentro Internacional de Escultores que contemplaba la construcción de La Ruta de la Amistad, un proyecto de carácter permanente orquestado por Goeritz que logró edificar un conjunto de esculturas monumentales cinéticas, para ser vistas en movimiento mientras se viajaba en automóvil. Además del año de los Juegos Olímpicos, 1968 fue también el año del movimiento estudiantil y su brutal represión. Algunos críticos del arte cinético ven en sus cambios y transformaciones inducidos por dispositivos mecánicos o lumínicos, así como por sus soluciones gráficas, una relación con los cambios y transformaciones que se experimentaban socialmente a nivel global. El cambio de perspectiva que demanda mucho del arte óptico y la creación de situaciones sensoriales complejas que modifican la percepción habitual que presenta el cinetismo son preocupaciones que también resuenan con la arena de lo social y que, del mismo modo, pueden relacionarse con la revalorización contracultural del consumo de drogas durante los años sesenta. ARTE OTRO En mayo de 1969 el grupo Arte Otro presentó su primera exposición en uno de los talleres de la Academia de San Carlos. Conformado por los estudiantes Hersúa, Sebastián, Luis Aguilar Ponce y Eduardo Garduño, Arte Otro se presentó como una alternativa subversiva en términos estéticos, en contraposición a las disciplinas más tradicionales de la pintura y la escultura académica. Su apuesta fue por un arte de soluciones cinéticas que demandaba la participación del espectador. Ambiente II (1970) de Hersúa puede ejemplificar esto, al ser una pieza que era constantemente transformada por el espectador que manipulaba los hilos elásticos que se desprenden de los vértices de los elementos escultóricos creando así, una instalación espacial cambiante. El tema de la participación era fundamental para este colectivo de artistas que buscaba hacer eco de la extensa movilización social que se originó con las protestas estudiantiles que sucedieron unos meses antes durante 1968. Hersúa fue el artista central de Arte Otro, siendo un miembro constante hasta 1971, año de su última exposición colectiva. Después de la exposición en San Carlos, el colectivo participó en la Bienal de Paris del 69 y montó dos muestras más. La primera tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes en junio de 1970 en un momento en que los miembros de Arte Otro se habían reducido a Hersúa y Sebastián. En 1971, sucedió la última exposición del grupo conformado, en ese momento, por Hersúa, Francisco Moyao y Roberto Real de León quien había realizado una pieza lumínica a partir de diapositivas para el pabellón mexicano en la Exposición Mundial de Osaka en 1970. Una vez que Arte Otro se disolvió, Moyao continuó elaborando una producción escultórica de preocupaciones ópticas centrada en lo que él denominó como 'expresionismo visual'. ESTÉTICA DE LA ERA ESPACIAL Desde que la Unión Soviética lanzó exitosamente el primer satélite artificial, Sputnik 1, en 1957 comenzó una carrera espacial entre las dos superpotencias globales de la Guerra Fría. Esta competencia entre la URSS y los Estados Unidos tenía el fin de expandir sus sistemas de comunicación y seguridad estratégica así como de asentar su poderío mediante una lógica de la colonización del espacio exterior. Esta carrera para llegar al espacio, que tendría un punto culmen con la llegada del hombre a la luna en 1969, creó una cultura y una estética propia. Ejemplo de esto son las innumerables películas, revistas, objetos de diseño y comics de la época sobre el espacio exterior, cohetes y satélites. La producción artística de los sesenta y setenta también fue receptiva, en distintos casos, a esta cultura espacial. Con su uso de nuevos materiales -como el acrílico- y componentes tecnológicos -sistemas de iluminación- es común que el arte cinético se asocie con una estética de apariencia futurista. También sucede que en algunas de sus soluciones formales, el arte cinético remita a formas planetarias, de satélites artificiales o vehículos espaciales. Esta estética de la era espacial también se relaciona con algunas obras de arte cinético que redefinen su presentación en un espacio de exhibición, por ejemplo, al estar suspendidas del techo como si no existiera gravedad. ENERGÍA Y MÁQUINA, MODERNIZACIÓN El arte cinético de los sesenta y setenta, con su uso de energía y maquinaría para concretar movimiento o transformación, pone de manifiesto una conciencia de ser decididamente moderno; situación que se refuerza con su empleo de materiales industriales poco tradicionales para la producción artística. Esta característica coincide con el momento histórico de auge en el desarrollo urbano e industrial que experimentó México durante estas décadas. En el caso mexicano, este desarrollo se vio impulsado por una economía que se favoreció de los crecientes precios del petróleo en esa época. La relación de estas piezas con la energía o la máquina no se limita a la incorporación de componentes tecnológicos o dispositivos mecánicos, sino que también se manifiesta en cuestiones como la repetición a la manera de múltiple o la transformación de obras articuladas con bisagras. El movimiento y la transformación producidos por el uso de energía o máquinas en el arte cinético no se pueden ver, exclusivamente, como una representación de la modernización de la posguerra; sus objetivos finales eran crear una nueva relación con el usuario redefiniendo su participación y su experiencia sensorial. En el arte cinético la energía y la máquina son utilizados para crear una nueva experiencia que trastoca la manera habitual en la que los individuos se relacionan con estos elementos, tal y como sucede en el terreno industrial y de la vida cotidiana en la urbe; en este sentido proponen un nuevo entendimiento de la tecnología y de lo mecánico. Aunque es común que las obras de arte cinético manifiesten una visión optimista de la tecnología, muchos artistas asociados con estas prácticas mantienen una postura crítica hacia el rampante desarrollo industrial y sus efectos destructivos. DISEÑO, INTEGRACION PLÁSTICA, ARQUITECTURA Muchos de los artistas asociados a prácticas de arte cinético en México buscaron realizar proyectos públicos de grandes dimensiones, o integrados a la arquitectura. Varios de ellos lograron ejecutar este tipo de proyectos. Un grupo de estos artistas también incursionó en el diseño gráfico, industrial y de interiores. Más allá de los proyectos realizados por estos artistas, el impacto del arte cinético y principalmente óptico, se popularizó en la industria del diseño publicitario y comercial masivo. Aunque es difícil hablar de construcciones cinéticas, durante la década de los sesenta y setenta existieron casos de propuestas arquitectónicas y de habitación que compartían características con este conjunto de prácticas artísticas: en su uso de materiales aparecen casas hechas de plástico o que presentan espacios mecanizados o altamente tecnificados con el fin de producir movimiento o una nueva experiencia sensorial. Agradecimientos: El Museo de Arte Moderno agradece a las siguientes personas e instituciones por su invaluable apoyo para la realización de la exposición Cinetismo, movimiento y transformación en el arte de los sesenta y setenta: Marcela Armas, Rodrigo Bazaldua, Carlos Beltrán, Patricia Brambila, Yeyette Bostelmann, Ramiro Chaves, Javier Cueto, Ale de la Puente, Graciela de la Torre, Juan Díaz Infante, Roberto Domínguez, Susana Esqueda, Xavier Esqueda, Manuel Felguérez, Karina García, María Esther González, Sol Henaro, Claudio Hernández, Hersúa, Karla Jasso, Jennifer Josten, Diana Magaloni, Ernesto Mallard, Diego Matthai, Julia Molinar, Mónica Montes, Julieta Olmos, Taiyana Pimentel, Lorraine Pinto, Tania Póo, Pedro Ramírez Vázquez, Cy Rendón, Ana María Rodríguez, José Ramón San Cristóbal, Osvaldo Sánchez, Ester Sierra, Federico Silva, María de los Ángeles Sobrino, Sebastián Soto, Lucila Soto, Luis Urías Hermosillo, Enrique Villa, Socorro Villarreal. Museo Nacional de Antropología, Fondo Mathias Goeritz-CENIDIAP, Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS), Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), Museo Federico Silva Escultura Contemporánea, Archivo Fotográfico Enrique Bostelmann, Museo de Arte de la SHCP.
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