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Mientras una sección del arte contemporáneo cabalga hacia instancias superiores del conocimiento y del espacio, los dibujos de Eva Barrenechea van barriendo, con inusitada tenacidad, la basurita existencial que desde hace tiempo causa en el ser humano un cierto desasosiego.

Cada obra suya surge como un altercado contra la resistencia que ejerce la dispersión de la vida cotidiana y también contra esa 'vida esplendorosa' que nos sirve para disimular nuestros más y nuestros menos.

Con el lápiz en una mano y en la otra un colorín, es una investigadora incansable de las posibilidades de expresión que le dan sus materiales. Todos ellos clásicos. Todos ellos revolucionarios. Todos ellos confabulados para organizar un punto de vista despótico y provocar una disimulada tiranía sobre ... la mirada del espectador. Digo tiranía porque la obra de Eva es, en general, de un único y denso bulto. Y digo disimulada porque aunque el meollo sea descarnado, controvertido o dramático, sus maneras siempre son gráciles, fáciles y con buen humor.

En sus trayectos cotidianos desde su casa al súper, al colegio de sus hijos o al encuentro con sus amigos, cada piedra es sospechosa de albergar el misterioso escondite del sentido de la vida. Así lo vive y tal cual lo cuenta. Una narración desde la realidad la mar de sospechosa.

Corredacción de Los años intermedios

Más allá de la verdad domesticada

En la obra de Eva Barrenechea

(...) De cómo dibujarse en familia y salir viva del entuerto. Y conectar las relaciones entre emociones sentidas sin desmayo ni pudor. (...)

Si de la cabeza se le escapa un pájaro lo agarra veloz con el sobaco. Lo moldea con amor y fabrica un nuevo motor. Para dibujar un buen retrato, hay que saber desnudarse antes un buen rato (de toda intuición monotónica (de la mente)), mirar de frente y fijamente al personaje, y dedicarle un resoplido esclarecedor. Y E B lo consigue a todas horas con entusiasmo fervoroso. Casi vemos como adentrándose a través de la piel sabe mostrarnos la 'permanente' del alma de lo que asombrado estaba soñando el personaje retratado. (...)

Y si cojo este camino que va directo hacia esas montañas ¿Qué me encontraré detrás?

Y si la familia me está mirando. ¿Con qué postre los sorprenderé hoy?

Pinta para que le digan ¡HOLA! ¿Cómo estamos hoy?

pues eso

Daniel Ensesa

Redactor de Los años intermedios