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Chiharu Shiota. Cada quien, un universo

Exposición / Museu Tàpies / Aragó, 255 / Barcelona, España
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Cuándo:
22 mar de 2024 - 23 jun de 2024

Inauguración:
22 mar de 2024

Comisariada por:
Imma Prieto Carrillo

Organizada por:
Museu Tàpies

Artistas participantes:
Chiharu Shiota

ENLACES OFICIALES
Web 

       



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Descripción de la Exposición

La Fundació Antoni Tàpies presenta la exposición Chiharu Shiota. Cada quien, un universo. · La artista japonesa, afincada en Berlín, interviene los espacios expositivos de la Fundació con una instalación site-specific. · El diálogo con la institución se despliega en un doble sentido: físico, de escucha de la arquitectura, y simbólico, reconociendo los paralelismos con la obra de Antoni Tàpies. · La reivindicación del vínculo con la tierra, con el pasado y con la memoria y, a su vez, el intercambio entre presencia y ausencia, permiten a Shiota tejer una lectura que evoca el pasado desde la contemporaneidad. · El proyecto incluye propuestas para todos los públicos, entre las que destacan un diálogo inaugural con la artista y el seminario Memoria y trauma con la Fundación Rādika. El trabajo de Chiharu Shiota (Osaka, 1972) respira la universalidad que apela al corazón y mente de las personas de diversas generaciones y de puntos geográficos distantes: la escala masiva de sus obras invita al visitante a formar parte de esta experiencia inmersiva. El artista logra hacer patente la presencia en la ausencia, como la vida y el deceso. La memoria, el trauma y la incertidumbre son su inspiración y sus inquietudes que, al mismo tiempo, compartimos todos los humanos. La artista y Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) comparten la capacidad de hacerse preguntas sobre la condición humana mediante su obra y de utilizar objetos habituales y cotidianos en su propósito. Además, ambos artistas sufrieron una enfermedad grave y la muerte aparece como un tema recurrente en su trayectoria artística. El trabajo de los dos creadores muestra también un interés por el concepto de muro, ya sea como frontera, como limitación o como testimonio de tiempos pasados. Mientras Tàpies nos explica en sus textos que todo el drama que sufrían los adultos y todas las crueles fantasías de su época se dibujaban y parecían inscribirse en los muros que le rodeaban, Shiota, por su parte, afirma sobre su proyecto que el hecho de estar vivo implica tener que soportar el sufrimiento, y que esto forma parte de nuestra existencia: “La muerte forma parte de mi trabajo. La veo no como un final, sino como un inicio. Representa para mí un nuevo estado de la existencia que va incluido en el ciclo de la vida, un estado que te traslada a un universo mayor”. En el marco de la programación conmemorativa del centenario del nacimiento de Antoni Tàpies (Año Tàpies), la Fundació invita a Chiharu Shiota a explorar los espacios del edificio del museo a través de una instalación artística que profundiza en el lugar desde donde hablamos y desde dónde nos hablamos. Una reivindicación del espacio donde nace la obra, donde se trabaja y, en este caso, donde se termina. En palabras de Imma Prieto, directora de la Fundació Antoni Tàpies y comisaria del proyecto: "Con esta exposición profundizamos en uno de los binomios más relevantes para el ser humano, la dicotomía vida-muerte o eros-thanatos, algo esencial para acercarnos a su trabajo, pero también al de Antoni Tàpies. Subrayamos al mismo tiempo que es una de las cuestiones ontológicas por excelencia, para abrir este espacio de reflexión a partir de la importancia que adquiere la memoria en nuestra vida. De hecho, es a partir del binomio vida-muerte desde donde se despliegan tres de los conceptos que estructuran la muestra: memoria, objeto y cuerpo. Es así como el recuerdo resulta imprescindible para saber quiénes somos o de dónde venimos, un recuerdo que se puede desvelar a partir de la interacción con ciertos objetos. Y, a la vez, es en el cuerpo donde se recogen los rastros de lo que provoca la presencia de la memoria; o lo que es traumático, su ausencia”. Chiharu Shiota nació en Japón y estudió en Alemania, donde vive desde hace más de veinticinco años. La muerte ha sido una de sus preocupaciones desde el inicio, dado que la búsqueda del sentido de la existencia a menudo es equivalente a la investigación en torno a la defunción, para desmentirla. En 2005, cuando enfermó de cáncer y se enfrentó a la posibilidad de morir, su conciencia de lo que hay más allá de la desaparición personal se amplió. “Llegué a la conclusión que vivir y morir pertenecen, en realidad, a la misma dimensión”, escribía a Mami Kataoka, en 2019. “Con la muerte delante de mí, me di cuenta de que había un mundo compartido por el universo que tengo en mi interior y por lo que hay afuera. Y, entonces, en un cierto momento, se me ocurrió que mi cuerpo era el más cercano a ese universo. Quizás cuando acaba nuestro tiempo, nos disolvemos por completo en ese universo. Quizás la muerte no sea un retorno a la nada sino, más bien, una cuestión de integrarnos, más allá de la extinción de la vida, en la muerte, en una fusión en algo más amplio que nosotros. Así es como empecé a incorporar la muerte a mi obra: la muerte no como final, sino como algo equivalente a la vida”. Desde la lucha contra la enfermedad, Chiharu Shiota incluye en su obra partes del cuerpo, evidenciando la sensación de presencia en la ausencia a través de objetos intermediarios como camas, sillas o zapatos. “Los objetos en mis instalaciones siempre representan la existencia de un individuo. Cuando miro las sillas veo a gente, todos están sentados al lado entre ellos, pero cada uno es un universo por sí mismo”, escribe Shiota en su texto sobre el proyecto que presenta en la Fundació Exposición Chiharu Shiota. Cada quien, un universo 4 Antoni Tàpies. La instalación incluye cuarenta y tres sillas de mercados de pulgas y dos mil cogollos de lana. Para la artista, los hilos rojos simbolizan el micro-universo formado por sangre y vasos sanguíneos que circulan por nuestros cuerpos y, en su sentido más literal, también hacen visibles las conexiones mutuas que vinculan a la humanidad. En la obra de Shiota se unifican el macrocosmos y el microcosmos. Se puede detectar, de forma natural, que interviene una fuerza que quiere preservar el sentido del orden y del equilibrio. En su obra, están presentes diversas estructuras de contraste, como la vida y el traspaso, el sueño y la realidad, el dentro y el fuera, en un intento, también, de encontrar zonas intermedias. La búsqueda de Shiota de las verdades fundamentales da lugar a cierta universalidad que atraviesa las capas más hondas del subconsciente. “Me di cuenta de que para los humanos morir no es sólo una cuestión de sentir que la mente expira, sino que es el cuerpo entero lo que muere. La física suele negar la existencia del alma, pero al asumir mi propia muerte, sentí que el alma existe. Si el cuerpo humano está hecho de átomos, éstos no desaparecen... si el alma (conciencia) perdura, incluso después de la muerte, ¿cuál es la naturaleza del mundo y del universo que habitamos?.” El universo de Shiota se construye a partir de sus experiencias vitales y también de las influencias artísticas de la polaca Magdalena Abakanowicz (1930-2017), de la japonesa Muraoka Saburo (1928-2013), o de la cubana Ana Mendieta (1948-1985), a quien Shiota descubrió en Japón y que ha inspirado a la artista desde el inicio de su carrera. La exposición Chiharu Shiota. Cada quien, un universo, comisariada por Imma Prieto, presenta hasta el 23 de junio de 2024 dos instalaciones, dos obras sobre papel y cinco esculturas de la artista que permiten descubrir las conexiones entre su obra y la de Antoni Tàpies. El proyecto se completa con diversas propuestas de programación pública, familiar, educativa y de experiencias singulares que se sumarán a las acciones regulares (los ciclos Hoy es Tàpies, Las sillas de Tàpies o el nuevo proyecto Siguiendo al Sol) del Año Tàpies, que tiene como objetivo aproximarse en profundidad a la obra y al pensamiento del artista catalán, contribuir a actualizar su lectura y construir nuevas miradas sobre su legado. TEXTO DE LA COMISARIA · Poética del hilo que respira el cuerpo Creación de espacios dentro de los espacios, aperturas de lugares en diálogo con las arquitecturas que encuentra en cada territorio con un único objetivo: evocar emociones profundas y reflexiones sobre la vida, el tiempo, la memoria y la identidad. Chiharu Shiota (Osaka, 1972) concibe instalaciones que se arraigan de forma íntima con las estructuras que ya son portadoras de historias ajenas. Con su arte inmersivo y profundamente poético, nos invita a explorar los misterios del universo y del alma humana, enfatizando la dicotomía entre la vida y la muerte. En realidad, es a partir del binomio eros-thanatos desde donde se despliegan tres de los conceptos que estructuran la muestra que presentamos con el nombre Cada quien, un universo: memoria, objeto y cuerpo. Es así como el recuerdo se convierte en imprescindible para saber quiénes somos o de dónde venimos, un recuerdo que se puede desvelar a partir de la interacción con ciertos objetos. Y, a la vez, es en el cuerpo donde se recogen los rastros de lo que provoca la presencia de la memoria; o lo que es traumático, su ausencia. Sus instalaciones devienen un llamamiento social y político, poético, donde la reivindicación individual se funde con la colectividad. El conjunto se convierte en un espacio de reflexión y conocimiento que abre ventanas hacia un pasado que es nuestro, desde el presente y con la voluntad de encarar un futuro consciente. En el corazón de la obra de Shiota radica el hilo, un elemento aparentemente simple pero con gran poder simbólico que se convierte en el medio a través del cual la artista teje sus narrativas visuales. Sus intrincadas redes de hilo, que se extienden por el espacio como constelaciones en el cielo nocturno, nos recuerdan la complejidad de nuestras relaciones humanas y la interconexión de nuestras vidas individuales. Cada hilo, cada nodo, comporta la historia de un encuentro, una experiencia, una emoción, que se entrelaza con los otros para formar un tapiz de memoria compartida. Hay que prestar atención al color, a la cromática rojiza de los hilos que evocan la sangre. El entramado que generan sus propuestas se transforma en circuito sanguíneo y/o conexiones neuronales; uno y otras apelan a la vida, a un mundo de posibilidades. En sus instalaciones, Shiota utiliza objetos cotidianos y domésticos, como camas, sillas y ropa, para crear pasajes evocadores que hagan revivir una sensación de intimidad y vulnerabilidad. Estos objetos, impregnados de la huella de la vida humana, se convierten en símbolos de nuestra existencia terrenal, recordándonos la fragilidad y la transitoriedad de la vida. Envueltos en las redes de hilo de Shiota adquieren una nueva dimensión de significado, y nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia experiencia del mundo y nuestra conexión con los otros. La memoria es otro tema recurrente en el trabajo de Shiota, que ha dedicado gran parte de su carrera a explorar cómo los recuerdos individuales y colectivos dan forma a nuestra identidad y a nuestra percepción del mundo. En muchas de sus instalaciones utiliza objetos personales, como cartas, fotografías y juguetes, para evocar recuerdos y experiencias pasadas. Estos objetos, atrapados en las redes de hilo, se convierten en vestigios tangibles de la memoria, recordándonos la importancia de rememorar y honrar nuestro pasado. Las performances de Shiota son actos de poesía pura en movimiento, donde la artista se convierte en el instrumento de expresión. A través de gestos simples y repetitivos, como tejer y desenredar hilos, nos lleva a un viaje de introspección y transformación, donde el tiempo se desvanece y el espacio se convierte en un lienzo en blanco para la exploración del alma humana. Cada acción es un acto de creación y de destrucción, un recordatorio de la naturaleza efímera de la existencia, donde la eterna búsqueda de significado en un mundo cambiante se convierte en un movimiento que no cesa. Es importante consentir en formar parte de la propuesta de instalación, es decir, ser nosotros quienes llevemos a término la acción performativa; nuestra presencia entra en juego con la cosmogonía de hilos provocando que los recuerdos afloren. Su arte, con su profunda resonancia emocional y su belleza temporal, nos recuerda la capacidad del ser humano para crear instantes donde la experiencia sea portadora de significados profundos y conexiones atávicas. Cada gesto que se convierte en movimiento en sus espacios, se alza contra el mundo actual, marcado por la incertidumbre y la transitoriedad, por la vaciedad y la superficialidad. Chiharu Shiota es una artista cuya obra trasciende las fronteras del tiempo y el espacio, invitándonos a explorar los misterios y lo desconocido de nuestra psique, de nuestro subconsciente, a través de una expresión artística profundamente conmovedora y poética. Con cada instalación y performance (ya sean realizadas por ella o por nosotros transitando por el espacio) nos recuerda la belleza y la fragilidad de nuestra existencia y nos invita a contemplar el universo en nuestro interior. Su arte tiene la capacidad de evocar emociones profundas y reflexiones sobre la vida y la muerte. Lo hace con sutileza y contundencia, y desde esta contradicción natural nos acerca a un hilo, solo a uno, una línea que comunica y enlaza el uno con el universo. Miles de conexiones que generan instantes de conocimiento. El recuerdo individual y colectivo, memorias de tiempos y espacios desconocidos, pero propios. Dentro de sus instalaciones late la pulsión entre la vida y la muerte: se rememoran imágenes y palabras, conexiones neuronales por las que viajan miles de unidades informativas, propias, específicas y únicas, pero también comunes, de todos. Y es en estos espacios compartidos donde los nódulos se convierten en fuerza de creación, pero sobre todo de cuidado y de acogida. Sus filamentos rojos pueden ser grietas desde las que se filtra la vida que contiene símbolos referenciales, como el paisaje de sillas vacías pero unidas que nos propone en esta ocasión, o la misma piel que arraigan con los pies metálicos. Con esta exposición, como decíamos, profundizamos en uno de los binomios más relevantes para el ser humano, la dicotomía vida-muerte o eros-thanatos, algo esencial para acercarnos a su trabajo, pero también al de Antoni Tàpies. A la vez que subrayamos que es una de las cuestiones ontológicas por excelencia, con el fin de abrir un espacio para la reflexión a partir de la importancia que adquiere la memoria en nuestra vida. Imma Prieto TEXTO DE LA ARTISTA · Cada quien, un universo Antoni Tàpies y yo compartimos un mismo interés en plantearnos las grandes preguntas de la condición humana a través de nuestro arte, y hacerlo a partir de objetos normales y cotidianos. Y, si bien las obras y los medios resultantes son diferentes, siento que comprendo profundamente su obra. Ambos hemos vivido el destino de pasar una enfermedad grave y la muerte es un tema recurrente en nuestro arte. No me sorprende, por lo tanto, que también compartamos un interés por las paredes, ya sea por entenderlas como fronteras, como limitaciones o como testimonios de tiempos pasados. Cuando veo artículos de segunda mano en los mercados, percibo en ellos la existencia de una persona. Aunque no sepa nada del objeto, ni de sus antiguos propietarios, siento su presencia humana en la pátina que desprenden. Y esto me lleva a cuestionarme lo que significa el hecho de ser humano. ¿Qué queda de nosotros cuando el cuerpo desaparece? El objeto, en sí mismo, no me interesa demasiado. Para mí, no es más que el portador de una existencia anterior, el representante de las personas que lo utilizaron. Los objetos de mis instalaciones representan siempre existencias individuales. Cuando miro las sillas, veo a gente, todos sentados, uno al lado del otro, pero todo el mundo es un universo para sí mismo. Mi arte ha cambiado desde que estuve enferma. Para curarme me extirparon el cuerpo, lo despedazaron y volvieron a unirlo. Esto ha cambiado la relación que tengo con él y, después de recuperarme, hice moldes de bronce de mis brazos, manos, pies y piernas. Quería esparcir por el suelo las partes de mi cuerpo. El cuerpo está despedazado, pero cada parte concreta expresa más emoción de la que el cuerpo entero podría transmitir. Entiendo por qué Tàpies trabajaba con tizas y relieves de su cuerpo en su obra tardía. Supongo que también le guiaba el deseo de preservarlo. Por lo general, una vez expuestas, mis instalaciones de hilo se tiran. Existen sólo en la memoria de los espectadores. Cuando tuve que afrontar la muerte, quise trabajar con materiales que perduraran mucho más allá de la desaparición de mi cuerpo y, al mismo tiempo, quería que, de algún modo, mi cuerpo siguiera existiendo. Mis objetos de vidrio parecen órganos envueltos en alambre. El alambre refrena el cristal y al mismo tiempo le sirve de soporte. Las células del cáncer que crecieron en mi cuerpo, extirpadas, y las nuevas celdas que vuelven a crecer. El cristal es muy frágil pero, a su vez, también muy duradero, ya que se le puede dar una nueva forma. Me he preguntado cuántas veces podemos llegar a experimentar la muerte en el transcurso de una vida. Vivir comporta sufrimientos, forma parte de nuestra existencia. Antoni Tàpies ha reflexionado mucho sobre los motivos por los que una vida sin sufrimiento no es posible. Él ha buscado respuestas en el budismo y, si bien no comparto este interés, siento que la muerte no es ninguna limitación para nuestra existencia o para nuestra memoria. Forma parte del ciclo de la vida, como nuevo estado de la existencia. Es como pasar a un universo más vasto en el que perviven nuestros pensamientos y recuerdos. Intento superar el sufrimiento, transformándolo en algo nuevo que puedo compartir con el mundo, y eso me da esperanza. El título de mi exposición proviene de una cita famosa de Tàpies: «Los dramáticos sufrimientos de los adultos y todas las fantasías crueles propias de los de mi edad [...] parecían inscribirse en las paredes de mi alrededor.» La mezclé con algo que he afirmado más arriba. Cuando estoy en la Fundació, siento a mi alrededor la presencia de Antoni Tàpies. Es un honor poder exponer aquí y dialogar con la obra y los pensamientos de un espíritu hermano. Chiharu Shiota BIOGRAFÍA Chiharu Shiota nació en Osaka, en 1972. Vive y trabaja en Berlín. La inspiración de Shiota surge a menudo de una experiencia o emoción personal ampliada hasta tocar los grandes temas universales del ser humano, como la vida, la muerte y las relaciones. Ha redefinido el concepto de memoria y conciencia recogiendo objetos cotidianos, como zapatos, llaves, sillas y vestidos, para insertarlos en inmensas estructuras de hilo. En sus instalaciones, Chiharu explora la sensación de «presencia en la ausencia», pero sus esculturas, dibujos, vídeos de performances, fotografías y telas también presentan emociones intangibles. En el año 2008, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología de Japón le concedió el Premio a la Promoción del Arte para Jóvenes Artistas. Su obra se ha expuesto en instituciones de todo el mundo, incluyendo el Hammer Museum, Los Angeles (2023); Queensland Art Gallery of Modern Art (QAGoMA), Brisbane (2022); ZKM | Zentrum für Kunst und Medien, Karlsruhe (2021); Museum of New Zealand Te Papa Tongarewa, Wellington (2020); Mori Art Museum, Tokio (2019); Gropius Bau, Berlín (2019); Art Gallery of South Australia (2018); Yorkshire Sculpture Park, Reino Unido (2018); Power Station of Art, Shanghai (2017); K21 Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, Düsseldorf (2015); Smithsonian Institution Arthur M.Sackler Gallery, Washington DC (2014); el Museum of Art, Kochi (2013) y el Museo Nacional de Arte, Osaka (2008) entre otros. También ha participado en numerosas exposiciones internacionales, como el Oku-Noto International Art Festival (2017), la Biennale of Sydney (2016); la Echigo-Tsumari Art Triennale (2009) y la Yokohama Triennale (2001). En el año 2015, Shiota fue seleccionada para representar a Japón en la 56a Biennale di Venezia.


Entrada actualizada el el 22 mar de 2024

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