El carácter aparentemente "caprichoso" de la obra de Toni Clos hace preciso que se le considere desde la perspectiva de una corriente fundamental de la historia del arte: el grotesco.

A primera vista, parece difícil percibir una continuidad histórica entre los irresistibles brotes de creatividad que caracterizan este género y que marcaron de forma esporádica el curso del arte occidental. Aunque subterránea, se trata de una corriente imprescindible a la que participaron artistas de la talla del Bosco, Goya, Ensor, Dalí, por nombrar algunos, una verdadera tradición que se ha constituido en contrapunto a los cánones que han servido a las élites para mellar el filo innovador de la expresión artística. Así, cada vez que se ha querido establecer "desde arriba" las reglas arbitrarias de un arte "clásico", surge "desde abajo" un arte rebelde, resolutamente anti-clasico, que multiplica las contradicciones para escapar de las normas y de las categorías que se ... quieren imponer.

Es en el contexto de este combate que se puede entender el verdadero sentido del arte de Toni Clos. Al incesante flujo de información que arrojan los medios de comunicación, el artista opone momentos sin trascendencia de su vida. Sus imágenes son cartografías de la cotidianeidad en las cuales coexisten alegría y sufrimiento, muerte y vida, luz y oscuridad. El artista no busca en la metafísica las razones de su existencia; las busca en la vida tal como la vive.

El ser humano es un ser de contrastes y contradicciones; pero con franqueza, y espontaneidad se puede soñar la vida del color que se quiera. Esto es el tema de la obra de Toni.