Unos versos prestados del poeta chileno Simón Villalobos Parda devienen punto de partida para la construcción de un universo intimista de construcción orfebrística. Bajo la aparente fragilidad y livianeza etérea de las bolsitas de te, emerge la poética de crudo añil en forma de retratos de infancias vulnerables/inermes. Sobre el papel poroso, se amplifican fragmentos de memorias que nos obligan a agudizar la sensibilidad, a asomarnos a lo imperceptible y a emprender un viaje marcado por la reminiscencia. De este modo, lo intangible se magnifica hasta el punto de superar cualquier barrera espacial. Casi todo es azul menos esta palabra mi mano que la dibuja es carne ceñida al miedo.