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Caroline Krabbe · Solsticio

Exposición / Galería Krabbe / Rosaríco la Joaquín, 12 / Frigiliana, Málaga, España
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Cuándo:
20 may de 2017 - 08 jul de 2017

Inauguración:
20 may de 2017 / 12:00

Horario:
de lunes a sábado 11-14

Organizada por:
Galería Krabbe

Artistas participantes:
Caroline Krabbe

Teléfonos
636380384|952534214

Correo electrónico
galeriakrabbe@gmail.com
Etiquetas
Acrílico  Acrílico en Málaga  Expresionismo figurativo  Expresionismo figurativo en Málaga  Lienzo  Lienzo en Málaga  Pintura  Pintura en Málaga 

       


Descripción de la Exposición

Pienso ahora en algunas obras de Caroline Krabbe, procurando respuestas a ciertas preguntas; un poco a la manera que lo hiciera Richard Hamilton en su célebre collage de 1956 y que inauguraba la Era del Pop...¿Qué es lo que hace a estos paisajes tan diferentes, tan atractivos? No es sólo la inicial extrañeza, sino ¿de dónde procede esa luz clara y diáfana que corta a cuchillo los límites de las formas? ¿Qué campos son esos de extraño fulgor y tan paradisíaco olvido? ¿Quienes habitan con tan serena presencia tan remotos espacios de lo pintado? En un primer momento y surgida esta conexión con el Pop-Art, pensé en la similitud de sus trazos con los del precursor Alex Katz. Su simplificación lineal confiere a la forma un contorno a veces impenetrable que deja a las ensimismadas figuras de Carolina en el borde de la soledad, casi al antojo de una profunda melancolía. Sin embargo, no son figuras tristes o en exceso distantes, pues reflejan en sus rostros y sus actitudes el ánimo de una mirada limpia y en paz, libres de conflictos existenciales, sociales o terribles dramas contra sí mismos. A menudo enseñan, con tímida franqueza, una sonrisa que nos invita a celebrar su mundo con suave alegría y complacencia, a compartir algunas frutas o un vino, en torno a una mesa de íntimo redondeado tamaño; un baile en pareja, un paseo en compañía de un perro o un baño a la luz de la luna. La vida así, se ofrece al paisaje y el paisaje penetra en el interior de la casa, y los dos son una misma cosa. Los personajes habitan en el espacio doméstico de una terraza, un salón o un baño disfrutando al tiempo del mar, los árboles y colinas. El paisaje, como las estancias, son construidos con el diseño cuidadoso de algo simbólico: teselas y enlosados para tapizar el hogar con sencillas soluciones geométricas, al modo de una tradicional albañilería sureña; surcos y entramados para prolongar los campos y los caminos de suaves curvas hasta los pies mismos, la entrada de la casa, en una dedicada labor por alojar ambos espacios, el de fuera y el de dentro, en la visión única del cuadro. El paisaje transmutado en casa, el hogar sublimado en onírico paisaje, en el encuentro con la luz -¿oscura?- de los recuerdos. Si el color es pura luz, la línea es pura forma. La conjunción de ambos nos proporciona una abstracción del mundo. El gran Vincent solía apartarse de la realidad creando “abstracciones”. Para él significaba literalmente pintar de memoria, sin la presencia del modelo, con sus sensaciones y el dibujo como único recurso. Su visión interior tiene aún la capacidad de desbordar cualquier comparación con la realidad. Le douanier Rousseau, con su autodenominado “estilo egipcio”, abrió las puertas del arte moderno a la visión de una verdad interior, sólo comparable a la fuerza primaria del arte primitivo. Paul Klee disponía sobre el soporte una imagen del mundo a su antojo, a partir de una organizada estructura lineal en la que los astros, los campos, las gentes, los árboles, los caminos y arroyos conformaban su identidad sin abandonar la expresividad propia de lo gráfico. Hockney retrata sus naturales afinidades vitales con la luz clara de un dibujo iluminado por el sol. Como muchos otros artistas antes que ella, Caroline Krabbe necesita de la pintura para ahondar en sus relaciones con el mundo, sus cosas y sus habitantes, y acude a la fuerza iluminadora del color y el poder de abstracción de la línea. Con una cruda sinceridad, algo de ingenua frescura y un aire pop, Caroline Krabbe dibuja con planos de cortantes líneas, por poner límites de alto contraste. Con la potente sonoridad de un colorido muy saturado, refuerza la sensación de irrealidad que prolonga la evocación del sueño. Su pintura, de sólida apariencia cromática y un cierto misterio, que emana de una atmósfera diáfana y una clara luz, es de una honesta factura y de una intensidad mágica. Sus pinturas nos trasladan a lugares propios de la memoria o el sueño, donde el color brilla con luz propia. El paisaje se ilumina pues con la luz interior y hasta adentro llega la luz de la naturaleza, en una sutil construcción del alma, a la que tanto emociona ir guardando las escenas de nuestro paso por la vida. Caroline Krabbe. Landscape with figures I'm thinking of the work by Caroline Krabbe, looking for answers to some questions; A bit like the way Richard Hamilton did in his famous collage of 1956, inaugurating the Age of Pop ... What makes these landscapes so different, so attractive? It is not only the initial peculiarity, but where does that clear knife of diaphanous light, that frees the limitations of form, come from? What fields are those, of such strange brilliance and paradisiac forgetfulness? Who lives with such serene presence, in spaces so remote? When the connection with Pop-Art emerged, I thought of the similarity of her strokes with Alex Katz, one of the forerunners. Its linear simplification confers to the shape a sometimes impenetrable outline that leaves Caroline's self-absorbed figures on the verge of loneliness, almost a hankering for deep melancholy. However, there are no sad or distant figures. Their faces and attitudes reflect a clean and peaceful spirit, free from existential social conflicts, and terrible self-directed dramas. They often tease, with timid frankness, a smile that invites us to celebrate their world with gentle joy and complacency, to share some fruits or wine, around a table of intimate, rounded voluptuousness; a couple’s dance, a walk in the company of a dog or a bath in the light of the moon. Life is like that, it offers itself to the landscape and the landscape penetrates the interior of the house, and the two are one thing. The characters live in the domestic space of a terrace, a living room, a bathroom, at the same time enjoying the sea, the trees and the hills. The landscape, like the interior, is built with the careful, symbolic design: tesserae and tiles render the home with simple geometric solutions, in the fashion of traditional southern masonry; Furrows and trusses to prolong the fields and the paths of soft curves directly to the feet, the entrance of the house, in a dedicated effort to combine the outside and inside in the unique vision of the picture. The landscape transforms the home, the home sublimates the oneiric landscape, in the encounter with the - dark? - light of the memories. If the color is pure light, the line is pure form. The conjunction of the two provides us with an abstraction of the world. The Great Vincent used to depart from reality, creating ‘abstractions’. For him it meant literally painting from memory, without the presence of the model, with its sensations and drawing as the only resource. His inner vision still has the capacity to overflow any comparison with reality. Douanier Rousseau, with his self-styled "Egyptian style," opened the doors of modern art to the vision of an inner truth, comparable only to the primary force of primitive art. Paul Klee disposes of the support in an image of the world at his whim, in an organized linear structure in which the stars, fields, people, trees, roads and streams form their identity without abandoning the expressiveness of the graphic. Hockney portrays his natural, vital affinities with the clear, sunlit drawing. Like many other artists before her, Caroline Krabbe needs painting to delve into her relationships with the world, her things, and her human relationships. She seeks the illuminating force of the color and the power of abstraction of the line with raw sincerity, some naïve freshness and a pop air. Caroline Krabbe draws with planes of sharp lines, setting boundaries of high contrast. The powerful sonority of a very saturated color reinforces the sensation of unreality that prolongs the evocation of the dream. Her painting, with a solid chromatic appearance and a certain mystery, emanating from a diaphanous atmosphere and a clear light, is honest and sincere, with a magical intensity. Her paintings take us to places of memory and dream, where colors shine with its own light. The landscape is thus illuminated with the interior light, and inside arrives the light of nature, in a subtle construction of the soul, so emotionally moved by the saving of the scenes of our evanescent life. Fernando de la Rosa, abril 2017.


Videos de la Exposición (1)

Entrada actualizada el el 25 jun de 2017

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