Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Desde que inicié mi aventura de pintor en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas he tenido y desarrollado una profunda afección por el color. Creía que cada mancha del pincel aplicada sobre la tela era un mensaje afectivo de primer orden y un testimonio inaplazable a comunicar. He insistido en hacer del color una vivencia, con un impacto afectivo que se sobrepusiese a cualquier otro artificio del acto de pintar. Para lograrlo, emprendí una larga reflexión nutrida de lecturas encaminadas a entender el por qué de muchas cosas y tratar de adquirir una noción universal del arte y de mi tiempo. De niño quería ser pintor y mi formación fue de pintor. A los 17 años inicié los estudios de pintura en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y, a medida que avanzaban mis conocimientos, me afianzaba en la convicción de que la profesión de artista no era un simple placer personal o una manera de evadir responsabilidades, un encierro en un mundo ajeno a la realidad, sino más bien un compromiso espiritual ante uno mismo y ante la sociedad. No soy poeta, ni escritor, ni historiador, ni filósofo. Sólo soy pintor. Por eso pensé que investigando un mundo eminentemente 'pictórico y perceptivo', como lo es el del color, podría encontrar una vertiente que fuera expresión de mi tiempo y no hubiese constituido motivo de reflexión para otros artistas. El color se me reveló como un importante medio de estímulo a la percepción de la 'realidad'. La 'realidad' de hoy, nuestra noción de realidad, que no es la misma que tenía el hombre del siglo XII, para quien la vida era el tránsito a la eternidad. Nosotros, por el contrario, creemos en lo efímero, sin pasado ni futuro; todo se modifica y se transforma en el instante. La percepción del color nos revela esas nociones. Pone en evidencia el espacio, la ambigüedad, lo efímero, lo inestable, siendo además un soporte de mitos y afectos. Un fragmento de su libro Reflexión sobre el color (1989)
La exposición muestra las investigaciones sobre el color realizadas durante los últimos cincuenta años por Carlos Cruz-Diez, uno de los artistas más relevantes dentro y fuera del movimiento cinético. Sus experimentaciones han ampliado considerablemente las nociones sobre el color, hasta el punto de que hoy podemos entender que las percepciones de los fenómenos cromáticos no tienen por qué estar necesariamente asociadas a la forma, sino que pueden conformar una realidad totalmente autónoma. Sus Fisicromías, Cromosaturaciones, Transcromías e Inducciones cromáticas, presentes todas ellas en esta muestra, asumen el color como cuerpo propio, como conducta, como realidad física y sensitiva: como permanente mutación. La exposición presenta una veintena de obras fechadas entre 1954 y la actualidad, así como una sección documental con catálogos, fotografías y algunos ejemplos sobre los procesos de trabajo de Carlos Cruz-Diez.