Como cuando te cuentan una historia que ya has oído antes, pero con detalles diferentes y datos añadidos.

Hay mucha gente a la que le gusta sumar sus propias pinceladas para sentir que forman parte de estas leyendas urbanas y así apropiarse de ellas. Es una forma común de decorar tu vida, de hacerla algo más interesante. Como una especie de teléfono roto a través del cual no solo cuentas lo que has oído, sino como te gustaría que hubiera pasado.

Aportando cada uno nuestro pequeño granito de arena hacemos que pequeños fragmentos crezcan de manera individual hasta llegar a convertirse casi en verdades universales de provincia que solo algunos insisten en creer.

Como prensa rosa para niños.

Lo que empezó siendo una pequeña historia curiosa está a punto de convertirse en un cuento retorcido ... del que nadie sabe que parte creer ni que mentira asumir.

Porque aquí no vale la frase: 'Sino lo veo no lo creo'; pero sí la de '-¿Te has leído el libro?, -'No, pero me lo han contado'.