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En la serie de óleos sobre lienzo Paisajes Circundados, Aquilino nos presenta mundos rodeados por fronteras, instantáneas de escenas fantásticas encerradas a propósito, la imaginación controlada. Su inspiración parece provenir de un mundo humanizado en el que las personas aparecen profundamente conectadas con lo que las rodea; las figuras se funden literalmente con su entorno. Acierta Aquilino al expresarlo con una pintura en la que el marco se hace parte del cuadro, en la que el sujeto y su entorno se convierten en un todo.

En la serie Naturaleza, también óleos sobre lienzo, explora formas naturales con un fantástico teleobjetivo que localiza plantas y flores y le permite aumentarlas a un tamaño fuera de ... lo normal. Mientras en Paisajes circundados juega a restringir, a superar y difuminar los límites de la forma, en Naturaleza encuentra la manera de realzar su poder. Aparecen aquí sujetos dominantes que dejan atrás un fondo borroso y crecen hasta alcanzar un tamaño gloriosamente monstruoso. Por medio de una perspectiva distorsionada Aquilino atrae la atención hacia la forma, arrancando literalmente una flor del suelo y haciéndola gigantesca con el fin de que nos concentremos en ella y solo en ella.

En sus Dibujos, Aquilino incorpora todas las posibilidades que le proporciona el cambio de medio Se percibe en las composiciones un impulso enérgico, contenido en el ritmo rápido de su estilo, un giro y un quiebro surrealistas materializados en papel. Trazos vívidamente imaginativos, aunque meticulosos en el detalle, alientan esta composición desbordante.