Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- No puedo ni quiero desatar nunca la presencia de Carles Amill del libro 'Pintalabios' por todo lo que tiene de complicidad, de rito iniciático, de aventura, de descubrimiento, de emoción compartida y tampoco puedo evitar que el recuerdo más potente sea este por todo lo que lleva implícito de cotilleo ilustrada, de entrar en el mundo de otro, misserejar-lo y terminarlo haciendo un poquito de ti. Dicen que la primera vez nunca se olvida y quizás por eso desde entonces, aunque el conocimiento ya viniera de antes, decir Carlos Amill es pronunciar en voz alta amistad, esencia, sorpresa, impacto, alegría y decir Carles Amill es también, desde hace unos años, pronunció recuerdo, ausencia, añoranza y melancolía. Todo es infinito, todo acaba siendo infinito un día u otro, incluso la capacidad de captar, de recordar, de revivir y de esparcir la vida y este 'Blanco y negro', no hace más que agrandar un punto más el círculo, traza una nueva parada en esta línea de transporte de sentimientos que nunca acaba y que siempre se renueva. Y este infinito, el ocho acostado y circular, es un circuito perenne que se repite renovado por nuevas energías, por interminables bucles que nunca dan tregua, que se alimentan y hacen que todo sea cada vez más poderoso y fascinante. Blanco y negro. Dos contrastes, dos opciones opuestas y, sin embargo complementarias e imprescindibles de este universo voluble por donde nos movemos. Blanco y negro, como la obra de Carlos Amill, blanco y negro como su esencia, blanco y negro como su recuerdo, como la tristeza de su ausencia y la sorpresa de reencontrarlo latiendo en la felicidad creativa de su obra. El blanco y el negro dicen mucho, tal vez, quién sabe, pueden llegar a decir todo y en el caso de Carlos son buena parte de la esencia de su manera de concebir el arte y la vida. Dos presencias contrapuestas que surgen, que se esconden, que mantienen un pulso firme y de intervalos desiguales para mostrar toda la potencia de su interior. La mayor parte de las obras que se exponen ahora en la galería Antoni Pinyol nacen de una estancia muy fructífera en México. De hecho Carlos tenía una capacidad especial para abrirse al mundo, para captarlo y hacerlo suyo y esta ruta no fue una excepción. El seleccionaron para una muestra internacional, decidió llevar la obra personalmente y se quedó. Allí conoció la poeta de Costa Rica Ninfa Santos y con ella hizo lo que hacía con todos, largas conversaciones, maravillosos y enriquecedores intercambios de ideas y de pensamientos. Carlos tenía una formación clásica que le permitió entre otras cosas dirigir la restauración de los retablos de colección Antoni Pedrol Rius y una curiosidad sorprendente para recuperar técnicas antiguas o explorar otras nuevas. Eso y su sabiduría le convertían en un magnífico interlocutor y de todos estos intercambios surgió esta obra, una etapa singular, impregnada de vida, de sueños y de esperanzas. Y esta misma vida, estos sueños y estas esperanzas ahora son nuestros y tenemos la obligación moral y me temo que también la necesidad inexcusable de hacerlas vivir, dejar que fluyan sin trabas, como su propia idea de la creatividad, de la sensualidad, de la alegría, del amor, de los sentimientos desatados que subliman los efluvios de la tierra mexicana pasados -por el filtro de un artista barcelonés, injertado del Baix Camp y empapado también de Gran Metrópoli. El resultado, como siempre que se contempla una obra de Carles Amill es el estallido de la sorpresa, la sensación de caer rendido y cautivado ante una obra que no tiene resquicios, que hierve de pasión, de desazón y de sabiduría. Ahora todavía, a pesar del paso de los años, sigo pensando que el arte de nivel, el arte creado como una prolongación de la vida del artista, habla por sí mismo sin necesidad de intervención por parte de críticos o comentaristas y ahora quizás es una ocasión para ratificarlo. Las pinturas y los dibujos de esta muestra son el alma, el corazón, las manos, la voz, los ojos, la esencia del Carlos y éste es el mejor homenaje, la certeza absoluta de que él está y nos cuenta con esa cadencia arrastrada de voz, los secretos desconocidos de cada trazo. Cuentan los sabios del alma que vives mientras te recuerdan, que te empiezas a disolver en el éter cuando el olvido se adueña de tu presencia, por eso sé a ciencia cierta que Carlos es y será color, es y será infinito.
La mayor parte de las obras de esta muestra que se exponen ahora en la galería Antoni Pinyol nacen de una estancia muy fructífera en México. De hecho Carlos tenía una capacidad especial para abrirse al mundo, para captarlo y hacerlo suyo y esta ruta no fue una excepción.
Premio. 09 sep de 2024 - 13 oct de 2024 / Madrid, España
Exposición. 25 sep de 2024 - 10 mar de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 15 oct de 2024 - 30 jun de 2024 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España