Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Alcance de la muestra en Bilbao Los años posteriores a la Primera Guerra Mundial estuvieron marcados por la sorprendente aceptación de la estética clásica por parte de los artistas de la modernidad: el retour à l'ordre (retorno al orden) en Francia, el ritorno al mestiere (retorno a la artesanía) en Italia y la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) en Alemania. Esta exposición, que acogió con gran éxito el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, examina el retorno al orden en sus manifestaciones principales: el ensueño poético de la Antigüedad en la vanguardia parisina, el renacimiento politizado del Imperio Romano bajo el gobierno de Benito Mussolini, el utopismo funcionalista de la arquitectura de Estilo Internacional originada en la Bauhaus, y, por último, la escalofriante estética del emergente nazismo. España, pese a no haber participado en la Primera Guerra Mundial, también vivió una restauración clasicista en consonancia con las tendencias europeas. La muestra en Bilbao añade cerca de veinte obras de relevantes artistas españoles, algunos residentes en el extranjero y otros que permanecieron en el país, y que realizaron trabajos que respondían al signo de los nuevos tiempos. En Francia, Pablo Picasso influyó sobremanera en la difusión de la estética clásica entre 1918 y 1936. Pese a ser español, el artista trasladó su residencia de manera definitiva a Francia a partir de 1904 y sus pinturas de grandes figuras clásicas de principios de los años veinte demuestran de manera concluyente que la vanguardia parisina adoptó la nueva estética posbélica. Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936 acoge relevantes obras de esta época del artista español, así como otros ejemplos de este retorno al orden como las figuras mecanizadas de Fernand Léger o las pinturas de la commedia dell'arte de André Derain o Gino Severini, artista italiano afincado en París. La noción de una civilización latinizada destaca gracias a la creciente influencia de Jean Cocteau, cuyo film de 1930 La sangre de un poeta (Le sang d'un poète ) -en el que la fotógrafa estadounidense Lee Miller representa la estatua clásica de una adivina-, se muestra parcialmente en la exposición. Por su parte, la abstracción y el Cubismo sintético se unen visualmente en la arquitectura y el diseño de Le Corbusier, así como en las pinturas puristas que creó junto con Amédée Ozenfant; y los aspectos más abstrusos del arte y la teoría clasicistas se materializan, en términos funcionales, en los diseños neogriegos de alta costura de Madeleine Vionnet y los objetos Art Déco de Émile-Jacques Ruhlmann. En Italia, por su parte, la transición hacia la Nueva Sobriedad inmediatamente posterior a la guerra se muestra en las pinturas de Giorgio de Chirico y de Carlo Carrà. De hecho, el ensayo de De Chirico 'Il ritorno al mestiere' (El retorno a la artesanía), publicado en 1919 en la influyente revista Valori Plastici, fue vital para este momento clasicista, ya que renovó el interés por los pintores italianos renacentistas Fra Angelico y Piero della Francesca. Así mismo, la muestra acoge pinturas de artistas como Massimo Campigli y Giorgio Morandi; maquetas arquitectónicas y objetos de diseño, incluyendo una versión de la Casa del Fascio en Como (Italia) de Giuseppe Terragni y porcelanas de Gio Ponti, que demuestran la fuerza del paradigma neoclásico entre los italianos modernos de la posguerra. La escultura, el medio clásico por excelencia, fue especialmente pujante en la Italia de entreguerras, y así queda evidenciado en la exposición. En Alemania, la síntesis de Mies van der Rohe de la forma clásica y la tecnología moderna fue primordial para el etos que desafiaba al Expresionismo en la Alemania de entreguerras: los elementos icónicos de su Pabellón de Barcelona (1929), así como La mañana (Der Morgen, 1925), una escultura a tamaño real de un desnudo de Georg Kolbe, conocida gracias a las fotos originales de la estructura seminal de Van der Rohe, que están también en la exposición. Las pinturas figurativas modernas del reconocido profesor de la Bauhaus Oskar Schlemmer atestiguan cómo se interpretó en Alemania el retorno al clasicismo italiano (Schlemmer estuvo profundamente influido por el arte de Piero della Francesca, entre otros). Incluso después de los excesos del arte expresionista, el movimiento de la Nueva Objetividad representó la búsqueda de una Klarheit (claridad) estética en la República de Weimar. Obras de Otto Dix, Georg Scholz y Georg Schrimpf revelan ese enfoque racionalista junto con los retratos fotográficos radicalmente reducidos de August Sander. Sin embargo, la estética alemana moderna también nos guía a la dramática conclusión de la exposición: cuando la República de Weimar cayó y Adolf Hitler ascendió al poder en 1933, el nazismo transformó monstruosamente el nuevo clasicismo - los mitos parisinos, los juegos de interpretación italianos y la búsqueda alemana de la objetividad- en una doctrina pseudocientífica de la perfección humana. Mientras los países involucrados en el conflicto bélico intentaban recuperarse en todos los aspectos, incluido el financiero, España, fortalecida económicamente tras la guerra pero en medio de una gran incertidumbre política y social, no fue inmune a este 'retorno al orden' en el ámbito artístico. Las industrializadas Cataluña y País Vasco contaban con una prospera y moderna burguesía, lo que ayudo a la permeabilidad de esta reinterpretación del ideal clásico en el arte. Los artistas viajaban a Francia e Italia entrando en contacto con las tendencias artísticas del momento, al tiempo que se organizaban y mostraban en su cuna lo que estaba sucediendo al otro lado de los pirineos. Algunos de los artistas que mejor encarnan en París el anhelo del retorno al clasicismo del momento, como Picasso o Juan Gris, pero también Pablo Gargallo o José de Togores, fueron españoles y mantuvieron la comunicación abierta con artistas y críticos del otro lado de los Pirineos. Como en el resto de Europa, en España el pasado clásico fue rescatado desde la perspectiva de la condición moderna. Recorrido temático Centrada en las obras realizadas entre 1918 y 1936, provenientes de diversas instituciones internacionales y prestadores particulares, la muestra revela a lo largo de la tercera planta del Museo, por medio de ocho secciones que no siguen un estricto orden cronológico, las preocupaciones dominantes y las ambiciones subliminales del arte y el pensamiento europeos del período de entreguerras, La introducción a la muestra titulada A la sombra de la guerra acoge una selección de quince grabados de La guerra (Der Krieg, 1924) de Otto Dix, que describen la destrucción y el trauma causados por la Primera Guerra Mundial. Esas representaciones gráficas de los horrores de la guerra se yuxtaponen con las esculturas de los franceses Aristide Maillol y Auguste Guénot, así como del italiano Amleto Cataldi y el alemán Anton Hiller, cuyas obras pueden interpretarse como un ejemplo de la rehabilitación del cuerpo humano destrozado por la guerra, de acuerdo a los cánones de equilibrio y mesura clásicos. Un yo más perdurable Esta sección examina el entusiasmo por representar la escultura de la antigüedad o por incorporar modelos escultóricos en las composiciones como arquetipos del ser humano, es decir, como versiones más perdurables del yo, tal y como muestra la pintura de Julius Bissier Escultor con autorretrato (Bildhauer mit Selbstbildnis, 1928). Otros artistas presentes en esta sección son Heinrich Hoerle, Suzanne Phocas, Pablo Gargallo y Mario Sironi. La vanguardia de cara al pasado En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, la fragmentación y los experimentos ópticos del Cubismo contrastan de manera chocante con las mujeres voluptuosas, vestidas al estilo griego que se pasean bajo el sol mediterráneo o descansan sentadas en una pose apacible de Picasso, así como con las monumentales canéforas de Georges Braque. Los temas posbélicos de los artistas clasicistas como Fernand Léger, Henri Laurens o Julio González, y del fotógrafo Edward Steichen, son el indicio de un renovado interés por las raíces de la civilización, por Grecia y Roma, y por sus ruinas. Algunas de las obras más importantes de Picasso de ese período están expuestas en esta sección, incluyendo Escena de playa (Trois baigneuses, agosto de 1920) y Mujer en una silla (Femme dans un fauteuil, 1922) del Solomon R. Guggenheim Museum. Locos por el clasicismo El renovado interés por la historia y mitología griega y romana, que había proporcionado durante mucho tiempo a Occidente una narrativa común y arquetipos, fue fuente de inspiración no sólo para la pintura y la escultura, sino también para la fotografía, el cine, la moda y las artes decorativas. En esta sección se incluye un fragmento de una película de Jean Cocteau, fotografías de Florence Henri y George Hoyningen-Huene, objetos de diseño de Gio Ponti, mobiliario de Émile-Jacques Ruhlmann y vestidos de Edward Molyneux y Madeleine Vionnet. Cuerpos clásicos, nueva humanidad La búsqueda posbélica de un lenguaje artístico reconfortante del pasado llevó, lógicamente, a la escultura. Un grupo de escultores importantes, incluyendo a Georg Kolbe, volvió a concebir la forma humana idealizada. Esa fascinación por un cuerpo completo e intacto fue adecuada para las idealizaciones políticas tanto de la izquierda -las obras de Rudolf Belling, Marcel Gromaire y Fernand Léger, por ejemplo-, como de la derecha -el arte del fascismo italiano de Massimo Campigli y Ubaldo Oppi-. Los constructores Esta sección se centra en las interpretaciones arquitectónicas del clasicismo y en las metáforas de construcción y reconstrucción que fueron omnipresentes en la estela del caos provocado por la Primera Guerra Mundial. El nuevo lenguaje moderno buscaba la conciliación del pasado arquitectónico con el presente industrial. Las ideas platónicas sobre la armonía geométrica y la belleza de los nuevos materiales, especialmente el vidrio y el metal, se combinaron como nunca antes se había hecho. Ejemplo de ello son la arquitectura y los diseños de Le Corbusier, así como las pinturas puristas que creó junto con Amédée Ozenfant. Se muestran también en la exposición maquetas de reciente fabricación de edificios de Le Corbusier y Giuseppe Terragni, objetos y mobiliario diseñado para el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe, sillas de Piero Bottoni para la Casa Minerbi de Milán y pinturas de Aurelio Arteta y Joaquín Torres García. Haciendo clásico lo cotidiano Las naturalezas muertas y los retratos que plasman la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) alemana y el Novecento Italiano (Siglo XX italiano) demuestran el rigor con que esos movimientos abordaron la representación y el deseo de capturar la realidad objetiva. La exposición cuenta con retratos y autorretratos pintados de modo tradicional por artistas como Fridel Dethleffs-Edelmann, Carl Hofer, Giorgio Morandi, José María de Ucelay, Luigi Trifoglio y Feliu Elias, así como los retratos fotográficos tipológicos de August Sander, y todos ellos muestran el apego por lo clásico durante el devenir de la vida moderna. Escenificación/Ansiedad La escenificación del cuerpo se estaba convirtiendo rápidamente en elemento clave del espectáculo moderno. El cuerpo -desarrollado, remodelado y perfeccionado- era entonces garantía de autenticidad, en contraposición a la mente. Entre los retratos modernos más notables de la antigua Roma están las pinturas de gladiadores de Giorgio de Chirico, que fue atacado por los surrealistas por su connivencia artística con el régimen fascista. Artistas de diversa ideología política y de estilos tan diferentes como Willi Baumeister, Franco Gentilini, Marcel Gromaire, Albert Janesch y Lorenzo Lorenzetti abordaron el tema del deporte en sus obras a finales de los años veinte y a comienzos de los treinta. Imágenes del circo, del carnaval y de la commedia dell'arte fueron utilizadas por un grupo igualmente diverso, incluyendo a Mariano Andreu, Antonio Donghi, Juan Gris, Erich Heckel y Gino Severini. El lado oscuro del clasicismo La exposición concluye con una aleccionadora mirada a la búsqueda de las raíces culturales y de la perfección, a medida que la derecha se fue apropiando de ellas. Los juegos olímpicos de 1936 en Berlín fueron un espectáculo clasicista, grabado y remodelado por la gran propagandista y cineasta nazi Leni Riefenstahl en su película Olimpiada (Olympia, 1936-38), de la que se exponen unos fragmentos en esta última sección. Espacios didácticos A lo largo de la muestra dos espacios didácticos acogerán, por un lado, una selección de hitos políticos, históricos, literarios o artísticos claves en el período de entreguerras y, por otro, una selección de archivos originales en audio que permitirán al visitante acercarse a relevantes figuras de la historia, la política, el arte, la literatura o la música como Mahatma Gandhi, Adolf Hitler, representantes de la Bauhaus como Mies van der Rohe o Walter Gropius, Jean Cocteau, Nancy Astor o Miguel Hernández, entre otros. Catálogo de la exposición Con ocasión de esta muestra, el Museo Guggenheim Bilbao publica un catálogo y un suplemento que contienen un ensayo general de Kenneth E. Silver; textos adicionales sobre los desarrollos artísticos en Francia, Italia, Alemania y España a cargo de James Herbert, Catedrático de Historia del Arte y de Cultura Visual de la Universidad de California en Irvine; Emily Braun, Catedrática Distinguida del Hunter College; Jeanne Nugent, Historiadora del Arte independiente; y Mª Dolores Jiménez-Blanco, Profesora titular de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid; y entradas temáticas de Helen Hsu.
Mostrar la transformación de la cultura europea acaecida en el intensamente agitado período de entreguerras es el propósito esta muestra, patrocinada por la Fundación BBVA. Resurgiendo del horror bélico, los artistas europeos deseaban recuperar el orden, la organización racional y los valores perdurables, en contraste con el prebélico énfasis de innovación a toda costa. Como consecuencia, durante el período de entreguerras, el equilibrio y la contundencia de las formas clásicas engendró una fusión de modernidad y antigüedad, alejándose de los espacios bidimensionales abstractos y de la fragmentación del Cubismo, el Futurismo, el Expresionismo y otros movimientos de vanguardia de principios del siglo XX. Con más de 150 obras de distintas manifestaciones artísticas como pintura, escultura, fotografía, arquitectura, cine, moda o artes decorativas, esta muestra examina el retorno al orden en el período de entreguerras en Europa por medio de más de 90 artistas, entre los cuales se encuentran algunos de los más grandes maestros modernos de la primera mitad del siglo pasado como Georges Braque, Carlo Carrà, Giorgio de Chirico, Otto Dix, Pablo Gargallo, Fernand Léger, Aristide Maillol, Ludwig Mies van der Rohe, Pablo Picasso, Gio Ponti, Émile-Jacques Ruhlmann o August Sander. Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia, Alemania y España, 1918-1936 ha sido organizada por el Catedrático de Arte Moderno de la Universidad de Nueva York, Kenneth E. Silver, una destacada autoridad en el arte europeo de entreguerras, asistido por Helen Hsu, Curator Asistente y por Vivien Greene, Curator de Arte del siglo XIX y de principios del siglo XX, en calidad de asesora de Curatorial, ambas del Solomon R. Guggenheim Museum.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España