La exposición se inicia con una selección de retratos familiares en la que figuran, junto a algunos autorretratos, las imágenes de sus padres y abuela, su esposa Palmira y sus hijas Elena, Silvia y Africa.

Sin ser tampoco tema principal en su producción se exhiben algunos bodegones, unas veces en composiciones muy simples que se reducen a poco más de un plato de sardinas, otras más pobladas reúnen varios elementos sobre una mesa e incluso incorporan un paisaje de fondo.

Existen también algunas escenas de interiores y escenas callejeras de exteriores, algunas muy actuales inspiradas en su viaje a India. Pero Antonio Gallego Cañamero es un pintor esencialmente paisajista, su personalidad como pintor destaca en el panorama de la pintura actual sobre todo por su interpretación del paisaje extremeño. Paisajes reales de La Serena o ... del Valle del Jerte, nevadas invernales, primaveras que irrumpen con los primeros brotes del cerezo o con los intensos amarillos de los campos de girasol, los rojos de los campos de amapolas, los ocres otoñales de las cepas podadas y, sobre todo, los estíos de dorados trigales, rastrojeras quemadas, mieses, surcos, llanuras infinitas atravesadas en todos los sentidos por lindes, bajo cielos grisáceos, enmarañados, premonitores de pasajeras tormentas veraniegas. En definitiva son las estaciones las que imponen los colores y éstos las que las definen de forma contundente.

A estos deliciosos y amables paisajes realistas, en los que dominan la soledad y el silencio, la tranquilidad y el sosiego, Cañamero contrapone el pai­saje imaginado, duro, onírico, donde la desolación y la degradación por la acción humana resultan inquietantes, la huella destructora del hombre acaba con todo signo de belleza natural, la contaminación ambiental y la degradación de la naturaleza convierte la belleza inicial here­dada en espacios dantescos e inhabitables. La síntesis es una denuncia ecológica, un aviso de lo que tenemos y de lo que po-demos destruir con nuestras in­controladas actuaciones.

Como un paréntesis en su producción Cañamero pintó la serie de la Tauromaquia. En estos cuadros de toros se incluye a veces la figura humana, el picador, su caballo y el toro. Es decir, la bra­vura de la bestia, la nobleza del equino y el esfuerzo del picador por el dominio sobre ambos en escenas muy próximas, llenas de fuerzas, vigor y movimiento. Cañamero resuelve estos temas con dibujo firme y expresivo, pincelada breve, colores oscuros que transparentan las anatomías con finas telarañas de líneas ocres y amarillas.

En resumen, Cañamero se muestra en ocasiones, sobre todo en sus paisajes naturales y amables, como un neo-regionalista que difunde los valores de su tierra extremeña. Pero, en otras, como un onírico surrealista denunciante de una naturaleza destruida por la acción humana.

Todos sus paisajes se re­suelven con un esquema muy personal y equilibrado: la tie­rra, en toda su belleza o de­gradación, la línea del hori­zonte muy alta creando unas perspectivas infinitas y el cielo, puro o apocalíptico, que se une a la tierra en esos horizontes lejanos. Es el color, la fuerza del dibujo, la textura y las perspectivas quienes definen realmente la obra más que la luminosidad uniforme. Sin embargo, el de Don Benito no es un pintor colorista; su pa­teta, lejos de estridencias cromáticas, es sobria en colores pero rica en tonalidades, así, los amarillos, los ocres o los pardos forman un amplio abanico tonal de su gama cálida.

La exposición recoge la trayectoria artística de Cañamero a lo largo de medio siglo ejeiriendo la pintura. En el correspondiente catálogo se contextualiza la obra de Cañamero en el marco de un tiempo histórico, el cual es imprescindible conocer puesto que en dicho contexto histúrico están inmersos tanto el autor como la obra que éste genera.

El Museo de Bellas Artes de Badajoz rinde homenaje a Antonio Gallego Caña­mero con esta selección de medio centenar de obras que dan una visión com­pleta de uno de nuestros paisajistas más célebres, a quien sus hijas lo definieron desde el punto de vista personal como: “… Silencio, timidez, amor propio, au­tenticidad, valor, fuerza moral, constancia, sencillez, honestidad”.