Descripción de la Exposición Bajo el título 'Caminos', Rubén Darío Velázquez (Cornellana, Asturias, 1934), presenta su más reciente centrada en los parajes desolados, senderos que van en distintas direcciones, hasta perderse en la lejanía; caminos rurales, impregnados de silencio y nostalgia. Personajes que avanzan lentamente por senderos, casas abandonadas, muchas veces, presididas por ruinosos cementerios, caminos que se pierden en un lejano horizonte, etc. Esta temática es el reflejo de un estado del alma del pintor, muy cercano al existencialismo, a ese dolor por el inexorable paso del tiempo que va dejando detrás de nosotros una estela de destrucción. Obras que son silencio y misterio, que transmiten una profunda paz, una quietud que embarga a aquél que se detiene a mirarlas. Todo ello, con un perfecto uso del color, tonalidades exquisitamente combinadas para que nada resulte chocante y escandaloso. Se trata de composiciones tremendamente pensadas, hasta lograr equilibrios cromáticos y de perspectiva magistrales. En Rubén Darío hay algo de don Miguel de Unamuno: personajes ridículos, afeados hasta el esperpento, que no son sólo una sátira de la realidad, sino un doloroso desahogo para criticar un mundo que al pintor no le gusta. La sinfonía de colores y movimiento incesante de muchas de sus obras en las que aparecen escenas urbanas, contrasta con otras, en las que la naturaleza serena es la protagonista. En estas últimas, su corazón retorna a la paz de los bellos paisajes de su Asturias natal, a las primaveras floridas, a las extensas llanuras de una Castilla salpicada de pueblos deshabitados, a sus gentes solitarias y enigmáticas, que miran al espectador de frente, interrogantes, como si quisieran entablar con nosotros un diálogo, hablarnos de su desamparo. Pero siempre en sus cuadros se vislumbra una luz alegre que tamiza la tristeza; así, en sus jardines de preciosas flores, en sus personales bodegones, en la pintura más abstracta,...se percibe una luz especial, infinitamente clara, que dota de colorido y viveza a sus obras. Sin duda, es la huella que Gran Canaria ha dejado en él, una hermosa tierra sumamente distinta a los lugares en los que el pintor acostumbraba a vivir, y a la que el destino le llevó durante más de diecisiete años, tierra que caló en él y que siempre lleva consigo.