Descripción de la Exposición
La casa está hecha de ladrillos de adobe cubiertos de barro, mi habitación es fresca y sombreada. Por la noche me despiertan los sonidos de los insectos que crujen en las paredes, raspando sus caparazones quitinosos a lo largo de los zócalos. Sueño con grandes escarabajos negros arrastrándose por las sábanas de la cama, trepando por las prístinas crestas y valles de algodón blanco con sus cuerpos alienígenas. Mientras duermo se transforman en los trilobites que encontré en la montaña durante el día. En su estado petrificado no tengo problemas para tocarlos, seguir las líneas de sus caparazones, acariciar la textura de sus rostros como cangrejos, pero sus descendientes vivientes despiertan en mí un profundo disgusto. Parecen ser autómatas sin carácter, neutrales en cuanto al género, sus movimientos mecánicos como si hubieran sido programados por alguna fuerza superior. No tienen edad ni miembros de la familia. Cuando se aparta un gran escarabajo africano, su cuerpo suena hueco contra el suelo de piedra. Excepto por el raspado de sus caparazones y el movimiento de sus patas, estas criaturas son completamente silenciosas. Su única forma de expresión es la velocidad a la que se mueven: un ritmo lento cuando que se establece en un curso determinado, un correr caótico y caprichoso cuando detectan una amenaza. Ante eso parecen ser irresponsables con las leyes de la mecánica y la lógica: se abre la puerta, hay un ruido, el barrido de la escoba y ellos corren en la dirección opuesta a la que pretendían dirigirse. Son más susceptibles a la comunicación química: El calor, la luz, el humo mágico con el que Youssef llena mi habitación cuando está oscuro por la noche, los hace desaparecer mágicamente. Siguiendo su consejo, hice un umbral de sal a través de la puerta de mi habitación y alrededor de las patas de la cama.
Actualidad, 13 jun de 2018
#loquehayquever en Chile: Centro Cultural Lo Barnechea muestra la colección de Pedro Montes
Por Paula Alonso Poza
Paz Errázuriz, Cadu, Marta Minujin, Sebastián Calfuqueo y Marlon de Azambuja son algunos de los artistas presentes en la colección de Pedro Montes y cuyas obras se exponen ahora en el Centro Cultural Lo Barnechea.