La muestra recoge las impresiones del artista sobre el paisaje, interiores y bodegones, ya apuntadas en su última exposición individual en esta Galería.

La pintura del artista bilbaíno se caracteriza por una compleja construcción compositiva con la que crea una red estructural muy marcada, lo que combina con una factura ágil y suelta llevada a cabo por medio de una paleta de colores contrastantes, que parece beber de las fuentes fauvistas pasadas por el universo cromático del orfismo o de alguno de los artistas de Der Blau Reiter de Munich.

Iñaki de la Fuente tanto deja hablar al color como crea una especial trama grafica. En ese dar al tono la mayor intensidad posible, mediante continuos contrastes ácidos, recuerda el espíritu de trabajo de Henri Mattisse. La construcción es expresiva y al mismo tiempo deudora de las líneas geométricas, y parece más propia del cubismo y de ... Picasso.

Al embeber las figuras en el fondo, la obra se manifiesta toda ella en un muy especial primer plano. Sin gran profundidad, el espacio se segmenta y repliega con los cortes de unas dinámicas y rítmicas líneas, así como es sugerido por un modo de acabar que es muy peculiar, pues dota a las formas de de leves cambios tonales y modelados sutiles que encurvan cada superficie. Logra algo tan difícil siempre como ser conciso y complejo al mismo tiempo.