Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Que la guerra se cruce en la vida de cualquier ser humano no es un buen augurio. Sin embargo, en el caso de José Manuel Alberdi ese 'contratiempo' vital se transformó en toda una oportunidad. Cuando sólo era un muchacho, Alberdi se convirtió en uno de aquellos 'niños de la guerra', obligado a vivir lejos de su pueblo natal, Azkoitia, y de su familia. Un viaje no previsto y, en principio, sin billete de vuelta que le llevó hasta Gran Bretaña y que no estuvo exento de buena fortuna. José Manuel Alberdi inició sus estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián cuando aún no tenía la edad reglamentaria y quiso la suerte que pudiera poner en práctica sus prematuras dotes escultóricas, muy ligadas desde sus orígenes a la madera, en prestigiosos centros de arte del Reino Unido y, sobre todo, que conociera a uno de los principales escultores europeos del siglo XX, Henry Moore. La madera era para Alberdi, en cierto sentido, una reivindicación de sus raíces vascas. Con este material mantenía una relación especial que le diferenciaba de los demás escultores británicos. Sin embargo, su país de adopción supo valorar sus méritos y fue nombrado miembro de la Real Sociedad de Escultores Británicos y numerario en 1967. Fue uno de los primeros y pocos extranjeros distinguidos con este nombramiento. Aunque la madera fue una de sus materias primas más queridas, no por ello dejó de trabajar e investigar con otros materiales, siempre con un planteamiento muy cercano al del artesano que conoce y mima la materia con la que trabaja y sabe desentrañar sus secretos. El bronce, el hierro, la resina, el poliéster o la fibra de vidrio también formaron parte de su universo artístico. Con alguno de estos materiales, en concreto con el poliéster y la fibra de vidrio, fue pionero en su utilización para obra pública. Un ansia por experimentar, descubrir y renovarse que convive con absoluta naturalidad con el apego a la tradición en la obra de José Manuel Alberdi. En la década de los setenta, Alberdi abandonó Inglaterra para fijar su residencia en Dénia (Alicante). Un viaje de regreso para el que se trajo en la mochila el saber hacer y el éxito que le acompañó en las islas. También aquí José Manuel Alberdi fue un artista conocido y reconocido, aunque, porqué negarlo, quizás con menor intensidad a la de la tierra que le vio crecer artísticamente. Fue protagonista de no pocas exposiciones y también fueron frecuentes los encargos realizados a este artista al que más de uno ha calificado como un vasco o un guipuzcoano a la inglesa; un hombre y un artista formado a muchos kilómetros de la tierra que le vio nacer, pero a la que siempre llevó en el corazón y también en la mente y en las manos artesanas que le permitieron modelar sus esculturas.
Comisario: Pedro Sancristóbal.