Descripción de la Exposición
Cuando un fotógrafo llega a su madurez fotográfica debe revisar, revisitar su archivo.
Muchas veces, utilizar la escritura de la luz para narrar lo cercano es lo más acertado. Lejos de buscar acontecimientos extraordinarios o de viajar a sitios lejanos, uno escribe el día a día de su propia vida. Enrique Delgado ejerció como maestro en distintos pueblos de Guadalajara. Era un profesor valiente y polivalente, pues así lo exigía la Escuela de aquellos años. Una escuela con una única aula en la que se impartía la lección a alumnos de distintos cursos.
Comenta orgulloso que sus alumnos no extrañaban la cámara fotográfica, pues él en cuanto podía les daba lecciones de fotografía…
Con “Buenos días Don Enrique”, Enrique Delgado nos ofrece una reflexión personal de esta parte de su vida en la que se dedicó a la docencia. En su obra hay objetividad documental. Reivindica la fotografía como un producto cultural y se presenta como una nueva mirada a la realidad. Un compromiso moral que condiciona su lenguaje.
Nos muestra una serie de fotografías en blanco y negro, muchas de las cuales son retratos de niños en el colegio, de sus propios alumnos. Bellas fotografías de las que yo, a primera vista, destacaría su valor documental y humanista. Enrique nos muestra la realidad social en la que le ha tocado vivir, registra fielmente la forma y condiciones de vida.
Y en todas ellas se aprecia claramente el anhelo de su mirada apasionada, noble e integrada.
El trabajo está realizado en 1978, coincidiendo con el nacimiento de la Constitución española. La iconografía de la época, el crucifijo que cuelga de la pared, el televisor, la fotos de los reyes de España, el pupitre de madera…. Reflejan fielmente un período de nuestra historia que a la vista de estas imágenes se nos antoja muy lejano.
La exposición se divide en cuatro partes:
“El aula”
Engloba una serie de retratos realizados en el interior de la clase. Destaca en todos ellos la cercanía del fotógrafo y su implicación y, sobre todo, su sinceridad para con el retratado. La fotografía del niño sentado en el pupitre con las coderas, la de la niña realizando las tareas… reflejan esa mirada noble y comprometida del autor.
“El recreo”
Se centra en las actividades de los alumnos al aire libre. Los juegos en el campo de fútbol de tierra, las actividades didácticas de investigación sobre plantas y animales… Me emociona especialmente el retrato de unos niños en la valla del colegio que, con complicidad, miran al fotógrafo, pues capta a la perfección cómo los niños de la época pasaban habitualmente el tiempo libre.
“Los alumnos”
Engloba las fotografías de grupos de niños de distintas edades, en varios casos con su profesor. La observación detenida de los distintos encuadres nos ofrece un retrato global de lo que es para Enrique el colegio.
“Miradas”
Es una selección de momentos poéticos, íntimos, la responsabilidad del maestro frente a los futuros adultos, la captación de instantes reflexivos.
En definitiva, retratos que hablan sobre la historia de la educación española, de una escuela rural que tan bien se reconoce en la frase “Los pasillos entre las aulas son las carreteras entre los pueblos”.
Julián Lladosa
Fotógrafo.
Benifaió, enero de 2015.
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