Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- La música es presente absoluto. Sólo cuando suena, su existencia inaprehensible puede de algún modo imaginarse real en el mundo. Callada es puro recuerdo, eco en la memoria personal de quien la experimentó; o, todo lo más, un diseño abstracto de lo que será en el futuro si se la incita a ser -si se la incita a sonar-. La música no existe más que cuando muere en nuestro presente famélico; es lo que más fielmente escenifica que se es sólo para dejar de ser. Pero lo curioso de la música es que a pesar de ser presente absoluto tenga como gran pretensión, como su principal finalidad, la ordenación del tiempo a través de las ondas de sonido. No otra cosa es la música sino la estructuración del tiempo. Pero como se sabe, el tiempo es lo que más cerca está de la idea de infinito, o sea, aquello que más pone en cuestión la noción de presente. La música es, pues, en sí misma, una paradoja metafísica, un dilema filosófico, un imposible. La música es un problema por resolver, pues de entrada la ordenación del infinito, la ordenación del tiempo, es, para la mente humana, un imposible. ¿Existe en verdad la música, o sólo es una leyenda esparcida por interesados filisteos que pretendían, a plazo largo, enjaular las vidas de los hombres a través de la partición y repartición del tiempo? Si la música no existe, tampoco existe la obra de José Manuel Broto, y entonces hemos acabado aquí la excursión. Pero no, la obra de Broto está ahí, partiendo visiones del mundo, repartiendo espacios de experiencia, ordenando una de las más seductoras secuencias de la posibilidad de transitar el tiempo. Como si de una partitura se tratase -¡Partitura! ¡O sea que así se llama la forma en que la música divide, o parte (como el nombre indica), el tiempo!-, cada obra de Broto se organiza como una nota, o a veces como un conjunto de notas, en un pentagrama. No vale sólo mirar, de la misma manera en que no vale sólo leer, como es evidente y de dominio público en el caso de una nota musical. Algo completamente nuevo y añadido, y por cierto de enorme relevancia, se concita ahí, en la nota musical, en el trazo de Broto. Algo más trascendente, o sea, algo que tiene que ver con la superación de la tiranía del tiempo. Ese es el envite que desde hace muchos años ha centrado el trabajo de Broto, un envite de alto nivel como corresponde al de un artista que bebe de las fuentes de algunos de los grandes del siglo XX, los más cercanos a él en lo sígnico y también en la actitud ante la obra en proceso, los Kandinsky y Twombly, Bacon y Rothko, Richter y Soulages. Construcción y soltura, edificio y vuelo, prosa y poesía, esa dualidad tan cardíaca (el corazón que bombea y que deja de bombear, que bombea y que deja de bombear, que bombea y que deja de bombear), tan extremadamente difícil de concitar, composición y reino de los vientos, estructura y locura, que es en el fondo el núcleo puro de la música (lo único que quedará del mundo cuando este desaparezca, como paradoja de aquello que tiene como objeto de su ser el tiempo pero que a la vez está fuera de él), es también la esencia de la obra de Broto. Música para los ojos, pero no sólo para los ojos, claro: música para el tálamo y para el hipotálamo, para el numen que conforman el consciente y el inconsciente. Música para pensar el mundo y comprenderlo. Música para bailar el mundo y amarlo de verdad. Música cromática. Imagen de la música. Metapoesía. Metalenguaje. Color y tiempo. Arte de nuestro tiempo. Broto en estado puro. La exposición «Grandes partituras» de José Manuel Broto en Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma recoge por primera vez en la isla una muestra de la obra de gran formato de este imprescindible artista, vinculado a Mallorca desde el año 1998.
Es Baluard y el Institut d Estudis Baleàrics, continuando con su labor de difusión de los artistas vinculados con las Illes Balears, presentan la primera exposición de carácter institucional en Mallorca en torno a la figura de José Manuel Broto (Zaragoza, 1949). «Broto. Grandes partituras» muestra una selección de obras de reciente creación, realizadas entre 2004 y 2012, cuyo proyecto curatorial se basa en la influencia que la música ha ejercido en el desarrollo de su obra. Las composiciones deliberadamente abstractas disponen su carga semántica a la manera en que las notas en un pentagrama lo hacen con el lenguaje musical: son signos que recogen el tránsito de la emoción relacionados con ritmos de gestos y colores, espacio y tiempo. El espectador es, además de receptor como en el caso de la música, intérprete e instrumento vehicular. Así la obra de Broto, con sus secuencias de vacío y de profusión de gamas cromáticas, alcanza desde la sencillez formal capacidad metafórica y riqueza plástica.
Grandes Eventos, 13 nov de 2013
Broto, uno de los últimos fichajes de la madrileña Fernández-Braso
Por ARTEINFORMADO
La galería madrileña Fernández-Braso inaugura, mañana, 14 de noviembre, la muestra " Secos arabescos", la primera individual en su espacio de José Manuel Broto (Zaragoza, 1949). Este artista aragonés, con ...
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