Descripción de la Exposición
Cuando era joven, pensaba que la pintura era el método idóneo para ver las cosas de forma distinta y expresar mis ideas con un lenguaje al que podía acceder sin demasiadas complicaciones, ni económicas, ni sociales.
El tiempo te enseña que no es una cuestión de presentar tu obra, sino de comprender el mundo que te rodea antes de mostrar una visión personal; que no es una cuestión de habilidad, sino de paciencia para saber crear nuevos imaginarios que repiensen también la realidad conocida y la otra, desconocida.
Sin embargo, es también descorazonador el comprobar la ineficacia de tu trabajo en el pensamiento colectivo, salvo a largo plazo. Me refiero al trabajo del artista que tiene que luchar contra falsas narrativas históricas asentadas en nuestro ideario social.
Por otra parte, en estos últimos años, mi afición a profundizar en lecturas sobre física cuántica, me ha aportado una gran cantidad de conocimientos que producen sueños monstruosos, y que han desestabilizado lo que yo llamaba “mi realidad”.
Todo es una ilusión y nuestro cerebro, consciente de los peligros de locura para nuestro organismo, nos protege impidiendo la visión de la verdadera realidad y colapsando nuestra observación, como si se tratase de una serie de fotogramas en continuo movimiento.
Dicho de otro modo, la observación determina el estado final de las cosas que percibimos.
Tanto en la cosmología, como en el mundo diminuto de las partículas, todo son preguntas que llevan a más preguntas, pero que me producen grandes ensoñaciones para pintar, porque todo lo que se puede pensar es “pintable”.
Los temas que presento en esta exposición, ya adelantados en “Kermés del Neutrino”, nos permiten apreciar la información elucubrada de aquellos que, traspasando lo denominado por E. Hockins “Horizonte de sucesos”, nos relatan qué sucedería si mirásemos dentro de esos pozos que llamamos agujeros negros, en los que la fuerza de gravedad es tan enorme que estiraría nuestro cuerpo en forma de espagueti, hacia su interior, simplemente por asomarnos, y nos haría bailar en esa sopa donde están todas las cosas perdidas por nosotros, junto a todas las informaciones que desearíamos tener y todo aquello que, dentro de una gran densidad de objetos, aún no soy capaz de reconocer.
Muchos más temas. Todo se puede pensar: el determinismo, “el gato de Schrödinger”, la densidad, las simetrías del neutrino, etc.
La segunda serie, Retratos celulares, representa fundamentalmente cabezas de seres conocidos. Vistas, posiblemente desde un interior, con su masa de fluidos, materias celulares en efervescencias, nada tienen que ver con lo estático de la belleza de una bonita nariz, o de unos bellos pómulos.
Por último, presento una muestra de la serie Narrativas del desafortunado “RO” y de sus tribulaciones. Son retazos de recuerdos no vividos por mí, pero que llegan a mi memoria. Podrían ser sueños en recuerdos de universos paralelos.
El carácter primigenio de la duda de ser el auténtico o el reflejo copia de áquel, o de su destino ya escrito, siempre caracterizado por la necesidad de portar un cucharón. Tal vez aprendido de su primer viaje con Gilgamesh y de la necesidad del ser humano de alimentarse.
Por otra parte, “RO” sabe que todo destino está formulado de antemano, tal vez por eso no mira a los lados cuando cruza una calle, o quizás sea porque…