Descripción de la Exposición
-“Poéticas del silencio, esencias en resonancia” hace alusión a un estado de búsqueda interiorizada no sólo por parte del artista, sino que invita igualmente al espectador a sumergirse en un recorrido intrínseco, un contacto íntimo con lo más profundo de cada ser. De ahí que las propuestas seleccionadas no se puedan observar únicamente desde la fruición poética y estética, ya que requieren obligatoriamente de una comunicación de carácter anímico.
Las obras de Luis Miguel Gómez (n. 1955), Koldo Etxebarria (n. 1960) y Jesús Lizaso (n. 1961) no ahondan en la soledad social ni individualizada, simplemente abogan por incentivar un camino de inmersión mental que, encubierto de un halo de soledad silenciada, traslada al espectador a su propia relevancia interior.
-A diferencia de otras ediciones, donde el comisario seleccionaba a los artistas, en esta ocasión fueron los creadores los que propusieron al comisario dar forma a un proyecto, que finalmente se ha materializado en esta muestra.
Las últimas propuestas de los creadores Luis Miguel Gómez, Koldo Etxebarria y Jesús Lizaso se combinan bajo una revisión comparativa, pero con claras dotes de coherencia programática. Son tres autores que se han forjado y han evolucionado bajo el marco de una de las ciudades más industriales de nuestra geografía vasca, como es Basauri. Se trata de unos creadores contiguos en el espacio, ya que todos han crecido y actualmente residen en dicho municipio.
Igualmente, hay un acercamiento generacional, que les ha permitido compartir de manera continuista momentos de fluidez comunicativa e informativa, debates y revisiones críticas en torno a la evolución estética de nuestro espacio cultural, siendo conocedores de las transformaciones de cada una de sus proyecciones profesionales.
Son numerosos los elementos que les relacionan, lo que ha facilitado la puesta en marcha y una coherencia articuladora de esta muestra. Pero, hay otro factor relevante que nuevamente vuelve a conjuntarlos. Nos referimos a la tendencia marcada y constante de espacios inundados por el silencio tanto en las propuestas pictóricas de Luis Miguel Gómez y Koldo Etxebarria, como de la enunciación de formas en fase de repliegue sobre si mismas del escultor Jesús Lizaso, que acontecen en espacios de refugio, mediante oquedades, recovecos y vacíos resonantes. En definitiva, distintas posturas metodológicas, que profundizan en objetivos similares: la necesidad del repliegue, la búsqueda de un silencio visual, pero que a su vez no se defina como opaco, sino que borbotee esencias de repercusión reflexiva.
-Conexionados por la temática establecida, se han seleccionado trabajos vinculados a la imagen, tanto desde la conformación del óleo por parte de Luis Miguel Gómez como desde las tecnologías 3D de Koldo Etxebarria, distantes técnicas, pero en base a una introspección mental. Junto a estos creadores de la imagen, se complementan las aportaciones plásticas de Jesús Lizaso, donde la materia es doblegada ante el poder inmaterial de la reflexión mental, lo que nos adentra en una nueva práctica interiorizada.
Los lenguajes figurativos de los dos primeros artífices, junto con los condicionantes abstractos de la escultura de Jesús Lizaso componen un tapiz de distintos caminos, pero con un objetivo común a la hora de incentivar un ejercicio metafísico.
Luis Miguel Gómez (n. 1955), artista autodidacta, que vive en Basauri, manifiesta una dilatada trayectoria creativa y expositiva, destacando entre individuales y colectivas, las muestras realizadas en la Casa del Cordón de Burgos durante el último año; el Parlamento de La Rioja en 2013; Museo de Bellas Artes de Albacete en 2014, etc. Su obra se encuentra dispersa por distintas entidades y espacios tanto públicos como privados, destacando el Museo de Albacete, Ayuntamiento de Ermua, Colección OSAKIDETZA–Bizkaia, Colección Galería Aitor Urdangarin (Vitoria-Gasteiz), Museo del Calzado de Elda (Alicante), Colección Zumarraga & Urretxu (Gipuzkoa).
Los planteamientos de Luis Miguel Gómez (Bizkaia, 1955) se parapetan en un abanico compuesto de heterogéneas temáticas, pero con una vertiente orientada hacia un realismo mágico, bajo un tiempo estático y un espacio ensimismado, donde las figuras se sumergen en un halo de irrealidad aparente. En definitiva, un representación cercana a Dewey y Rorty, donde la escena es representada mediante un viaje definido por ideas y patrones mentales.
Sus cauces comunicativos en torno a la realidad e irrealidad, le acerca a los postulados del pensador Xavier Zubiri, quien definiría al hombre no sólo como “inteligencia sentiente”, sino especialmente como productor de realidades e irrealidades, ya que su necesidad de generar lo irreal no es más que la manifestación de estar en la propia realidad.
Koldo Etxebarria (n. 1960) vive en Basauri. Se licencia en Bellas Artes en 1983 por la Universidad del País Vasco, trabajando desde ese mismo año hasta la actualidad en el Departamento Artístico de EITB, lo que le ha obligado a mantener una formación teórica y práctica permanente en programas informáticos aplicados al lenguaje visual en el soporte televisivo.
Ha realizado destacadas exposiciones internacionales: Lacda-Digital Art Galery: “Snap to Grid“ (Los Angeles) en 2008 y Federation of Canadian Artists (Vancouver, Canadá) en 2015. Por otro lado, ha obtenido importante premios internacionales, como “Digital Imagery Exhibition” - Federation of Canadian Artists (Vancouver) y el galardón Fundación Focus-Abengoa (Sevilla), ambos en el año 2015.
Las propuestas de Koldo Etxebarria (Bizkaia, 1960) retoman referentes tanto de la pintura metafísica italiana, como de ciertas propuestas de Edward Hopper y Charles Sheeler, en lo que sería el hilo conductor de una poética de la ausencia, pero que a su vez se constata en la aportación fotográfica de Gregory Crewdson, así como en la plasmación de determinadas escenas cinematográficas de Lee Friedlander, Robert Frank, Joel Meyerowitz o Stephen Shore.
El marco pictórico de este creador se define como una búsqueda de espacios metafísicos, mediante la tecnología 3D, en relación con los textos advaitas más conocidos de Jean Klein, así como el pensamiento de D.T. Suzuki y Erich Fromm. Por este motivo, el silencio imperante de sus escenas encierra un universo de gran elocuencia metafísica.
Jesús Lizaso (n. 1961) vive y trabaja en Basauri. De formación autodidacta, pero constantemente versado en las necesidades de una adaptación al marco artístico, se ha formado en distintas técnicas plásticas en centros y espacios de diversa índole. Su trayectoria expositiva, tanto individual como en marcos colectivos, es nutrida y constante, destacando la Sala Rekalde (2015, Bilbao), Museo de Arte e Historia de Durango (2014) y el espacio Torrer Tower (2004, Chicago). Cuenta a su vez con menciones y premios internacionales, destacando la Medalla de Oro Lorenzo il Magnífico de Escultura, 8ª Florence Biennale Internazionale dell’Arte Contemporana (Italia) en 2011.
La articulación de los pliegues por parte del escultor Jesús Lizaso (n. 1961) entraría dentro de la serie Ortotropías, pero asumido como una presencia metafórica, que en palabras de Gilles Deleuze retomaría la idea de un laberinto que busca la libertad del alma, es decir, repliegues de la materia para resaltar simbólicamente la presencia del alma.
En sus propuestas se va configurando la construcción de un sistema intelectual, adentrándose a su vez en las teorías de los sólidos y su escala de dureza, es decir, la conocida escala de Mosh. Pero sólo se trata de una simulación y una recreación de percepciones visibles. En este sentido, el artista parece desbaratar las fuerzas de cohesión de los propios átomos que generan la consistencia material, ya que sus propuestas quiebran esta contingencia física.
A diferencia de sus anteriores trabajos de corte más expresionista y su proyección de propuestas públicas, Ortotropías se muestre como un ejercicio de postura mental, interiorizada e introspectiva.
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