Descripción de la Exposición La serie completa consta de 17 fotografías Este proyecto es una nueva serie relacionada con otro proyecto anterior, Rodó Park, el parque de atracciones de mi infancia en Montevideo, pero en este nuevo proyecto el sujeto es Bismarck y no el parque.
Bismark Pino fue criado por su tía, como el Hombre Araña. En aquél entonces, sus padres vivían, pero conoció a su madre siendo adolescente. Su orfandad le generó un trauma y conocer a su madre, una gran desilusión. Sin embargo, al poco tiempo de haberla conocido, decidió adoptar el personaje de El Hombre Araña y esto le cambió la vida. Bismarck proviene de una familia desestructurada y por ello ha decidido orientar a niños y adultos sobre la importancia de que los lazos familiares sean buenos y sólidos. Lo hace desde hace mas de 15 años y piensa dedicarse a ello de por vida.
Para ganarse la vida acude al parque de atracciones cada día del año, vestido como Spiderman, y por poco dinero se deja hacer una foto de él con los niños, con su cámara Polaroid. Durante el tiempo del revelado, habla con padres e hijos de la familia, algo que él no disfrutó en su infancia. Él sabe que no es Spiderman, pero se siente fuerte cuando va vestido del personaje y ello le ajuda a vivir mejor.
La intención del proyecto, se orienta a recrear el mundo de Bismarck desde la perspectiva de su fantasía. Como todo mundo imaginario, se nutre de referentes reales, tan reales como él, su personaje y los espacios que recorre a diario, es decir, el espacio de la infancia y sus sueños. Marcelo Isarrualde
Barcelona, 2007
Hay un hombre en Montevideo que todos los días se pone un traje de El Hombre Araña y sale a la calle.
No está contratado por ninguna empresa o firma de promociones.
No. Nada de eso. Simplemente es algo que él considera debe hacer. Y eso le hace bien. De manera similar que otra persona se pone una corbata y va a la oficina, este hombre se viste cada día con su traje de Hombre Araña y deambula por las cercanías de parques de diversiones, plazas o lugares donde ocasionalmente se encuentre una buena cantidad de niños. Allí, cualquier niño puede hacerse una foto junto a él, por poco más de un dólar. Eso sí, mirará a los ojos de los padres, al entregarle la Polaroid en cuestión, recordándoles que sean bueno con sus niños. Esa es su verdadera misión.
En la intimidad, lejos de llamarse Peter Parker, su nombre se funde en el anonimato, así como su cara desaparece entre tantas otras iguales. Su cara es desconocida y su nombre verdadero es Bismarck.
Debido a una curiosa costumbre de cierta población uruguaya de importar nombre extranjeros, con vocación histórica en la mayoría de los casos. Apellidos, en realidad, que luego se transforman en nombres de uso común, como Washington.
Sobreviviente de un hogar fracturado, su tía crió al niño Bismarck, al igual que en la historia del Spiderman original. Y él solo, pasado el tiempo, fue construyendo su personaje, en los imprecisos límites de la fantasía. Este hombre de ahora sabe que él no es el verdadero Hombre Araña. No es esa su obsesión. Pero cumple diariamente con ciertas rutinas y los mandatos morales del superhéroe, convirtiéndose entonces así, aunque sea a escala, en otro Hombre Araña, también posible. En rigor, si se quiere –y paradójicamente más verdadero que el real, aunque suene como un juego de palabras. Pues en tanto el otro solamente existe en revistas o películas, a este lo puedes ver, tocar, hacerte una foto con él, mientras le exige a tus padres que nunca dejen de ser buenos contigo.
Y a diferencia de un Mickey Mouse de Disneylandia, que siempre tienes la certeza que va a estar allí, con este Spiderman criollo nunca sabes. Quizá ese día esté en otro lugar, se encuentre resfriado o no disponga de dinero suficiente para el transporte hasta allí.
Desde hace 6 años, Marcelo Isarrualde –fotógrafo uruguayo radicado en Barcelona- registra sistemáticamente miles de escenas de este personaje. Y ha ido perfeccionado su búsqueda, su visión, su capacidad de retrato del superhéroe clonado y el entorno.
Fotografía en sus viajes de verano a Montevideo y pasa los otros once meses procesando el material. En cada nuevo viaje refina la expresividad, las luces, las horas que son más cómplices que otras. Puedes estar en un café de Montevideo tranquilamente tomando una cerveza con Marcelo hasta que inesperadamente mira el reloj y dice: me tengo que ir. Tú te quedas a terminar el trago y bien sabes que se va corriendo a las inmediaciones del Parque Rodó pues el sol va a reflejar de determinada manera sobre unas chapas de metal pintado que hacen un contraste con el Hombre Araña exactamente igual al perseguido durante sus largos meses de estudiar las fotos anteriores en Barcelona.
Y allí va. A buscar el momento mágico, como un photo reporter cuya noticia buscada es el ángulo perfecto de un rayo de sol sobre el césped. De eso tratan estas fotos. No de la decadencia o posible patetismo de un hombre algo flaco dentro de un traje de El Hombre Araña. Ni de la ironía o un supuesto modernismo a ultranza.
Tratan, me parece –entre muchas otras cosas- de mostrar el color intenso allí, en una ciudad más famosa por sus grises y humedades invernales. De superar la fractura y recomponer los pedazos rotos. De reencontrar la ciudad que se perdió o se dejó años atrás, lejos, en épocas de calesitas coloridas y autos chocadores que no mataban a nadie. De retratar a un hombre que hace lo que le parece que debe hacer. Y ha encontrado su lugar, así como su verdadero rostro, debajo de una máscara.
En todo lo que se perdió, y se tiene para siempre.
Fidel Sclavo
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España