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Bilbao

Exposición / Juan Manuel Lumbreras / Henao, 3 / Bilbao, Vizcaya, España
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Cuándo:
04 dic de 2012 - 10 ene de 2013

Inauguración:
04 dic de 2012

Organizada por:
Juan Manuel Lumbreras

Artistas participantes:
Damián Flores Llanos

       


Descripción de la Exposición

La inauguración del Museo Guggenheim en 1997 entrañó una considerable transformación en la visión de la ciudad de Bilbao. La tradicional valoración de ciudad industrial sin interés patrimonial se modificó por otra de urbe atractiva con arquitecturas singulares a descubrir. Este cambio se conoció como efecto Guggenheim al considerar a este museo como el responsable de la nueva situación.

 

Bilbao atesora en su Ensanche un conjunto arquitectónico de excepcional calidad. En un espacio reducido se puede hacer un viaje a lo largo de la arquitectura de los siglos XIX y XX, a la vez que se descubre la conformación de una ciudad burguesa y centro de negocios. Los estilos presentes son los siguientes: eclecticismo, neomedievalismo, neovasco, modernismo, art déco, racionalismo, estilo nacional, funcionalismo y neovanguardia. Un museo vivo que se abre a la contemplación de bizkainos y visitantes. Es uno de los mejores del estado español.

 

Este potente valor junto a las importantes inversiones públicas en su mejora urbanística han hecho posible el afianzamiento de su encanto a lo largo del tiempo. Su impacto ha sido tan decisivo que ha llevado a denominarlo, ya no como el efecto Guggenheim sino como el fenómeno Bilbao.

 

Por cierto, este valor patrimonial no se ha sabido valorar suficientemente, lo que ha condicionado su limitada explotación como recurso turístico. Es una tarea pendiente, que es urgente acometer, para consolidarlo como destino de calidad.

 

En la bibliografía no hay muchos libros que pongan en relevancia el Ensanche de Bilbao, entre estos cabe subrayar tres especialmente: 'Bilbao en el detalle: Una mirada desde la arquitectura', 'Bilbao. Los Ensanches' y 'Guía de arquitectura urbana de Bilbao'. Son tres publicaciones muy decisivas para conocer y entender el Ensanche de Bilbao. Es un campo en el que todavía se pueden hacer aportaciones de gran interés para poner en valor su arquitectura contemporánea.

 

En la pintura, en cuyo análisis contamos con una excepcional obra: 'Bilbao en el arte', tampoco ha sido muy habitual un enfoque que valore los edificios como iconos singulares. Pintores como Jesús María Lazkano o Raúl Urritikoetxea han realizado un acercamiento a determinadas arquitecturas pero como pretextos, que forman parte de escenografías generales, y no por lo que como arquitecturas en sí mismas significan.

 

La exposición de Damián Flores es muy decisiva ya que supone el primer homenaje plástico a la modernidad arquitectónica en Bizkaia, desde los inicios con el art déco hasta su madurez con el racionalismo. El grueso de los elementos seleccionados pertenece a Bilbao aunque igualmente se recogen ejemplos de Bermeo. El análisis lo realiza fundamentalmente a través de la selección de detalles constructivos. Los edificios de vista de conjunto se reducen a un puñado de ejemplos. Pero no sólo se limita a las obras sino que recupera la memoria de algunos de sus artífices como Pedro Ispizua, Rafael Fontán, etc.

 

En su viaje bizkaino, deja espacio igualmente para otro aspecto definitorio de lo fue la Bizkaia industrial de finales del siglo XIX, que se encuentra en proceso de extinción, los paisajes industriales de la Ría de Bilbao. Son lugares de una gran belleza por su condición de iconos supervivientes de un pasado desaparecido. Y además, constituyen un excepcional recurso pictórico.

 

La interpretación plástica de Damián Flores resulta francamente sorprendente porque desde un desconocimiento de partida vislumbra valores esenciales del racionalismo bizkaino, que en su mayor parte no han sido pintados. En ello evidencia su oficio para realizar un atinado trabajo de campo visual, como lo haría un historiador de la arquitectura, para seleccionar aquellos aspectos que expresan los valores esenciales. En fin, una comunión perfecta de los requerimientos plásticos con los científicos.

 

Una lectura completamente novedosa que descubre un Bilbao diferente, el más vanguardista, que lo representa el art déco y el racionalismo.

 

Así los elementos seleccionados son preferentemente los torreones angulares, una característica muy presente en la arquitectura del Ensanche fundamentalmente en las décadas de los treinta y cuarenta del siglo XX, para embellecer los ejercicios de art déco y del Movimiento Moderno.

 

De art déco son tres los ejemplos seleccionados, tres potentes remates, dos cubistas ornamentados del arquitecto Pedro Ispizua: Iparraguirre 36- 38 de 1930 y el 45 de 1931, y uno futurista de Raimundo Beraza: Autonomía 56-Doctor Areilza 60 de 1931.

 

Del racionalismo se fija en dos modelos, el expresionista de Rafael Fontán (plaza de la Casilla 10 de 1935); y los cubistas puristas de Pedro Guimón (Gregorio de la Revilla 14 de 1934 y Colón de Larreategui 50 de 1935) y Pedro Ispizua (Iturriaga 58 de 1933).

 

También recoge torreones del racionalismo de postguerra de Manuel Ignacio Galíndez: plaza de Venezuela 2 de 1943, de Rafael Fontán: Diputación 8 de 1944 y de Pedro Ispizua: dos de 1942, Ribera de Botica Vieja 23- Rafaela Ibarra 1-2-3 y Askatasuna bidea 34 en Bermeo.

 

Para la perspectiva de conjunto escoge cuatro edificios del vanguardismo bizkaino debidos a los siguientes arquitectos: Diego Basterra (María Díaz de Haro 54 de 1929), Fernando Arzadun (Txibitxiaga 9 de 1930), Manuel Ignacio Galíndez (alameda Mazarredo 7 de 1934) y Rafael Fontán (Esperanza 6 de 1943). Todos en Bilbao salvo el de Arzadun situado en Bermeo. Es de destacar muy especialmente el de Fontán porque el afortunado ejercicio plástico afianza la condición de los Ascensores de Begoña de icono único del vanguardismo bilbaíno, que además marca el perfil de la ciudad de Bilbao.

 

Su mirada también engloba aspectos que escapan a la mirada de los ciudadanos, como pequeñas piezas de la vida cotidiana: embarcaderos y muelles de la Ría de Bilbao o espacios duros: bajos de los puentes o medianeras de edificios (Damián escoge la del edificio industrial del Camino de la Ventosa 46). Su lectura pone en valor la belleza oculta de estos elementos, consecuencia de diseños que responden a la funcionalidad requerida por su uso pero sin renunciar a una esmerada ejecución.

 

La pintura de Damián Flores no es un artificio que se sirve de los edificios sino lo que pretende es entender el planteamiento del racionalismo bilbaíno.

 

Da la impresión que hubiera tenido la oportunidad de conversar con los arquitectos que los proyectaron y le hubieran trasladado sus inquietudes.

 

Pero no es un mero trabajo descriptivo, sino que busca desde las reglas de la plástica la trasmisión del vanguardismo perseguido por sus proyectistas con el diseño arquitectónico. Un ejercicio de memoria que ayuda a comprender el sentido profundo de una vanguardia arquitectónica, que aspiró a cambiar el mundo.

 


Imágenes de la Exposición
Damián Flores, Bilbao

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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