Asaltada por un pulpo que habita en tu congelador mientras las verduras te invaden vorazmente. Nunca una solitaria noche de sábado fue tan prometedora. Mi banquete soy yo misma. El león más temible es aquel que parece de juguete y se viste con tu abrigo. La vegetación más tenebrosa siempre parece domesticada. Una animalidad de cartón piedra como umbral hacia los placeres inconfesables donde la única carne sacrificada será la propia. La noche como artificio para desatar los deseos que se pudren en las entrañas y lo empapan todo de ese dulce irresistible olor a flores mustias.

La decadencia como liberación suprema.

Bestiario engendra escenarios extáticos donde todo puede suceder pero nada es irremediable. Altares exquisitos donde autoinmolarse hasta salir intacta. Escenas del crimen adulteradas para ahuyentar la fatalidad. La humanidad como asfixia, ... la bestialidad como anhelo. El arrebato y el ritual onanista señalan la salida de emergencia.

Siempre he deseado fugarme a los inframundos que recrea Mariana, incluso antes de que ella los fabulara.