Descripción de la Exposición
El museo acogerá una gran exposición sobre el paisaje español del final del siglo XIX y principios del XX que se centra en las colecciones desarrolladas entre las décadas de 1940 y 1970 por los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos José Entrecanales Ibarra (Bilbao, 1899-Madrid, 1990) y Santiago Corral Pérez (Santander, 1907-Madrid, 1989).
Dedicados ambos a la trasformación de las infraestructuras de un país atrasado, se interesaron de forma notable por la renovación pictórica que había tenido lugar en España medio siglo antes a través del género moderno por excelencia, el paisaje.
Así, se fijaron con acierto en los pintores de mayor calidad y capacidad de innovación, y formaron exuberantes colecciones con obras importantes, entre las que destacan, por su abundancia, las de Aureliano de Beruete (Madrid, 1845-1912) y Darío de Regoyos (Ribadesella, Asturias, 1857-Barcelona, 1913), los únicos pintores impresionistas españoles.
El interés de esta exposición radica, por una parte, en la excelencia de las obras reunidas por Entrecanales y Corral y, por otra, en la destacada tenacidad de coleccionismo que demostraron para su tiempo.
La vocación de modernidad de Bilbao, ciudad que fue central para Regoyos, el más cosmopolita y radical de los pintores representados, y de nuestro museo, que conserva la mejor colección existente de este autor, hacen acoger con toda propiedad y entusiasmo la muestra, que es, además, una oportunidad única para exhibir por primera vez aquí un conjunto muy significativo de piezas de Aureliano de Beruete.
La muestra reunirá setenta obras de las citadas colecciones –la mayor parte fechadas entre 1890 y 1920–, principalmente paisajes de Beruete y Regoyos, complementados con otros de sus coetáneos Agustín Riancho, Francisco Gimeno, Santiago Rusiñol y Joaquín Sorolla.
Conscientes de la calidad e interés de lo reunido, buena parte de sus herederos conservaron las obras, lo que ha permitido organizar esta muestra. A este núcleo principal se añaden contadas obras que formaron parte de sus colecciones y ahora pertenecientes al Museo del Prado (2), el Museo de Bellas Artes de Bilbao (1), así como a colecciones particulares (5). Se incluirán solo aquellas obras que fueron adquiridas por Entrecanales y Corral y formaron, por tanto, parte de sus colecciones.
Beruete, Regoyos y el paisaje en las colecciones de los ingenieros José Entrecanales y Santiago Corral ha sido comisariada por Javier Barón Thaidigsmann, jefe del Área de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado, autor asimismo del extenso texto del catálogo editado para la ocasión.
Beruete, Regoyos y el paisaje en las colecciones de los ingenieros José Entrecanales y Santiago Corral
José Entrecanales (Bilbao, 1899-Madrid, 1990) y Santiago Corral (Santander, 1907-Madrid, 1989), ingenieros de Caminos de trayectoria profesional y empresarial muy destacada, desarrollaron además una actividad coleccionista de gran relevancia. Interesados, en parte debido a la importancia que el terreno tiene en su profesión, por la pintura de paisaje, reunieron obras muy significativas y numerosas de los artistas españoles más destacados en el paso del siglo XIX al XX.
En ese periodo el paisaje fue el cauce de modernidad por excelencia de la pintura. En España se asoció a una nueva visión del país por los artistas del regeneracionismo, conscientes del valor histórico y cultural que implicaba. Entre ellos, Aureliano de Beruete y Darío de Regoyos fueron los más radicales y relacionados con las modernas corrientes europeas. El gran protagonismo que sus cuadros, de gran calidad, tuvieron en ambas colecciones es índice elocuente de su acierto en la elección, como prueba el elenco que aquí se presenta.
Adquirieron además obras del pintor cántabro Agustín Riancho y del catalán Francisco Gimeno, artistas ambos de trayectoria singular en la libertad e inmediatez con que, de modo muy independiente, afrontaron la naturaleza. Atendieron, en fin, a las obras de dos pintores preeminentes que, aunque cultivaron otros temas, trabajaron al aire libre y realizaron también excelentes paisajes: Santiago Rusiñol, relacionado con el simbolismo, y Joaquín Sorolla, el más destacado artista de su generación, íntimo de Beruete y consciente como él de la variedad y riqueza de la geografía española.
Agustín Riancho (Entrambasmestas, Cantabria, 1841–Alceda, Cantabria, 1929)
En el paisaje español del siglo XIX la trayectoria de Agustín Riancho resulta singular. Durante su larga estancia en Bélgica en las décadas de 1860 y 1870 asimiló las nuevas corrientes realistas, que se habían difundido a partir de la influencia francesa. Desarrolló entonces un gusto por el uso de los negros y de una materia espesa y consistente aplicada en anchas pinceladas. Muy aficionado a los paisajes fluviales, los frecuentó también durante su estancia en Valladolid a finales del siglo XIX y después, a su vuelta a Cantabria, en los alrededores de su localidad natal, Entrambasmestas, donde pintó en completa soledad. La fuerza de la naturaleza del norte se expresó entonces con energía muy intensa en su representación del bosque cántabro, sus árboles, ríos y cascadas. Al final de su vida, ya anciano, realizó una pintura de tonos ocres, grises y negros, aplicados en manchas sin contornos mediante pinceladas cargadas de materia. Esta inmersión profunda en una naturaleza que él también conocía a la perfección fascinó a Santiago Corral, que reunió trece obras suyas. Además, los antepasados de su esposa, María del Pilar López-Dóriga y Pombo, habían sido los principales protectores del artista en sus inicios.
Aureliano de Beruete (Madrid, 1845–1912)
Fundador de la Institución Libre de Enseñanza, coleccionista, historiador del arte y gran aficionado a la música, Beruete fue el pintor más culto de su generación. A través de sus paisajes supo presentar una visión profunda y original de las antiguas ciudades castellanas, especialmente Toledo, donde pintó casi cada año, y Segovia, Ávila y Cuenca. Trabajó además en diversas localidades europeas, algunas muy frecuentadas por los pintores, como Eastbourne, Quimperlé y El Havre. Su afición a la montaña, característica de los institucionistas, le llevó a pintar la sierra del Guadarrama, espina dorsal de España, en cuadros que rinden homenaje a Velázquez, que la representó en los fondos de sus retratos y a quien Beruete dedicó una valiosa monografía. También pintó los Alpes, corazón de Europa, en tres campañas sucesivas. A partir de 1903, utilizó los tonos puros y la pincelada dividida al modo impresionista, como puede verse en los reflejos de sus cuadros del Manzanares, interpretada con una fluidez y libertad que ponen de manifiesto su conocimiento de Velázquez. La suma de los cuadros de Beruete reunidos por Entrecanales y Corral constituye un elenco cuyo número y calidad no iguala ninguna otra colección.
Darío de Regoyos (Ribadesella, Asturias, 1857–Barcelona, 1913)
Entre los paisajistas españoles, Regoyos fue el que tuvo un mayor contacto con las corrientes internacionales ya desde su temprana estancia en Bruselas, uno de los focos europeos de renovación. Esto y su continuo afán de búsqueda le convirtieron en el artista español de mayor
modernidad. Su proximidad al simbolismo desde una de sus fuentes más originales, la belga, su asimilación del impresionismo y del puntillismo reforzada por su amistad con Camille Pissarro y Paul Signac, y su interés por pintar de un modo novedoso el paisaje le convirtieron en una referencia influyente especialmente en el País Vasco, donde vivió gran parte de su vida.
El número y la naturaleza de las obras reunidas por José Entrecanales y Santiago Corral permiten representar muy bien su valioso periodo neoimpresionista (movimiento que ningún otro artista español cultivó): el paisaje húmedo del País Vasco, la fascinación por el pasado histórico, el interés por Granada y su última etapa en Barcelona. Especial relevancia, por su calidad y por su relación con la actividad de ambos ingenieros, tiene la atención a la transformación industrial de la ría de Bilbao, el transbordador de Las Arenas y el viaducto de Ormáiztegui.
Francisco Gimeno (Tortosa, Tarragona, 1858–Barcelona, 1927)
La personalidad artística de Gimeno es muy singular, y marginal respecto a la de sus coetáneos. Después de una primera formación local con pintores decoradores, en 1884 se trasladó a Madrid, donde fue discípulo de Carlos de Haes y estudió a los maestros del Siglo de Oro en el Museo del Prado. Tres años después volvió a Cataluña, donde desarrolló toda su carrera. Su pintura, de tonos terrosos, gruesos empastes y enérgica factura, es fruto de un temperamento intuitivo. Muchos de los motivos que realizó son interiores de bosque, en donde el artista se sentía completamente rodeado por el paisaje y lo captaba de un modo muy inmediato. Su manera original y directa de abordar la naturaleza sin rehuir las asperezas de las rocas y barrancos, captados a través de una materia densa, a veces árida, atrajo sobre todo a Santiago Corral, que llegó a reunir treinta y una obras. La mayoría son de su última etapa, posterior a 1917, en la que la mayor calidad de los pigmentos que utilizaba le permitió conseguir un colorido más variado, a través de una ejecución más jugosa.
Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861–Aranjuez, Madrid, 1931)
Hombre culto, gran impulsor del modernismo y el simbolismo a través de su actividad como escritor y artista, Rusiñol es conocido sobre todo como pintor de jardines, pero abordó también otros temas. Su dedicación coleccionista en el museo que fundó en Sitges con el nombre de Cau Ferrat (Barcelona) le llevó a realizar muchos viajes. Con este motivo, se trasladó a Ibiza en el invierno de 1913, donde pintó El Puig des Molins, lugar de rico pasado arqueológico en el que realizó excavaciones y del que le atrajeron los molinos, que representó al fondo de este cuadro. Ya durante sus estancias anteriores en la vecina isla de Mallorca estas construcciones habían captado su atención. La delicadeza de la percepción del artista, acostumbrado a trabajar del natural, se revela en los matices de color del crepúsculo. Fascinado también por la fuerza cromática de los interiores de las casas ibicencas, volvió a los motivos de los patios que había pintado veinte años antes en Sitges, lo que permite apreciar la evolución del pintor en la intensidad de los tonos azulados del fondo, la seguridad de una pincelada que capta las masas de color y el acierto en la composición frontal, muy ordenada.
Joaquín Sorolla (Valencia, 1863–Cercedilla, Madrid, 1923)
Desde su formación en Valencia, Sorolla se sintió atraído por el paisaje, que pintaba en pequeñas notas. A partir de 1896, cuando descubrió Jávea, comenzó a realizar cuadros de mayor formato. Los numerosos viajes que emprendió después de 1900 y el estímulo de su amistad con Beruete favorecieron la realización de los que llamó estudios, intensas aproximaciones del natural a motivos de la geografía española. Los pintó al principio por su propio interés en ellos, y ya entrada la segunda década, estimulado por la necesidad de ambientar las escenas de los paneles de su Visión de España para The Hispanic Society of America. José Entrecanales fue un gran coleccionista de sus cuadros. Uno de los aquí reunidos muestra el eco que su obra máxima –Sol de la tarde– y su tema predilecto de la vuelta de la pesca dejaron en su trayectoria posterior. Otro revela su gran interés en los jardines de los Alcázares de Sevilla, modelo de uno de los que diseñaría para su casa-estudio en Madrid. Sus estancias en la capital donostiarra al final de su carrera propiciaron nuevas interpretaciones, con pinceladas muy amplias en su vista del monte Urgull, y muy sintéticas y modernas en San Sebastián. Paseo del rompeolas.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España