La obra escultórica de Begoña Goyenechea ha evolucionado desde una cálida figuración inicial hacia una progresiva reducción de las formas, un abandono de los elementos expresivos en favor de preocupaciones espaciales, rítmicas y lineales en las que las modulaciones se plantean como una forma más de dibujo.

La artista ha pasado de concebir las maquetas como un ensayo -donde la pieza no es necesariamente base para una ampliación posterior- a trabajar directamente en las ampliaciones de las mismas situando a la maqueta como un precedente lógico de la obra presentada y dándole al cambio de escala una gran relevancia.

Actualmente la artista trabaja de forma especialmente artesanal y directa, transformando profundamente la pieza a medida que avanza en su ejecución definitiva ya en su escala final.