Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Unas palabras, una música, una imagen... los seres humanos atesoramos recuerdos con sentido y los recuperamos de vez en cuando para experimentar esas sensaciones seguras que nos afirman en el presente. Pero cuando esos indicios alcanzan una dimensión universal y despiertan una unánime empatía -como sucede cuando el personaje de Humphrey Bogart le pide al pianista que repita esa melodía en el famoso film dirigido por Michael Curtiz- pasan a integrar el imaginario colectivo de varias generaciones. Esta idea de pequeños fragmentos de sensación y memoria, nos parece oportuna para abordar la pintura de Nicholas Woods, que es el objeto de estas palabras. Y no porque sus obras tenga nada que ver precisamente con la mera repetición, sino por su capacidad para destilar sutiles referencias en sus nuevas obras y convertirlas en una suerte de infinita partitura en la que podemos, si nos aplicamos a esa sugestiva tarea, seguir el hilo de sus propias pasiones e incluso de su travesía vital. Neoyorquino de California y americano de Sòller, Nicholas Woods lleva consigo esa carga preciosa que son los paisajes de su vida. Los de sus ciudades y sus museos. De sus viajes y sus ocios. Los de esos instantes de asueto que nos recuerdan a Edward Hopper, el gran pintor de la vida contemplativa, que es una de las primeras referencias que aparecen en algunas de esas composiciones bañadas por el hedonismo y la complacencia. Sus personajes inventados y ese mundo de fantasía que parece dispuesto a la sorpresa, nos conducen también por la senda inquietante de Twin Peaks, por la estética amable de la factoría Disney y el cartoon, y hasta por la tradición mallorquina del paisaje, pero también, en su aspecto más crítico, hacia la sombra enorme de Edward Ruscha. Realizadas en Mallorca, sus últimas pinturas son, en suma, como una singular "partitura visual" donde se funden armoniosamente todos esos precedentes, todos esas imágenes de culto que el artista ha sabido traducir con una poderosa sensibilidad a su propio lenguaje. Un lenguaje, que apuntémoslo brevemente, tiene una enorme deuda de gratitud con el dibujo, y cuya soltura en el trazo y voluptuosidad en el cromatismo es toda una declaración de intenciones a favor de la pintura. Un punto apropiacionistas y cinematográficas, las pinturas de Nicholas Woods nos sitúan ante imágenes que nos resultan extrañamente familiares y cercanas, pero a la vez intrigantes y secretas. Acaso como esas frases ajenas que cazamos al aire, como esas melodías que nos llegan de repente, como los destellos de un sueño... sin duda como esas imágenes que nos visitaron también un día para quedarse prendidas en nuestra memoria y en nuestra piel.
A través de sus pinturas y acuarelas, Woods explora paisajes imaginados y visiones particulares de entornos cotidianos, que refleja según su particular gramática pictórica. En palabras del propio artista: algunas de mis pinturas describen paisajes poblados por figuras antropomórficas que habitan las ramas de los árboles u otros lugares bucólicos. El tema de estas pinturas es en realidad la relación entre los personajes, mientras que los lugares los pinto por el puro placer de representar un paisaje.
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España