Descripción de la Exposición
Una relación de nombres apabullante asociados a un conjunto de obras no menos extraordinaria. Presentar por vez primera una colección como la reunida por Alejandro Sanz Peinado en nuestro espacio no puede ser acogido más que con verdadera alegría y agradecimiento. Máxime porque la calidad y variedad de las piezas reunidas por su propietario harán indispensable celebrar dos exposiciones distintas: la que ahora mostramos, dedicada a la obra religiosa y profana, y la que se celebrará un año después consagrada al retrato, paisaje, naturaleza muerta y pintura histórica y de género. Bajo el árbol del paraíso, el título de esta primera cita, reúne una cincuentena de pinturas, esculturas, tapices e incluso artes decorativas, mayoritariamente de los siglos XVI y XVII en las que se distinguen las procedencias principales de Flandes, Holanda, Italia, Alemania y España.
El planteamiento expositivo ha renunciado a establecer secciones por escuelas, períodos o tipologías. Antes bien, ha permanecido atento a la proximidad estilística y a las relaciones naturales que pueden establecerse entre las obras y autores, en una convivencia natural de géneros e impulsos creativos. Conscientes de que lo alegórico y lo simbólico, la espiritualidad, la mitología, la devoción y la sensualidad conforman un gran cosmos artístico, en esta exposición conviven iconografías religiosas junto a expresiones culturales hoy secularizadas, pero cuyo relato se sustenta en la creencia, en la fuerza narrativa y en la trascendencia estética.
Resulta difícil sustraerse a la elocuencia de una nómina en la que aparecen autores como Rubens, Gerard Seghers, Martin de Vos, Jacob Jordaens, Morales, Berruguete, Zurbarán, Alonso Cano, Valdés Leal o Mateo Cerezo el joven, pero sí es imprescindible señalar que algunas de las obras que componen esta exposición conllevan el valor añadido de su singularidad patrimonial. Así sucede con San Jerónimo en su estudio, tabla de gran interés y extraordinaria calidad perteneciente a Jan Metsys, con San Juan Bautista niño, retrato de singular hermosura y delicadeza pintado por el maestro de Brujas Jacob van Oost, el viejo, con La Virgen con el Niño Jesús y San Juanito, bellísima composición debida a Abraham Janssens, el más importante pintor flamenco de Amberes hasta que Rubens regresó de Italia en 1608, con la Sagrada Familia atribuido al propio Pedro Pablo Rubens, una hermosa composición perteneciente a su producción más madura, o con La visión de San Francisco de Paula debido al pincel de Michaelina Woutiers, una de las mujeres pintoras más reivindicadas hoy y de la que solo se conocen, con esta, dos obras en España. La fantástica tabla de San Miguel venciendo al demonio de Pedro Delgado, obra única y de gran calidad, unánimemente elogiada y considerada entre las más importantes del renacimiento español; la impactante escultura de autor aún no conocido de San Jerónimo penitente, del siglo XVI, o la pintura de José de Ribera dedicada a san Francisco, tenida por los especialistas italianos como de lo mejor y más representativo de su producción, constituyen solo un pequeño ramillete de cuanto se podrá contemplar en el espacio de Cultural Cordón.
Un conjunto extraordinario
La totalidad de las obras expuestas en esta ocasión se completa con un Ecce Homo atribuido al llamado Maestro de la Santa Sangre; Virgen y Niño entronizados, una tabla de hacia 1508 asignada al Maestro de Frankfurt; la Última cena, de vigorosas y monumentales figuras, debida al holandés Pieter Pietersz, el viejo; Cristo en oración, deslumbrante cabeza de exquisita delicadeza, obra indudable de Cornelis van Haarlem; Deméter y Perséfone, con un bello fondo de celaje muy veneciano y los elegantes y sensuales desnudos de Deméter y una ninfa adscrita a Martin de Vos; una preciosa imagen en madera policromada de San Sebastián, singular pieza de las más llamativas de la colección fechable en el primer cuarto del siglo XVI; los tapices Hércules capturando al toro de Creta junto a otro soberbio ejemplar todavía no bien identificado que muestra una refinada y fastuosa representación aristocrática de una corte medieval; La adoración de los pastores, concebida como una vivaz y grata escena rural de campesinos por Jan Cossiers; el excelente óleo de Willem van Herp titulado La coronación de espinas; De Gerard Seghers se presentan dos obras, una de las pinturas más atractivas de la exposición, Herodías y Salomé con la cabeza del Bautista, y San Sebastián confortado por un ángel; Junto con Rubens y Van Dyck es Jacob Jordaens el tercer gran protagonista del esplendor del Barroco en Flandes, e él debe la monumental tela de los Cuatro Evangelistas con un ángel, réplica del lienzo de idéntico tema conservado en el Museo del Louvre, una de las obras más famosas del gran maestro de Amberes; de la mano de otro de los colaboradores de Rubens, Cornelis de Vos, procede Abraham conduciendo a Isaac al sacrificio; a la escuela de Utrech se asignan una inusual Sagrada Familia, obra de Jan Hermansz Bijlert, y un Tobías curando la vista a su padre, lienzo de gran formato en la que hace alarde de su dominio del claroscuro y su maestría en el tratamiento de las rutilantes sedas Matthias Stomer; el foco holandés se cierra con las obras de Lambert Jacobsz, un San Bartolomé de clara influencia caravaggiesca que se advierte también en La adoración de los pastores, obra del pintor de Dordrecht Benjamin Guerritz Cuyp, y en el lienzo de autor desconocido titulado La profetisa Ana, un verdadero retrato de impresionante realismo.
Una importante y muy bella composición mitológica del pintor manierista lombardo Francesco Ricchino representando a Orfeo y los animales continúa la relación de obra expuesta. A ella se suman Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría, lienzo atribuido a Bartolomé Cavarozzi con evidentes analogías con otro del mismo tema conservado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El único cuadro de tema religioso de escuela francesa que figura en la exposición es El martirio de San Sebastián, perteneciente al círculo de Jacques Callot.
La pintura y escultura española se haya representada en la muestra con un conjunto de obras que se inicia con la tabla de Cristo en la cruz con María Magdalena, obra del Maestro de Portillo, pintor anónimo castellano, que constituye una interesante y nueva aportación a su catálogo; dos excelentes tablas de pequeño tamaño debidas al pincel de Luis de Morales, el Divino, continúan la relación: la primera es una de sus mejores versiones de Cristo atado a la columna, de una intensidad y arrobamiento que se constata también en el San Juan Evangelista en actitud doliente presentado. A Alonso Berruguete se le atribuye un pequeño relieve en alabastro representando a San Jerónimo penitente y a Juan de Anchieta un Cristo crucificado de excelente calidad. La Cena de Emaús, obra hasta el momento de atribución un tanto difícil y problemática, quizá cercana al foco toledano del siglo XVII, precede a los extraordinarios San Francisco, uno de los mejores cuadros reunidos para la ocasión y un Ecce Homo inédito, ambos debidos a Francisco de Zurbarán.
De escuela sevillana es también la pintura sobre cobre de la Cena en casa de Simón el fariseo, de Juan de Valdés Leal; mientras que a la escuela madrileña se debe un San Antonio de Padua y el Niño Jesús, atribuido a Juan van der Hamen y León; un bellísimo lienzo de San Juan en el desierto, anteriormente adscrito al pintor madrileño Antonio Arias y ahora adjudicado a Alonso Cano por la belleza del paisaje de fondo así como la finura y elegancia de la juvenil figura del santo, tal vez pintada en sus años madrileños; una Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo, atribuida a Sebastián Muñoz, discípulo y colaborador de Claudio Coello, y un San Juan de Dios adorando el crucifijo, incluido en el catálogo de burgalés Mateo Cerezo el Joven. Concluye la exposición con un gran lienzo de la Inmaculada Concepción atribuido a uno de los mejores discípulos y seguidores de Murillo, Alonso Miguel de Tovar y con el pintor romántico sevillano José Gutiérrez de la Vega, autor del delicado lienzo de San José con el Niño Jesús.
Dada la complejidad y relevancia de la obra expuesta, además de los habituales desarrollos de difusión que Cultural Cordón viene realizando desde hace quince años con sus conocidas signoguías, en esta ocasión la totalidad de las piezas expuestas se acompañan con cartelas comentadas. Del mismo modo el catálogo publicado para la ocasión actualiza la información crítica en sus fichas descriptivas.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España