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Baginen, bagara. Mujeres artistas en las colecciones de San Telmo Museoa y Gordailua

Exposición / San Telmo Museoa / Zuloaga Plaza, 1 / Donostia-San Sebastián, Guipúzcoa, España
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Cuándo:
27 nov de 2021 - 13 mar de 2022

Inauguración:
27 nov de 2021

Comisariada por:
Garazi Ansa, Haizea Barcenilla

Organizada por:
San Telmo Museoa

       



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Descripción de la Exposición

El Museo San Telmo presenta la exposición Baginen bagara. Artistas mujeres: lógicas de la (in)visibilidad, que se podrá visitar del 27 de noviembre al 13 de marzo. El proyecto que ha culminado en la exposición Baginen Bagara se inició a partir del interés del Museo San Telmo por investigar y documentar la presencia y consideración del trabajo hecho por mujeres en las colecciones del propio Museo; desde el inicio, vimos la necesidad de ampliar este estudio e incluir también las obras conservadas en Gordailua pertenecientes a la Diputación Foral de Gipuzkoa; esto nos ha permitido profundizar en el conocimiento de cómo se han construido las colecciones públicas de nuestro territorio y qué visibilidad han tenido las mujeres. Además de estas colecciones en la exposición se han incorporado obras de la Fundación Kutxa, necesarias para representar el papel que durante años jugaron los concursos, y concretamente el Concurso de pintoras de Gipuzkoa, al hablar de arte creado por mujeres. Es un privilegio contar con un centro como Gordailua, en el que confluyen las tres colecciones; la participación en la exposición de las colecciones de la Diputación Foral de Gipuzkoa unidas a las de San Telmo nos muestran la realidad de las colecciones públicas conservadas y así estudiar la presencia en las mismas de las obras de mujeres y su tratamiento, y este estudio muestra una fotografía más completa gracias a la incorporación de algunas obras de Kutxa Fundazioa. Sin duda, Gordailua ha sido el elemento facilitador de esta acción coordinada. Los museos y colecciones públicas tenemos un papel significativo en la configuración del sistema del arte y era inapazable realizar esta reflexión sobre la invisibilidad de las mujeres en el sistema creado y mantenido hasta ahora. Esta exposición quiere responder a esta necesidad y generar argumentos para construir un nuevo discurso y nuevas políticas de investigación, adquisición, exposición que visibilicen el arte creado por mujeres. La exposición se organiza en distintos ámbitos, y recogemos aquí un resumen de los textos principales: BAGINEN BAGARA Baginen. Pintoras, tejedoras, ceramistas, escultoras, ilustradoras, costureras… Las mujeres creadoras siempre han existido. Sin embargo, muy pocas han sido reconocidas por la Historia del Arte. Desde el siglo XVIII, momento en que surgió la disciplina, las razones de dicha ausencia se han atribuido a las propias mujeres, a su biología, argumentando que perdían la capacidad creativa al parir y afirmando que les resultaba imposible alcanzar la perfección racional debido a su naturaleza emocional. No obstante, en los últimos años se han dado a conocer muchas obras llevadas a cabo por mujeres, y ha quedado claro que aquello que se consideraba «el problema de las mujeres» era en realidad «el problema de la Historia del Arte». Así pues, ¿cuáles han sido las lógicas de la Historia del Arte que han desembocado en la marginación de las mujeres? Los museos y la colecciones públicas cumplen un papel significativo dentro de esas lógicas, ya que tienen el poder de garantizar la visibilidad de ciertos artistas y promover la investigación sobre arte, además de contar con la capacidad para reafirmar o cuestionar discursos canónicos. Tras haber formado parte del discurso patriarcal durante siglos, muchos museos han comenzado a reflexionar sobre el papel que han cumplido dentro del sistema. Bagara. Esta exposición se sitúa dentro de dicha revisión. Partiendo de las colecciones del Museo San Telmo y la Diputación de Guipúzcoa, queremos reunir y mostrar las obras realizadas por mujeres artistas y promover una reflexión en torno a las razones por las cuales muchas de ellas nos resultan completas desconocidas. No parecía que existiéramos en la historia del arte, pero existimos; no parecía que existiéramos en los museos, pero existimos. BAGINEN Cómo se crea una colección Acostumbramos a dar por sentado que las colecciones de los museos son conjuntos de obras agrupadas obedeciendo a criterios coherentes. Sin embargo, la creación de colecciones suele ser un camino repleto de altibajos que responde a una diversidad de factores, asociado a la historia de cada institución. En el caso del Museo San Telmo, las obras de la colección provienen de distintas fuentes, lo cual condiciona la naturaleza de la colección. ¿De quién es esta obra? Durante muchos años, la investigación sobre la obra de mujeres artistas ha sido notablemente escasa y superficial en comparación con la de los hombres, lo que nos sigue dificultando la tarea investigadora a día de hoy, debido a la falta de catalogación y bibliografía. Dicho problema también afecta a las atribuciones de las obras: a la escasez de investigaciones se le suma el hecho de que la condición de artista de las mujeres haya sido puesta en entredicho una y otra vez, por lo que resulta habitual que sus obras fueran atribuidas a un familiar varón. La educación artística de las mujeres El arte y la creatividad tenían su lugar dentro de la educación de las mujeres burguesas. Era deseable que las mujeres de dicha clase fueran habilidosas en los ámbitos de la pintura y la música, para que cumplieran con sus funciones femeninas en las reuniones sociales. De todos modos, nunca debían salirse del amateurismo. También hubo mujeres de otras clases sociales que no podían recibir tal educación y se dedicaron a quehaceres considerados creativos y adecuados para su sexo. Sin embargo, aunque muchas de ellas fueron costureras o bordadoras profesionales, sus producciones no fueron consideradas obras de arte, razón por la cual sus nombres han permanecido en el anonimato El arte como profesión Dedicarse profesionalmente al arte no estaba al alcance de la mayoría de las mujeres, pero existen algunos ejemplos de mujeres que lo consiguieron. El caso de las hermanas Blanche Hennebutte y Hélène Feillet es significativo porque se sirvieron del crecimiento del turismo en Biarritz y San Sebastián durante el siglo XIX para desarrollar su profesión: ilustraron con dibujos y litografías varias guías turísticas y pintaron estampas de ambas ciudades que las vendían a los veraneantes. Puertas que se abren Durante las primeras décadas del siglo XX muchas mujeres dieron pasos para introducirse en el sistema del arte. Los logros de algunas de ellas abrieron puertas para las próximas generaciones y consiguieron llamar la atención de sus contemporáneos. En busca de legitimación. Certamen de Mujeres Pintoras Los certámenes han supuesto una herramienta eficaz para conseguir el sustento económico y prestigio requeridos para ser artista. En la Gipuzkoa del siglo XX se organizaron varios: el Certamen de Artistas Noveles, que se celebró primeramente entre 1920 y 1959, retomado en 1977, y el Certamen Navideño, que cobró gran importancia durante la década de los 50. A su vez, fue relevado por el Certamen de Pintura Vasca entre 1965 y 1974, y en 1982 se creó el premio Gure Artea. Alrededor de los premios se organizaban exposiciones notorias que brindaban una buena oportunidad para que los y las artistas se dieran a conocer. No obstante, existían jerarquías patentes entre los distintos certámenes, tal y como muestra el Certamen de Mujeres Pintoras de Guipúzcoa, que se celebró de 1969 a 1981. El hecho de que solo las mujeres compitieran conllevaba una disminución de la visibilidad, la cuantía y el prestigio del premio; el nivel competitivo era aún menor y las posibilidades de ganar eran muy altas. De este modo, el certamen resultó de vital importancia para que muchas mujeres desarrollaran una carrera artística. PRESENCIA DE LAS MUJERES Yo, artista En 1548, la pintora flamenca Catharina van Hemessen fue la primera artista que se retrató a sí misma frente a un caballete. Se trataba de una iconografía que reivindicaba la profesión y la identidad de artista y que obtuvo mucho éxito en Europa. Sin embargo, fue la imagen del pintor vestido con elegancia frente al lienzo en un perfil de tres cuartos la que acabó calando, desde las Meninas de Velázquez hasta este autorretrato de Ascensio Martiarena, que fue profesor de diversas generaciones de artistas (entre las que figuraban muchas mujeres). En el siglo XX muchas mujeres manifestaron la necesidad de buscar otros formatos para el autorretrato, reivindicando imaginarios nuevos y críticos en muchas ocasiones. Tomar cuerpo El cuerpo es el elemento que garantiza la presencia de las personas. Somos visibles mediante el cuerpo y vivimos gracias a él. En lo referente a las mujeres, el cuerpo ha condicionado nuestra manera de vivir y nuestro rol en la sociedad, al igual que nuestro modo de ser visibles. La mirada del otro nos forma y nos crea, hemos sido construidas a partir de ella. Aunque existían algunas pioneras, como es el caso de Esther Ferrer, las mujeres artistas comenzaron a representar su cuerpo de manera más consciente y desde diferentes puntos de vista a partir de la década de los 90, al abrigo del repunte que había vivido el feminismo en los últimos años. A pesar de que el cuerpo como tema estuviera presente en las salas de exposiciones, fueron pocas las obras que dieron el salto a las colecciones museísticas, de modo que la importancia de esta tendencia quedó desdibujada en las exposiciones de las colecciones. REGLAS DEL SISTEMA Retratos domésticos Desde la creación de las academias la pintura de flores ha sido un género asociado a las mujeres artistas por varias razones, entre ellas, que fueran consideradas símbolos de inocencia y suponían, por tanto, un motivo apropiado para que las mujeres lo trataran. Pero, por encima de todo, teniendo en cuenta que a las mujeres les estaba prohibido pintar desnudos, la gama de motivos que podían elegir era limitada, y las naturalezas muertas constituían una opción accesible. Debido a que las mujeres, por su situación social, se encontraban ligadas a los espacios domésticos, las flores ofrecían dos ventajas: daban lugar a obras de tamaño pequeño y se trataba de elementos accesibles y fáciles de representar. Así pues, no resulta sorprendente que las mujeres pintasen, además de flores, representaciones de otros elementos que tenían por casa, ya fueran sillas o miembros de la familia. Aunque estas obras hayan sido menospreciadas por ser consideradas como meramente femeninas, ofrecen particularidades artísticas muy ricas y vivas, y nos informan sobre los condicionamientos bajo los cuales trabajaban las artistas. (De)construyendo categorías Los gallos pintados por Irene Laffitte atrajeron la atención de la crítica, que dictaminó unánimemente que parecía mentira que una mujer pudiera realizar una obra tan masculina. Pinceladas bruscas, llenas de materia, agresivas; colores llamativos, poderosos, contrastados; formas rudas, desfiguradas: todas ellas eran características asociadas al arte masculino durante largos años. De las mujeres, en cambio, se podían esperar superficies suaves, formas completas y colores claros y tranquilos. La trampa de la profesionalidad ¿Qué significa ser artista profesional? Esa pregunta en apariencia simple requiere una respuesta más complicada de lo que cabría esperar. En efecto, si entendemos que dedicarse profesionalmente a algo es igual a recibir una compensación económica gracias a la actividad que se lleva a cabo y poder vivir de ello, la mayoría de las personas que consideramos artistas profesionales no se adecuarían a dicha categoría, dado que, en Euskal Herria, son muy pocas las personas que viven de mostrar y vender su arte. Así pues, ¿qué significa ser artista profesional? No todo era abstracción Aunque la historia y la institucionalización del arte hayan otorgado una gran visibilidad a la escultura abstracta, la pintura figurativa ha supuesto desde siempre una presencia fundamental en Euskal Herria. Se trataba de la práctica más extendida entre las mujeres, que a menudo eran encaminadas hacia ella, creyendo que era más apropiada que la abstracción. De todo modos, durante las décadas de los 70 y 80 la figuración fue muy popular entre los artistas en general, y la tendencia onírica resultó especialmente significativa. ENSAYOS PARA NUEVAS HISTORIOGRAFÍAS Perspectivas diversas de la geometría Alrededor de la década de los 80 se desarrollaron varias corrientes interesantes dentro del arte vasco. Sin embargo, solo una de ellas prevaleció en la historiografía y las colecciones de los museos: la corriente geométrica, creada directamente a partir de la influencia de Oteiza. En un principio tomó su nombre de las exposiciones del grupo Geométricos vascos, pero la historiografía posterior la ha presentado como nueva escultura vasca, una denominación reduccionista que ha limitado el conocimiento sobre la producción escultórica de los 80 a aquellos artistas que trabajaban en una determinada dirección y al dominio de unos pocos nombres propios. No obstante, la corriente geométrica era mucha más diversa y rica, tal y como han demostrado sendas exposiciones dedicadas en los últimos años a María Luisa Fernández y Elena Mendizabal, al igual que las Obras blancas de Inés Medina. Diálogos En la década de los 80, la innovación del lenguaje artístico no se dio únicamente en el País Vasco, sino también en la península, donde se desarrollaron nuevas formas y conceptos; dentro de esa generación había varias mujeres artistas de importancia. El Museo San Telmo recogió esa tendencia en varias exposiciones organizadas a principios de la década de los 90, y algunas de las obras expuestas pasaron a formar parte de la colección del museo, en ocasiones incluso antes que las pertenecientes a artistas autóctonas. Hoy en día, esos trabajos nos ayudan a comprender el diálogo existente entre la experimentación local y foránea. La explosión de los 90 A causa de que, en los últimos tiempos los límites entre las disciplinas se difuminaran y las prácticas artísticas se multiplicaran, el panorama del arte se amplió mucho en la década de los 90. Predominaron los formatos híbridos; aparecieron nuevos materiales, tal y como atestigua la obra de Gema Intxausti, y la práctica del vídeo fue afianzándose, con frecuencia de la mano de la performatividad, como sucede en la obra de Itziar Okariz. Los trabajos de muchas mujeres de esa época han empezado ahora a añadirse a las colecciones museísticas; de todos modos, en aquel entonces hubo muchas prácticas experimentales y efímeras que resultan más difíciles de coleccionar por sus propias características, y corren el riesgo de ser excluidas de la historiografía. Arteleku En Guipúzcoa, los y las artistas contaron con un punto de encuentro especial para adentrarse en la experimentación: Arteleku. Entre otras muchas cosas, esta institución situada en San Sebastián ofrecía espacios de creación, cursos, talleres colaborativos y actividades para los y las artistas de la nueva generación, e influyó en la formación artística de la siguiente década. Además, para muchas mujeres supuso un punto de encuentro con el feminismo, así como un centro acogedor que ofrecía un tipo de apertura no siempre presente en el resto de espacios.


Entrada actualizada el el 26 nov de 2021

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