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Artista malagueño de proyección internacional, que comenzó a pintar muy joven de forma autodidacta. Del Impresionismo al surrealismo y del expresionismo, a la sobriedad, de la pasión al misterio… La intensidad de los colores y la carga matérica de sus óleos contrastan con la sutileza de sus obras escultóricas.

El objeto de esta exposición es, recorriendo sus últimas etapas, adentrarnos en la dimensión de su obra, mostrando las técnicas y elementos que conforman su lenguaje imaginativo y simbólico.

Como explica Tomás Paredes, comisario de la muestra, en el catálogo :

Para Jiménez, el Azul es el color del espacio, del pensamiento, tiene cadencias oníricas, surge de la realidad que le rodea, para hacerse una entidad superreal, convirtiéndose en una naturaleza existencial. “El azul es el aroma de los ... surrealistas, donde pululan las amebas y todo ese mundo del subconsciente del que fui impregnado”, apunta el pintor.

Rojo, magenta, color primario, color de sangre derramada, identifica pasión, intensidad, búsqueda llameante del fuego. Es símbolo de los sentidos vivos y ardientes, activos. Para Jiménez “rojo es color del delirio, de la vehemencia y la querencia, donde las semillas renacen a la masacre y a la tiranía de la Bestia”. Atributo de Marte, elemento vivificador, recuperador, regenerador.

Blanco, suma de los tres colores primarios. Simboliza la totalidad, la síntesis. El blanco es emblema del todo, del centro, de lo prístino, puro… El blanco está asimilado al oro, al andrógino, a la deidad. La blancura significa estado celeste y expresa la voluntad de acercarse a ese estado. Para Jiménez, “blanco es el color de la pureza e inocencia, donde se desnudan los besos anacarados, donde coinciden los ojos y la alucinación, la excitación de las manos del aire limpidísimas”.