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La artista suiza Zilla Leutenegger, que recala en el CAB en este primer trimestre de 2014, trabaja en el campo de la animación digital, combinando las posibilidades tecnológicas del vídeo y el dibujo.

Espacios psicológicos que representan mundos interiores, deseos y recuerdos de la infancia en los que la propia artista actúa a menudo como protagonista, las instalaciones de Zilla Leutenegger (Zúrich, Suiza, 1968) combinan dibujos de trazo simple, objetos y proyecciones de luz y vídeo para crear un mundo onírico a partir de un lenguaje sumamente personal.

Representada por Peter Killchmann, uno de los galeristas más importantes en el actual panorama internacional, el dibujo es la raíz del trabajo de Leutenegger, ya lo realice en la pared o sobre papel; dibujos en blanco ... y negro muy sencillos, muchas veces meros esbozos, que adquieren cualidades de movimiento cuando proyecta sobre ellos sus creaciones videográficas, expandiendo así ambos medios en el espacio tridimensional. En ocasiones, jugando con las nociones de espacio y tiempo, la artista completa sus instalaciones con objetos o esculturas que sirven para agrandar el dibujo de la pared dentro del espacio.

Los temas a los que recurre transitan los reinos intermedios entre el realismo y la fantasía, la alegría y la soledad, el sueño y la memoria, con un claro componente autobiográfico que sitúa a la artista suiza a la vez como sujeto y objeto de la propia acción que en la obra tiene lugar, planteando así en su trabajo la cuestión de la definición y la representación de la identidad en la era tecnológica.

Junto a ello, la sencillez formal con que expresa su impulso artístico propicia la creación de atmósferas íntimas, de poética sugerencia -a veces transida de ironía y humor, otras llena de una melancolía densa-, capaces de estimular la imaginación del visitante que se acerca a su obra.