Descripción de la Exposición
La exposición “asterisco volcánico avatar frutal” del colectivo assume vivid astro focus (en adelante, avaf) presenta tapices de lana de alpaca peruana, cortinas de aluminio anodizado y pinturas acrílicas sobre doble hoja de papel kraft corrugado, todas influenciadas en su germen por una máscara creada en 2008 para una instalación inmersiva en Area Sacra di Largo Argentina —donde ocurrió el asesinato de Julio César— en Roma, un proyecto de arte público comisariado por Francesco Bonami, que les encargó la apertura del sitio de interés arqueológico por primera vez al público. Este espacio estuvo sin uso durante largo tiempo, periodo el cual acogió a una colonia de gatos callejeros y se convirtió en un santuario para felinos. Para integrar a sus pobladores iniciales, avaf decidió crear dos máscaras de gato que fueron distribuidas en la inauguración, con la finalidad de que el público no asustara a los legítimos lugareños. Así, los visitantes se convertían en animales y se internaban en otras perspectivas sobre el mundo: el antifaz se ha asociado a la ocultación de la identidad y, paradójicamente, a veces nos cubre la vista para poder escudriñar con libertad. Esto permite, además, diluir la identidad de los individuos en una pertenencia colectiva, lo cual entronca con la práctica asociativa de avaf.
Utilizando un patrón de esta máscara, el colectivo realizó una exposición en aquel mismo año en Peres Projects en Berlín. Posteriormente, la imagen de la máscara siguió manipulándose hasta convertirse en papel de pared. En La Conservera de Murcia, en 2010, la máscara volvería a aparecer metafóricamente en forma de pirámide a partir de fragmentos de una instalación laberíntica expuesta anteriormente en el Museo Nacional de Arte, Arquitectura y Diseño de Oslo. De los fragmentos de esta pirámide surgió la idea de empezar a crear pinturas, que no se materializaron hasta 2014 en Suzanne Geiss en Nueva York.
Los inicios de avaf, en 2001, se encuentran ligados a la apropiación de elementos inspiradores de fuentes diversas; no obstante, hace casi dos décadas que el colectivo llevó esta práctica más allá mediante la autofagia y comenzó a nutrirse de sus propias imágenes. A ese paso siguió un sendero del que la instalación en Roma fue la cumbre, en un proceso que ya había empezado hacía algún tiempo: la exploración de su archivo de imágenes personales para el desarrollo de pinturas, que aparecieron por primera vez en 2014.
A partir de 2016, cuando la autofagia se convierte en una constante, avaf comienza a indagar en cómo reproducir la intensidad del color de la pantalla del ordenador con acrílico y pigmento partiendo de las formas y glitches iniciales del archivo de la máscara de Roma. La idea de este color iluminado consiste en transmitir energía al espectador: hay un aspecto sanador en esta energía tonal, que inocula un estado positivo y vivaz. También la máscara propicia esta terapia, a caballo entre la curación por disociación de identidad y la reconciliación con la encarnación de otras especies y formas de vida. En el éxtasis festivo de una celebración carnavalesca, entre caretas y vivos colores, podemos simbolizar y personificar el perdón, el olvido, la ofrenda o la gratitud. Nos enmascaramos para sanar, para hacernos otros (o exponer quien realmente somos sin limitaciones) durante un periodo de tiempo acotado, y esa acción performativa permite reconstruirnos en otras facetas.
También la genealogía histórica sitúa el color como un elemento asociado persistentemente a la idea de curación. No son pocas las civilizaciones que han creado complejos sistemas de correspondencias de tonalidades asociadas a la terapia médica. El uso del color con fines terapéuticos se ha documentado en Mesopotamia y China, además de la América precolombina. Las enseñanzas de médicos egipcios y griegos reflejan el empleo de remedios y bálsamos con distintos pigmentos según el achaque del paciente; llegado el siglo IX, fue el renombrado médico Avicena quien compiló las enseñanzas de Hipócrates y dejó por escrito sus tesis sobre las propiedades del color en el tratamiento de las enfermedades. Incluso se llegó a curar a los pacientes aquejados de epilepsia sobre alfombras de distintas tonalidades, para reducir la violencia de sus crisis convulsivas.
Entre el dogma y la plegaria, el uso del color ha sido indiscutible en el tratamiento de todo tipo de malestares y dolencias, del cuerpo y el alma por igual. Por ello no resulta sorprendente saber que el colectivo avaf viene afianzando, mediante la praxis, una filosofía artística en la que defiende que el color debe trascender su significado cultural. De esa certeza nace la indagación en nuevas formas de exponerse al brillo, a la vibración, a la superficie refulgente en materiales dispares. Conviene recordar que etimológicamente, la raíz indoeuropea de la palabra color significa “lo que cubre”. El color y la máscara son, por tanto, artefactos hermanados en la ocultación que trascienden su naturaleza inicial para acabar revelando una verdad más profunda, un impulso de sanación y redirección de la energía.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España