Descripción de la Exposición Este asunto de la ruptura es muy escabroso. Es realmente una cuestión complicada de tratar y muy dada para contradecirse una misma en los pensamientos. Cuando veo a Ai Weiwei, rompiendo la reliquia Han de más de dos mil años, no sé si está diciendo 'Solo es una cosa, su valor es ficticio. Las personas que la crearon valían más y están muertas. Esto solo es polvo'. O bien está diciendo: 'Soy el superhombre. He comprendido que nada importa y que todo sucede igual.' Y no sé si es libre porque piensa así o porque es capaz de romper el jarrón tan valioso, que en su caso ya no tiene el mérito de hacerlo porque para él ya no tiene valor. Pero claro, es que todo este argumento ya no importa en tal caso. Parece que el quid de la cuestión como siempre es el concepto. En primer lugar porque todo depende de qué es lo que entendemos, y en segundo lugar porque el juego simbólico es más valioso que la cosa material. De estas dos cosas que acabo de decir, la segunda la dejo ya como algo categórico. Las cosas tangibles o visibles solo me interesan por el juego conceptual que me den. Dicho esto, se comprenderá que el valor de los objetos en sí mismos no me parece cosa importante. Sobra poner ejemplos de siniestros que podrían pasarle a objetos considerados 'valiosos' y el mundo seguiría igual o no en función de que el 'asunto' conceptual portado por ese objeto esté a salvo o no, o reforzado. Lo otro, lo de que todo depende de qué es lo que entandamos, me interesa en cuanto a que en el fondo no es tan importante lo que entendemos como que lo que entendemos es relativo y probablemente diferentemente importante según para quien. Así, por ejemplo la idea de volver o romper: volver sobre o romper con la tradición, volver sobre o romper con las cosas 'importantes' que se han dicho, volver sobre o romper con la historia, sobre o con los objetos de la historia, sobre o con las obras de arte, puede ser cosas diferentes en función del significado que le demos a volver y a romper. Volver no es exactamente la idea de ida y vuelta. Esta se entiende incluyendo la vuelta desde el mismo momento en el que empiezas a ir. Sin embargo, el volver se instala en un retorno que quizá no se pensaba cuando comenzamos a irnos. La idea de romper no es siempre para destruir, muchas veces se rompe para volver a empezar. Rompemos con la idea de la ida y vuelta, que es la de asumir algo que sin remedio tiene una respuesta. Lo que se va, vuelve. Lo que desaparece, aparece. Lo que se olvida, se recuerda. Lo que se rompe, se recompone. Lo que pisamos, vuelve a florecer. Así que tanto en el volver como en el romper encontramos el miedo o la pérdida del mismo. Rompemos con una situación, rompemos con las personas, rompemos con el pasado, rompemos con todo a la vez. Pero no me atrevería a sentenciar si lo hacemos para renacer en una situación similar, es decir a la felicidad de ese comienzo que suele estar lleno de expectativas, o si lo hacemos para realmente cambiar de vida desasiéndonos del lastre de nuestra historia tanto heredada como vivida. No es asumir la inevitable presencia del superhombre de Nietzsche ni la moralizante teoría de Mircea Eliade, es más sencillo; es querer ser libre. Romper, con lo que sea, tendría que ser para no pensar en que no importa lo que hagamos si todo está sentenciado, pero tampoco tendría que ser para pensar que hay una responsabilidad universal determinante en función de nuestros actos. Yo me quedaría con la idea de la libertad de hacer sin que los convencionalismos lo dicten. La misma cosa es distinta si está hecha por convencimiento de que es la forma de ser coherente con los principios, o con la idea de que el hacerla así y no de otro modo va a suponer una diferencia en el progreso de las cosas. Y es que darle tantas vueltas al concepto me acaba dando vértigo. Prefiero ejercer la libertad de hacer algo porque me conviene. Si me conviene destrozo la reliquia Han. Pero también, si me conviene, demuestro que la disolución del arte actual, y sus objetos cuando los hay, en la vida cotidiana, la aprendimos en la Prehistoria, al mismo tiempo que comprendimos la pragmática del valor de los objetos. Porque una cosa es usarlos y mercadearlos y otra cómo nos servimos de lo que significan, y en este caso quién decide lo que significan y simbolizan. No hace mucho Baudrillard nos explicó esto y nos abría los ojos ante las diferentes categorías y lógicas con las que debíamos enfrentarnos a los objetos, pero la humanidad lo puso en práctica desde el comienzo de su historia. Volvemos al principio: '... el quid de la cuestión como siempre es el concepto. En primer lugar porque todo depende de qué es lo que entendemos, y en segundo lugar porque el juego simbólico es más valioso que la cosa material' ya que el valor de cambio sube y baja no ya por el uso sino por lo que los objetos representan y simbolizan. Y las acciones lo mismo. ¿No estamos haciendo con las acciones lo mismo que con los objetos? Ai Weiwei, sustituye la reliquia con su acción. Las acciones se han convertido en objetos desde el momento en el que las registramos y documentamos. En ese momento las estamos llevando a las categorías de los objetos. El documento gráfico las dota del valor de uso, de cambio; las convierte en símbolo y en significante. Lo que hemos hecho es cambiar el concepto de 'objeto'. Hay que volver a romper.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España