Descripción de la Exposición Vicente Verdú Va buscando bosques, pero no lo sabe. No lo sospecha siquiera porque lo que se plasma en el lienzo viene de algún lugar a la vez cerca y lejos para el cual no se acaba de encontrar el nombre por mucho que se busque. Es un resto, una huella, el vestigio secreto del mundo y de las cosas que de pronto se enreda entre las pupilas porque se enreda sobre el lienzo. Una cosa sí parece clara: el camino está abierto para que los ojos lo recorran. Y lo recorren entre ramas y caligrafías maravillosas e inesperadas, como ese bosque de Aimé Césaire, el poeta de la Martinica, que en 'Etiopía... vi la historia bizantina impresa por las lluvias' habla de su corazón vegetal y de esa comarca bella como su escritura extraña -'belle comme ton écriture étrange'-, aquella que redacta la historia entre los espacios naturales y encima de las plantas 'impresas por las lluvias' en los hombros fuertes de las montañas 'en el extraño alfabeto de los eucaliptus'. Vicente va buscando bosques porque va buscando paisajes, pero ni siquiera lo sospecha pues deja que ocurra, confiesa: sus paisajes deben ser interiores como los de esa gran tradición que desbarata los objetos y los convierte en línea. Dejar que ocurra... Y ocurre sobre la tela. El espacio del lienzo se desvela primero y va cediendo el lugar a los trazos que cada vez se hacen más sutiles, misteriosos incluso, pero siempre contundentes como el prodigioso alfabeto de una lengua desconocida y fascinante. Poco a poco los vestigios figurativos van desapareciendo y las superficies se van quebrando como quien alcanza el corazón de la pregunta. De este modo, el lienzo, a menudo preparado, teñido, se desvela como un receptáculo de líneas que no tratan de cubrirlo, muy al contrario. Ese fondo nos recuerda a cada paso la mano del artista que en la obra de Vicente Verdú juega a rasgar la materia con precisión implacable, abriendo caminos ?heridas- con los tubos; pintando con lo que se tiene cerca para romper con las convenciones al uso y llegar más lejos. Dejar que la materia respire también, en ese malabarismo que todos experimentamos alguna vez cuando dibujamos la primera letra, porque escribir en un alfabeto desconocido y bello tiene siempre mucho de dibujo. Por eso, tal vez, los cuadros de Vicente me recuerdan y le recuerdan a ciertas escrituras que va encontrando en los viajes y los titula con ese nombre. Y después los numera -sólo eso- porque en sus óleos la historia trasciende el relato y lo anecdótico. Hay una inusitada armonía en estos cuadros que proviene de la búsqueda genuina. Y de pronto, un color amarillo rompe la calma y parece brotar desde dentro, muy adentro de la tela, porque la pintura de Verdú, como la de los pintores que han trabajado próximos a su propuesta, desde Lee Krasner a Cy Twombly, plantea problemas especiales, un extraordinario conflicto espacial que ha alcanzado la meta en la última serie. En estos cuadros Verdú se revela como un pintor preciso que, después de haberse hecho la pregunta, ha trazado la respuesta. Pero me gusta recorrer sus trabajos anteriores e ir adivinando la secuencia temporal en una pasión por lo pictórico que lo impregna todo y contagia a la mirada. Me gusta recorrer con los ojos esos bosques y esas caligrafías armoniosas, rotas de pronto por una luz misteriosa que brota de dentro del lienzo, muy dentro. ESTRELLA DE DIEGO Ensayista, Catedrática de Arte Contemporáneo en la UCM y Crítica de Arte Antonio Calleja 'El saber y el valor contribuyen conjuntamente a la grandeza. Hacen al hombre inmortal porque ellos lo son. Tanto es uno cuanto sabe, y el sabio todo lo puede. Un hombre sin conocimientos es un mundo a oscuras. Es necesario tener ojos y manos, es decir juicio y fortaleza. Sin valor es estéril la sabiduría': Esta cita de 'El arte de la prudencia', del insigne Baltasar Gracián, encierra, desde mi modesto punto de vista, gran parte de la filosofía que emite la obra de Antonio Calleja. En efecto, para conjugar la pintura y la economía hacen falta unas buenas dosis de sabiduría y de valentía. Dos disciplinas tan aparentemente alejadas se combinan en los lienzos de Calleja como si fueran una sola; y de una manera sencilla en la forma, a la vez que compleja en el fondo. Los trazos firmes, las tonalidades tan personales mezclan con el siempre seductor símbolo del infinito o con el doloroso TAE como si salieran siamesas de la paleta del artista: Como si el porcentaje hubiera bailado el vals con los billetes de 500 euros desde el inicio de los tiempos. Pero, sobre todo, es el cuasi omnipresente recurso a la corbata el que dota a la exposición de Antonio Calleja de un singular atractivo. Sí, uno de esos detalles en los que el pintor le hace un guiño al futuro para ganarse el recuerdo en su peculiar reto de tocar la inmortalidad. El artista madrileño es, además, conocedor de múltiples disciplinas académicas, como se puede observar si se hace un sucinto repaso de sus anteriores exposiciones. Sin embargo, algo distinto flota en el ambiente en ésta, quizás por la fascinación que embruja a todos cuantos nos acercamos al mundo de la economía para tratar de desenmarañar sus entresijos. Amante de los detalles, Calleja también ha guardado un rinconcito en su exposición para rendir su tributo a la prensa económica. Ese recorte de un artículo de CINCO DÍAS en medio de la crisis griega es un auténtico honor para el periódico, decano de la prensa económica en España, que tengo la fortuna de dirigir. En mis ya casi cincuenta años de existencia pocas veces me había encontrado una simbiosis de dos de mis grandes pasiones (la pintura y la economía) tan perfecta. El mago tiene un nombre: Antonio Calleja. JORGE RIVERA Director de CINCO DÍAS
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España