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El recorrido comienza con Christiano Cruz, artista que tuvo un importante papel en la actualización del lenguaje artístico por la vía del dibujo y la ilustración y aquí representado por dos obras de su fase de madurez. Sin embargo, cabe a Amadeo de Souza-Cardoso el protagonismo de la determinante explosión vanguardista que, en los años diez, estremeció
... el panorama artístico portugués. Un conjunto de once obras atraviesa la totalidad de su producción, abordando las sucesivas preocupaciones plásticas del artista y su progresiva complejidad y singularidad. La exposición cuenta con nueve de ellas.Durante este primer período aparecen también expresiones ligadas al futurismo, en la casi única y excepcional obra de Santa Rita, y al orfismo, en las experiencias de Eduardo Viana, de quien se muestra su obra más emblemática.
Momento de “modernidad apaciguada”, los años veinte dieron lugar a nuevas expresiones que encontraron justificación y motivo de lucha en la oposición a los naturalismos epigonales dominantes. La renovación formal de estos años se produce sobre todo a través de referencias a la organización volumétrica de Cézanne y al Picasso clasicista y tiene sus más destacados representantes en el dibujo de José de Almada Negreiros, presente en la exposición con un conjunto de obras ineludibles de su período de madurez, y en la pintura de Viana, Dordio Gomes, Abel Manta, António Soares y Carlos Botelho, cada uno representado por obras que investigan cuestiones estructurales y cromáticas que concilian presupuestos tradicionales de asunto y composición con modos de hacer moderno. En la escultura, Rodin se perfila como la vía de actualización más importante en la fase inicial de los escultores portugueses que después adoptarán caminos propios, en pós de cierto clasicismo, como en el caso de Francisco Franco, o en una particular confluencia de referencias a culturas arcaicas y al decorativismo art nouveau, en el caso de Ernesto Canto da Maia.
Los años treinta, aunque todavía dominados por cierta falta de entusiasmo general, asistieron a algunos intentos significativos que se desmarcaban de la política oficial y de la hegemonía del gusto decimonónico. Artistas de trayectorias muy diversas contribuyeron, a través de investigaciones individuales, a la renovación y reactualización de los presupuestos plásticos. Entre ellos destacan dentro de la vía del expresionismo, de ascendencia alemana, y de la Nueva Objetividad, Mário Eloy, que cuenta con una crucial y singular obra, Bernardo Marques, desde la práctica del dibujo, y Hein Semke en el campo escultórico. Caminos diferentes abrió el singular António Pedro, con la introducción en Portugal, por un lado, del puntillismo, revalorizado tardíamente en los años noventa, y, por otro, del surrealismo, de gran improtancia para la joven generación de artistas que surgiría en los años cuarenta. Fundamental se revela también la obra de Maria Helena Vieira da Silva, de repercusión internacional, que en estos años sienta las bases de sus singulares investigaciones sobre el espacio. Con ellos se cierra la exposición, lanzando, por tanto, un puente hacia las preocupaciones y nuevos retos artísticos que ocuparán a los artistas de la siguiente generación, marcada por la pluralidad y el carácter combativo.
Entrada actualizada el el 26 may de 2016
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