Descripción de la Exposición En los últimos años, con el objetivo de difundir los principales fondos de la colección BBVA, se han organizado dos muestras: Del Gótico a la Ilustración y Del Romanticismo a la Modernidad, que han itinerado por varias ciudades españolas. Ahora, y continuando con las dos exposiciones citadas anteriormente, se presenta en Sevilla Arte español del siglo XX en la colección BBVA, comisariada por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense, Francisco Calvo Serraller, que ha seleccionado 58 obras, casi todas pinturas, pero también dibujos y esculturas. La muestra abarca desde la década de los treinta hasta mediados de los noventa del siglo pasado, y permite seguir la evolución de los artistas españoles durante más de medio siglo de plástica española, e incluye un notable conjunto de obras de varios artistas andaluces: Caballero, Carmen Laffón, Guerrero, Gordillo, Pérez Villalta, Rivera, Salinas, Quejido y Nacho Criado. BBVA siempre ha tenido la vocación de difundir las piezas más importantes de su colección de arte. Tras su paso por Madrid, Valencia, Oviedo y A Coruña, ahora se presenta en las salas del Convento de Santa Inés, un notable conjunto de piezas pictóricas y escultóricas que ilustran, en buena medida, lo que ha acontecido en la plástica española del pasado siglo. La exposición arranca cronológicamente con artistas de la generación de la Segunda República y finaliza con obras de la segunda mitad de los años noventa. El recorrido comienza con algunos ejemplos de la vanguardia histórica española, representada localmente por obras de José Caballero, del que se presenta Día nada; de Pancho Cossío, con un puerto brumoso de 1957, cercano a lo informal; Díaz Caneja y un desolado paisaje castellano; y Benjamín Palencia, del que se exhibe un bodegón de 1930, que revela ese mundo íntimo que invita a la evocación. A éstos habría que unir aquellos que triunfaron fuera de nuestro país: Miró, con el gouache Gat i ma, 1970; Domínguez, y su visión esquemática en Pájaros mecánicos, 1952; Julio González, con un dibujo de 1941, titulado Mano y Cabellos, recientemente adquirido, en el que el artista barcelonés demuestra que nunca abandonó la representación más académica de la mujer; así como el collage de Esteban Vicente de 1981, en el que consigue equilibrar la calidad de las texturas con los elegantes tonos cromáticos elegidos. Todos ellos son una referencia obligada para ver la evolución del mejor arte español del siglo XX, ya que aportaron luz en el devenir cultural de nuestro país. Las corrientes de la segunda mitad del siglo XX En la década de los cincuenta se empezaron a dar las condiciones mínimas para incentivar el contacto con el exterior y que el arte que se hacía en España adquiriese una nueva pujanza, como la que supuso el informalismo o el grupo El Paso, muy bien representado en la colección BBVA con obras significativas de Saura, Millares, Rivera, Feito, Canogar o Martín Chirino. Otros nombres importantes presentes en la muestra son Lucio Muñoz, Palazuelo, Chillida, Oteiza y José Guerrero, que contribuyeron decisivamente al reconocimiento internacional del arte español de los años 50 y 60, superando el aislamiento de la década de los cuarenta. Este núcleo de artistas enlazó con la Escuela Española y con la experimentación de la abstracción, que se desarrolló en Europa y Estados Unidos. Mientras que la vanguardia internacional de esos años se iba haciendo más compleja, algunos creadores españoles como Eusebio Sempere, Andreu Alfaro o Pablo Palazuelo optaron por una visión abstracta de carácter “normativo”, más constructiva y geométrica, mientras los escultores de ese período como Oteiza, Chillida o Martín Chirino, se emplazaron entre lo normativo y lo informalista, con rasgos muy diferenciados entre sí, aunque trabajando el hierro. En esas décadas de los 50 y 60 también se dio una tercera corriente, la de los llamados realistas, entre los que destacan Carmen Laffón, Antonio López García y Amalia Avia, que también forman parte de la muestra. Durante los años 60 y 70 continuaron su labor todos los creadores mencionados anteriormente, y a ellos se sumaron los artistas pop como Eduardo Arroyo y el Equipo Crónica, compuesto por Rafael Solbes y Manolo Valdés, y algunos creadores tan importantes como Manuel H. Mompó, Ràfols Casamada, Alfredo Alcaín o Luis Gordillo, que representan las principales corrientes internacionales de ese período. Un panorama más rico y plural, que se intensificó con la aparición de artistas conceptuales que cuestionaban la visión más formalista y ecléctica de otros grupos plásticos. Así, en la selección de Francisco Calvo Serraller, se pueden mencionar las piezas de Soledad Sevilla, Nacho Criado, Adolfo Schlosser, Eva Lootz, Miquel Navarro, Navarro Baldeweg, Broto, Carmen Calvo, Teixidor, Alcolea, Quejido, Carlos Franco, Pérez Villalta, Salinas o Juan José Aquerreta, que siguieron con notable actividad en las décadas siguientes. Por último, ya en los ochenta y noventa puede señalarse la irrupción de una nueva generación de artistas, entre los que sobresale el triunfo internacional de Miquel Barceló, junto a otros creadores cosmopolitas que transitaban sin complejos como Sicilia, Víctor Mira, Juan Carlos Savater, Urzay, Leiro, Amat, Álvarez Basso, Mateo Charris o Martín Begué.