Descripción de la Exposición
La exposición Arte contemporáneo en Oaxaca. Vanguardia, mito y tradición recoge las diversas manifestaciones artísticas que se dieron en este estado, situado al suroeste del territorio mexicano, entre 1960 y 1990.
Marcada por las claras tendencias propias del arte oaxaqueño, con sus diferentes lenguajes y estilos, la muestra representa tanto la variedad de las manifestaciones artísticas existentes como sus puntos en común.
En referencia a esta variedad, el subtítulo Vanguardia, mito y tradición señala las tres líneas estilísticas que se destacan en esta exposición dentro de la creación plástica de los artistas oaxaqueños.
La muestra reflexiona sobre el papel de Rodolfo Nieto, Francisco Toledo y Rodolfo Morales como impulsores de estas tendencias en el arte contemporáneo de Oaxaca, indagando en la relación que se establece entre ellos y los artistas que les sucedieron. Además, se destaca el papel que tuvo Rufino Tamayo como germen del cambio de paradigma en el arte de esta región, previamente a estos tres artistas.
Rufino Tamayo
Artista de reconocido prestigio e influencia internacional que vivió y trabajo más de 20 años alejado de México y de Oaxaca. Sin embargo, nunca perdió por completo el contacto y la referencia a su lugar de origen. Su influencia en la creación artística de esta región es crucial y entender su obra es clave para comprender las manifestaciones posteriores que aquí se dieron. Su presencia en esta muestra sirve para señalar la relevancia que él y su trabajo tuvieron para Oaxaca, permitiendo que la exposición se centre en el desarrollo del arte plástico oaxaqueño que le precedió.
A lo largo de su trayectoria artística Tamayo aúna las tres líneas que aquí se señalan, combinando en su obra un lenguaje de síntesis y experimentación plástica con énfasis en uso expresivo del color (vanguardia); las referencias a la tradición y la cultura indígena (mito); y la reflexión de la contemporaneidad y las problemáticas socioculturales en su obra (tradición). No podía ser de otra forma pues, sino que el padre de la pintura moderna de México fuese quien logra aglutinar en uno solo lo que la historia y el tiempo se ha encargado de señalar como la realidad artística del arte contemporáneo en Oaxaca. Su labor y aportación a esta región solo es comparable con la de sus tres compañeros, unos años más jóvenes que él, con quienes trabó relación y amistad en vida.
Por ello, en la exposición lo encontramos en el centro del recorrido, exento de una única etiqueta dentro de la estructura temática que caracteriza a esta muestra.
La herencia de la tradición y la modernidad
Volviendo a las características del arte contemporáneo en Oaxaca, es conveniente destacar que en la tradición indígena mesoamericana, de la cual los artistas beben, está muy patente el concepto de dualidad que vemos en sus obras en la convivencia del mundo visible y el mundo invisible, la vida cotidiana con los mitos, las referencias tanto a animales reales como a criaturas fantásticas. A esto se le suma la herencia y tradición venida de occidente, lo que crea en la sociedad mexicana una identidad compartida, doble, siendo su realidad una mezcla de ambas culturas.
Los artistas Francisco Toledo y Rodolfo Morales ejemplifican las dos caras de esta dualidad. Morales realiza obras en las que trata de representar la sociedad y la cultura oaxaqueña, con un lenguaje surrealista derivado del arte tradicional indígena de Oaxaca, aunque su uso y ánimo difiere del tono oscuro de Toledo. Este representa la vertiente iconográfica y cultural más siniestra de la tradición mesoamericana y zapoteca, con temas mitológicos, representación de animales reales e imaginarios, sueños, etc. Así, Rodolfo Morales está en el lado de lo visible, la luz, y Francisco Toledo representando lo invisible, la noche, el mito.
Rodolfo Nieto por su parte abre una tercera vía al desarrollar un arte de tendencia informalista y matérico, más vinculado con las propuestas vanguardistas occidentales. Se aleja así de la corriente figurativa de Oaxaca y supone una línea diferente de influencia para los artistas venideros.
La dualidad entre “lo diurno” y “lo nocturno” en el arte oaxaqueño ya la estableció Alberto Blanco en 19898 en el catálogo de la exposición “Imágenes y colores de Oaxaca” (México, 1998). En esta exposición hemos querido hacer un guiño a Blanco, partiendo de ella para desarrollar no dos, sino tres líneas temáticas con la finalidad de arrojar un poco más de luz al entendimiento del arte oaxaqueño.
Arte contemporáneo en Oaxaca
Sin existir una escuela en sí, sin necesidad de compartir tan siquiera un único estilo o lenguaje, el entorno y el contexto en el que surgen los artistas oaxaqueños propicia el intercambio de influencias, lo cual se traduce en sus temas y referencias comunes, en un modo particular de reflejar las identidades mexicana, oaxaqueña e indígena; tan propias e individuales como universales.
Junto a la búsqueda de la identidad nacional e individual, muchos de los temas que aparecen en las obras de los artistas oaxaqueños son derivados directamente de la herencia cultural zapoteca, pero también de la heredada tradición prehispánica y de la cultura occidental moderna. Así se refleja también en su lenguaje plástico en el que identificamos tanto referencias a la iconografía, el uso de colores y de formas aztecas, como influencias de la vanguardia europea, especialmente del expresionismo y del surrealismo.
Siguiendo aquí con la propuesta de división en torno a las características predominantes de las obras de los artistas según su temática y lenguaje -pero sin olvidar que todas las obras y la trayectoria de los artistas son el resultado de un contexto cultural concreto y no mérito de una única circunstancia o influencia-, podemos distinguir en los artistas posteriores una línea de influencia definida.
Por ejemplo, en la línea de Toledo tendríamos la obra de Juan Alcázar, Cecilio Sánchez e Irma Guerrero, mientras que Javier Maximino, Felipe Morales o Fernando Olivera habrían bebido directamente de la influencia de Rodolfo Morales. Del mismo modo, Alejandro Santiago o Luis Zárate son herederos del expresionismo y el empleo de la materia en la obra de Rodolfo Nieto.
Esta estructura jerárquica de artistas e influencias que vemos en esta muestra pretende arrojar luz al entorno creativo de Oaxaca, más que perseguir una catalogación. También es oportuno señalar que, aunque la línea de influencias responde a una cuestión cronológica, esto no implica que sea unidireccional.
Se trata de reflejar la realidad de un contexto cultural y creativo, donde había una gran convivencia entre los artistas y las influencias iban y venían de unos a otros. No es de extrañar pues que, dentro de un artista afín a una línea temática o lenguaje, veamos referencias a otra.
En este sentido, el contexto artístico oaxaqueño debe entenderse como un entramado cultural y social con un estrecho vínculo entre los artistas de las distintas generaciones. Es esta circunstancia, por encima de todo, gracias a la cual existe un ambiente creativo tan fructífero y particular en Oaxaca. Para estos artistas y muchos de los que vendrán después, la labor de pintor, grabador o escultor se compaginaba con la de maestro, creador de un taller, director de museos y centros culturales o gestor y protector del patrimonio histórico; todas ellas facetas que han enriquecido el entramado artístico de Oaxaca y permitido que sea hoy en día como es.
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