Descripción de la Exposición
La Galería Herrero de Tejada presenta la primera individual de Jesús Zurita (Ceuta, 1974} en sus salas. Se trata de un proyecto específico para nuestro espacio, comisariado por el crítico áscar Alonso Malina, quien en 2013 ya presentó en el Museo ABC de nuestra capital una amplia exposición del artista centrada en el fundamento dibujístico de toda su producción.
Desde entonces, la importancia de esta disciplina ha ido cobrando mayor protagonismo e independencia en la producción del artista, también mayor soltura y versatilidad, hasta el punto que hoy sus imágenes oscilan ambiguamente aunque sin pudor entre la naturaleza pictórica y la propia del dibujo, independientemente de los soportes que emplee el artista para materializarlas: papel, lienzo o incluso en sus murales que se despliegan por las paredes de la sala expositiva, como suele ser habitual en sus proyectos.
La exposición reúne sus últimos e inéditos trabajos, y en ella su proliferante mundo de formas se expande una vez más por la arquitectura que los acoge, de tal manera que más que como un marco o ambiente, hay que entenderla ya como diálogo o si se quiere, incluso como auténtica continuidad y parte misma de la obra.
La tendencia expansiva de esta combinatoria, pues, que en otros proyectos del artista ha dado lugar a envolventes atmósferas, juegos de concepción espacial desconcertantes, y secuencias narrativas a medida que conducían al espectador de sala en sala, aquí ha sido calculada, frenada cuidadosamente como parte de un experimento, llevándola casi a una posición "estática". El resultado es formidable, pues mientras que un único formato de lienzo -en dos tamaños diferentes- se encarga de controlar formalmente la parte del dibujo/pintura, creando un ritmo estable en la variedad de imágenes representadas en esos soportes, por su parte, el desarrollo mural queda circunscrito exclusivamente a machones, rincones y molduras verticales, muy estrechos y estilizados, como si de columnas adosadas a la pared o pilastras se tratara, en la tradición de los candelieri.
El proyecto toma como punto de partida una profunda reflexión sobre la figura de la rocalla, esas formas inspiradas en el arte chino y tan profusamente empleadas en el mobiliario, la decoración y la arquitectura del XVIII. Junto a ella, otra fórmula estructural emparentada a ella, aunque de tradición mucho más antigua, como es el grutesco, es el segundo foco de inspiración para las piezas que componen este proyecto. La mezcolanza indisociable entre los órdenes, que en el seno de ambos, tanto de la rocalla como del grutesco, da lugar a formas caprichosas y fantásticas, se actualiza en la poética de Zurita, quien, por su parte, a menudo ha empleado la amalgama de lo vivo y lo muerto, o de la indiferencia entre lo mineral, lo vegetal y lo animal.
Pero semejante vaivén entre naturaleza y artificio no es quien marca el ritmo de la exposición, aunque sí sus ritornelos, los estribillos. El artista, como acostumbra, ha preparado una suerte de auténtica partitura visual que se lee con los ojos y el cuerpo, mientras la paseamos. Cuidadosamente dispuestas, cada una de las escenas que enmarcan los límites de los bastidores enlaza a modo de una gran escenografía con esas otras intervenciones que trepan por los ángulos y salpican techo y paredes, en un hermoso diálogo basado en los compases, las líneas melódicas y la composición. Estamos, pues, en el seno de una instalación compleja, medida y pesada hasta el último detalle, donde, a modo de auténtico tableau vivant, nosotros, los espectadores somos una pieza más, el punto de fuga de todo el dispositivo escénico.
El nuevo ciclo de pinturas y murales derivado de estos tanteos en torno a lo narrativo, lo decorativo y lo ornamental, han dado lugar a nuevas conquistas iconográficas. Nuevos motivos, como el de la vela, o el pabilo que humea apagada ésta, un nuevo también repertorio de personajes que nos ponen sobre aviso de la influencia del cómic en un artista sobre quien la crítica destaca siempre referentes cultos e históricos, junto a nuevas formas de tratar la materia, como las de la cera derretida, el grumo de pasta, o el chorreo, goteo, desbordamiento y coagulación de lo líquido, tienen sus más destacadas novedades en el ya extenso y perturbador catálogo de temas, seres y ambientes que son característicos de Zurita.
Óscar Alonso Malina, crítico y comisario.
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