Descripción de la Exposición
Exposición individual de la artista Tamara Jacquin (Chile, 1986) comisariada por la crítica y curadora Marisol Salanova (España, 1982) en el Centro Cultural Aravaca (Moncloa, Ayuntamiento de Madrid).
Nacemos en un único cuerpo del cual no podemos desprendernos y sobre este mismo rápidamente se aplica una serie de categorías que restringe sus posibilidades y lo amolda a un orden preestablecido que asigna un género masculino o femenino, un color, una raza, unas medidas, una talla, una nacionalidad, un arraigo. El inicio y motor de la obra de Tamara Jacquin siempre es el cuerpo, herramienta a partir de la cual realiza un análisis crítico de nuestra sociedad contemporánea. Su serie "Arquitecturas Corporales", que da nombre a la exposición, comenzada en 2014 y becada por la Fundación BilbaoArte en 2015, parte del cuerpo como medida y referencia sobre la cual el sujeto establece todas las relaciones con su entorno, trabajando metafóricamente la construcción del cuerpo normativo, es decir, codificado, controlado, limitado y oprimido social o culturalmente.
La experiencia que se genera por el movimiento de los objetos protésicos que la artista diseña y construye para explorar su cuerpo es plasmada en fotografía y vídeo, constituyendo las obras que han sido seleccionadas para la presente exposición. Se trata de un registro performativo que da cuenta de un proceso de investigación con bases teóricas enraizadas en el pensamiento de Judith Butler a fin de cuestionar los criterios naturalizados con los que se clasifica a los cuerpos. Las normas de género y sexualidad han llevado históricamente hacia una estandarización física que aleja al cuerpo de la idea de refugio, de elemento propio en el que se vive y se es, para aproximarlo a una vorágine de obsesiones muchas veces derivadas en trastorno dismórfico.
Influenciada tanto por Butler como por Foucault y Bourdieu en eso, Jacquin desgrana los códigos culturales que se inscriben en los cuerpos desde el nacer y que de algún modo determinan ciertos comportamientos corporales motivados por la imagen que uno tiene de sí mismo. Puesto que, según Butler y Foucault, no hay una esencia que el género pueda expresar o exteriorizar, son los actos de género los que crean el género. Pero existen entonces posibilidades de transformación de género e intercambio de roles a partir de modificaciones corporales en especial de conducta hacia lo subversivo. Si el propósito de las clasificaciones iniciales sobre el cuerpo responde a un deseo de orden social entonces es posible rebelarse, ¿pero cómo?
Jacquin, que tiene formación en Arquitectura además de Bellas Artes, por un lado crea estructuras de madera rígidas y pesadas, condicionantes del cuerpo en lo postural como metáfora de dominación y opresión al transportarlas. Ella carga sus estructuras con las cuales el cuerpo sufre de alguna manera. Éstas emulan una casa a cuestas, refugio tal vez y sin embargo arduo, en ellas encontramos un patronaje femenino que sigue interrogando al género en cuanto a construcción social negativa. Por ejemplo, en la obra Arquitectura Corporal IV (2015) figura un vestido de madera, con él la artista aborda la construcción de la feminidad a partir de la imagen del vestido, la imagen que proyecta un cuerpo con vestido, ¿imagen de fragilidad? Asimismo la vídeo-performance Pensando en Penélope (2015) nos enseña cómo elabora el tejido de madera, reforzando esa idea de construir estructuras y códigos para vestir el cuerpo. Pero en la obra en la que se hace más evidente este tratamiento del género y la identificación de lo femenino con la moda que sesga patrones corporales es el políptico Arquitectura Corporal III (2015), serie de nueve retratos en los que la artista adquiere diferentes identidades según los prejuicios del público; pues unas veces parece que lleve un velo étnico, otras una seria túnica o un divertido sombrero. Semejante experimentación recuerda al trabajo de la artista cubana Ana Mendienta aunque su mirada en realidad esté más dirigida hacia el trabajo de Rebecca Horn.
"El cuerpo es un elemento muy complejo, con muchas capas, es presencia, percepción, movimiento y memoria", explica Jacquin. "Me interesaba saber por qué mi cuerpo es cómo es, es decir, cómo se construye mi cuerpo, y en ese camino descubrí que gran parte de esa relación de identidad estaba a su vez determinada por la mirada del otro", añade. Rompiendo con el corte material de la alemana Horn en una sutil aproximación a Louise Bourgeois, Jacquin ha producido ya en Madrid las obras más recientes que se incorporan en esta muestra, alejada del concepto de prótesis y preguntándose ahora por la dimensión espacial en exclusiva. Refugio nómada para cuando el mundo se torna hostil (2016) es literalmente un refugio portable y plegable hecho a medida, a escala humana. La artista carga con dicho refugio de nuevo como si de llevar la casa a cuestas se tratase, con toda la carga ideológica feminista que sugiere ya que la mujer ha sido siempre quien ha tenido que manejar los asuntos del hogar en nuestra cultura, las labores que una sociedad conservadora señaló como inherentes al género femenino durante mucho tiempo a fin de armonizar la vida en común. Sin embargo esta casa a cuestas es un elemento defensivo ahora, no es puro mobiliario o escultura al uso, es un recinto movible en el que apoyarse desde dentro, como la pieza precursora Arquitectura Corporal I (2014), resiliente.
La palabra resiliencia designa a la capacidad de los seres humanos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas, es un término principalmente venido de la psicología pero también tiene otras múltiples acepciones y en el mundo del arte se utiliza cada vez más. En ingeniería alude a la energía de deformación por unidad de volumen que puede ser recuperada de un cuerpo deformado cuando cesa el esfuerzo que causa la deformación. En ambos sentidos podría considerarse resiliente la obra de Tamara Jacquin, quien investiga desde lo particular a lo general, desde su experiencia y su cuerpo hasta la circunstancia global de los demás, teniendo en cuenta, en la línea del pensador búlgaro Tzvetan Todorov, que existimos en cierta medida a partir de la mirada del otro, haciendo hincapié en la importancia que tiene la vida en común y los roles que en ella adoptamos. Ese otro es el espectador, el público que va a experimentar y a identificar su propia presencia y corporalidad con el recorrido propuesto en el proyecto expositivo "Arquitecturas Corporales" en el contexto del Centro Cultural Aravaca de Madrid, culminación de un proceso de más de tres años investigando y creando, que solo se ha expuesto hasta el momento parcialmente y que por primera vez se muestra en calidad de conjunto.