Descripción de la Exposición
En esta exposición solo vamos a encontrarnos con dos obras, dos inmensas obras construidas a lo largo de cincuenta años de observación, de contemplación, de fijación en el mundo que nos rodea y el mundo que somos. Una primera obra etérea que elude la pared y se muestra en el aire. Grandes imágenes que penden del techo y que positivadas ahora en grandes papeles de arroz japoneses nos envuelven mostrándonos estructuras, formas abstractas, como queriendo trascender lo concreto y tratando de situarnos en un espacio irreal que no es otro que el de los elementos primarios, donde la luz vive a través de su propia danza. Estamos ante la percepción de lo que no se puede contar, de las formas que nos trasladan a lo esencial que reside en cada una de las imágenes. Un bosque volátil que no requiere del espectador mucho más que su tránsito, su paseo, una experiencia que prepara para llegar a la segunda obra, la definitiva, la que a modo de gran retablo se ofrece en una sola pared. Una obra absoluta en la que Carlos Canal se ofrece en todos sus matices, una obra que son muchas y un todo. El espectador está invitado a construir por sí mismo su propia lectura y mirar libremente los diferentes ámbitos del alma del autor, pues aquí, de una forma aleatoria está todo lo que él es. “Es una radiografía del alma” diría posiblemente Jacques Lamartine, es el claro ejemplo de que somos entes diferentes desde que hemos optado por ser no solo personas sino ser también imágenes. Dormidas en negativos antiguos, acumuladas durante años y años, aquí aguardaban estos retazos de lo que uno ha ido mirando y siendo durante toda una vida. Estamos ante el Archivo Sombra que no es otra cosa que el propio autor abierto en alma que se nos ofrece valiente y sin pudor alguno. No hay nada que contar en este mosaico, cada tesela engarzada como un poliédrico espejo, como la vida misma. Sombras escondidas en el tiempo que ahora reclaman con esta presencia un lugar que las acerque a las vivencias, a la esencia, que un día fueron.
Y la luz, la luz está en todo y hay una danza bella en la que la vida se celebra en su explosión sin fin, una luz que da sentido a todo, que nos ofrece las formas, que hace de lo inerte un espacio de contemplación, un océano de luz donde navegar con lo que somos y amamos. Una celebración de las formas, de las siluetas, de lo casual que es todo, de la belleza que reconocemos en esos rostros y sobre todo en los cuerpos, en los trazos de una nube, de un árbol, de un gesto, en la contención que hay en la forma de una cafetera, en la mirada de un hijo, en el amor de la amante, en el rayo sobre el mar, en el sexo de todos los días, en la luz que enfoca esa rama, en la lluvia, en el rostro de la madre, siempre en esa luz, en ese camino, en ese abrazo, en la piedra, en sus piernas, en la mirada que me esquiva, en la que me atraviesa, en esa mancha en el suelo, en eso que no sé qué es, en la carretera, en las arrugas de la vida, en la belleza de su cráneo, en una bolsa y un avión, en un maestro que camina y en esos cuerpos que se desnudan al ducharse con esa misma luz que se abre como su sexo para explotar en la dicha de la vida, luz que todo lo invade y que ama las manos, las poses, los platos, las caracolas y todas las espirales, luz de las ciudades y del caballo que come y posa al borde en ese mar de arena y esa barca varada y destruida y los girasoles que rezan al día y el iris de sus ojos y esa luz de la persiana que recorta el cuerpo y esa noche que esconde tanto como enseña; todo el universo se comprime en un una flor, en una planta y todos somos alguien, una mancha que avanza sobre un espacio incierto.
Rafael Doctor Roncero
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España