Descripción de la Exposición
“La obra de Alberto Lezaca insiste en proponer un relato entre la realidad y una invención ficcional imposible. Lezaca está intentando crear un nuevo mundo y para ello comienza desde la base primordial: el lenguaje. Porque lo que no tiene nombre todavía no es. Todavía es “aparato”...”
Cuando entramos en una exposición de Alberto Lezaca nos parece acceder a uno de los apartamentos del High Rise de la novela de J G Ballard. Las referencias visuales que recibimos, los colores planos, la gama de color incluso, el aire mecanicista de las imágenes, nos hace pensar en un futuro, entre residencial y distópico. Inmediatamente después de esa primera impresión nos damos cuenta de la inutilidad de los objetos que nos rodean, de su frialdad, contraria a cualquier uso imaginable, de su imposibilidad incluso.
Alberto Lezaca (Bogotá, Colombia, 1972) a principios de los años 90 tenía una banda de música para la que no conseguía encontrar un batería. Llevado por un impulso imaginó que el sonido que necesitaba podría producirse desde un computador y comenzó a buscar la maquina adecuada de tienda en tienda. Sin embargo, en casi todas, recibía la misma respuesta: las computadoras no valen ni para hacer vídeo ni para hacer música. Finalmente, un día, perdida ya casi la esperanza, un tendero le dijo: “Usted necesita un Amiga”. Y así descubrió la mítica línea de ordenadores personales de Commodore que cambió tantas cosas a finales del siglo pasado.
Un Amiga en este contexto es casi hablar de un robot de compañía, es darle el valor afectivo y personal a una máquina, a un aparato. En Colombia “aparato” es una palabra que vale para casi todo, es lo que usan las madres para referirse a cualquier objeto que quieren que su hijo les alcance o deje de tocar. Un aparato lo es todo y lo es nada. Es la palabra que precede a la denominación exacta y concreta. Es una definición todavía en marcha. Imprecisa. Abierta.
Las exposiciones de Lezaca se plantean como inmersiones en un relato. Son como entrar, de repente, en medio de una narración que ya ha comenzado antes y que terminará después de que nos hayamos marchado. Lo único que podemos hacer es atrapar ideas, sensaciones, impresiones e intentar descifrarlos para poder entender donde hemos estado. Sin embargo el artista nos dará, constantemente, información incompleta, deficitaria o contradictoria para evitar que podamos cerrar satisfactoriamente cualquier interpretación posible. Incluso sus títulos nos llevan a ampliar la lectura de sus obras mas que a concretarla.
La propia realización física de su trabajo es buena muestra de esas aparentes contradicciones: el dibujo inicial lo realiza siempre en el ordenador, utilizando herramientas (programas) que le permiten la creación de un gran número de posibilidades de la misma imagen. Sin embargo, a la hora de pasarla al lienzo, lo hace rigurosamente a mano, sirviéndose, si acaso, de algún sistema reticular típico del dibujo académico.
El resultado son cuadros de objetos que no pueden existir y esculturas que parecen planas. En los lienzos, que nos pueden recordar a planos o a ciertas formas del comic, los colores, siempre fríos, apenas contrastados por un rojo que no consigue calentar el conjunto, aparecen en grandes masas, delimitando formas que nos remiten a un cierto mecanicismo, a un objeto que sólo podemos definir como “aparato”. Sin utilidad, sin finalidad. Las esculturas, por su parte, esconden su tridimensionalidad por medio de trucos visuales. Uno se acerca a ellas y parecería que escaparan.
Un buen ejemplo de esto es “Aparato Sánchez”, basado en la máquina de rayos X portátil inventada a principios del siglo XX por el español Mónico Sánchez. Se trataba del primer artilugio de este tipo que será utilizado ampliamente en la guerra mundial. Para Lezaca tiene una especial fascinación ya que, con su portabilidad, permite ver el interior del cuerpo. Así, su cuadro, basado inicialmente en el objeto original, está divido en dos ámbitos: el rojo superior que nos recordaría al interior del cuerpo humano y el gris inferior, en donde se localiza la máquina. Las distintas partes del objeto han perdido su operatividad, aplanándose unas y desarrollando relieve la otra. No vemos como podría operarse. No tiene mandos ni botones. Una vez mas, no es de extrañar que la invención se llamara The Sánchez Portable Apparatus. Este lienzo funciona casi como una clave que nos ayuda a interpretar el resto de la muestra, nos da la pista, fundamental, de que la exposición de Lezaca (que es transportable también, de Bogotá hasta Madrid) sirve para que veamos el interior, lo que hay dentro, descubrir lo que a primera vista se nos esconde.
En este mismo sentido, el artista ha construido nuevos muros en el espacio de la galería que contienen ranuras y aperturas que nos permiten ver al otro lado o quizá introducir un miembro para averiguar qué le ocurre. La galería convertida en máquina, en aparato.
Hay en todo ello un cuestionamiento a la modernidad, o a la idea de lo moderno si se quiere, desde el punto de lo rigurosamente anti-natural. Nada en la obra de Lezaca nos hace sospechar de la presencia humana o animal. La pincelada desaparece, los colores podrían haber sido aplicados, y las líneas trazadas, por maquinas. No queda nada de lo sensual o lo sensorial. Son como partes de un catálogo que pretende alejarse de cualquier naturalismo o ideal de reproducción de lo real. De hecho, busca lo opuesto: evidenciar lo artificial (y artificioso) de lo representado y por extensión de la representación. Hay en sus cuadros un falso utilitarismo, una funcionalidad engañosa.
La obra de Alberto Lezaca insiste en proponer un relato entre la realidad y una invención ficcional imposible. Lezaca está intentando crear un nuevo mundo y para ello comienza desde la base primordial: el lenguaje. Porque lo que no tiene nombre todavía no es. Todavía es “aparato”.
Texto: Joaquín García
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España