Descripción de la Exposición En el último lustro estamos viviendo una peligrosa tendencia museográfica que mezcla con poco acierto un conceptualismo artístico mal entendido con criterios expositivos ininteligibles o etéreos. Las obras se disipan en planteamientos seudosociales o seudourbanos o seudofilosóficos para acabar presentando una serie de imágenes anodinas, insustanciales o casuales que se suponen que son la muestra de un proceso creativo o de alguna acción provechosa. Estas piezas de la postvanguardia acaban siendo una idea indeterminada difícil de registrar que sólo se percibe (o se intuye) a través de fotografías o vídeos, medios que dejan constancia de lo hecho y que se convierten más que en obras per se, en testigos asertivos de lo realizado. El arte actual, por su propio bien, debe acercarse al ciudadano, huir de esta hipérbole intelectual y bajar de su torre de marfil. Esto no significa que sus contenidos se conviertan en argumentos escatológicos, faltos de modales o zafios. No. Todo lo contrario. Lo que tiene que hacer es desdeñar la argumentación teórica (en una explicación cabe cualquier justificación) para ahondar en los valores estéticos y reflexivos. Simplemente. Todo lo que en el pensamiento humano tiene explicación se relaciona con la filosofía. El arte, la literatura o la música nos sirven justo para lo contrario, para expresar aquello que no tiene comprensión. Como bien señala Galder Reguera 'no deja de ser paradójico que, cuanto más se convencen los filósofos de la incapacidad fundamental de la filosofía para responder a cuestiones a las que sí llega el arte, los artistas se acerquen con más insistencia a la filosofía.'(1) Si no recortamos distancias entre el discurso sesgado de los que defienden la intelectualidad frente a la percepción sensitiva, acabaremos convirtiendo el arte contemporáneo en un terreno acotado donde sólo tienen cabida los diletantes de salón. Las destrezas, la frescura y la inteligencia burlesca de Víctor Pulido (Huelva 1968) nos presenta una exposición atractiva, convincente y novedosa que sensibilizará a los visitantes y les hará reflexionar, una muestra directa que no dejará indiferente a nadie. la obra reciente de este artista onubense y la serie Enanitos de jardín por su coherencia y disposición, es un conjunto idóneo que presentar al público cordobés en la nueva temporada de la galería ARTE 21. Estas esculturas irónicas (que no son más que retratos mordaces de personajes ridiculizados por sus pretensiones de grandeza o por su ansia de poder), están concebidas en su conjunto como una crítica desvergonzada a los poderes establecidos y a determinados arquetipos sociales. En ellos se recrean de manera sutil (aunque su representación puede resultar algo burda), diferentes estamentos de gestión, gobierno y decisión de la vida diaria de los ciudadanos. La política, la moral, el dinero, la apariencia, el sexo, la religión, el arte, la justicia, los medios de comunicación o los negocios están parodiados hasta lo esperpéntico en esta serie donde el artista ahonda en el gesto humano para dejar en evidencia determinadas poses públicas que tendemos a usar los seres humanos. (1) Galder Reguera. Heridas del ser. Revista Lápiz número 227. Madrid 2006. pg. 64