Exposición de pintura que intenta transmitir al visitante sentimientos como la tradición del mundo femenino gallego, los cestos de frutas y flores, el incesante laborar de quien mantiene firme las riendas familiares.

La cálida presencia de la mujer en sus pinturas evoca aquella imagen anónima de la misma que todos llevamos en la retina, casi subconscientemente, y que es la misma en el campo o en el mar, en la romería o en la feria.

Las pinturas de Antonio Melero tienen ese aire inconfundible de lo propio, de lo que permanece, aunque todo lo demás cambie. Vemos en ellas a la madre cuyos brazos se tienden amorosos hacia la hija que promete la continuidad. Nos muestran la tradición, la sella en la cabeza sobre el rodete, los cestos de frutas y flores, el incesante laborar de quien mantiene firme las riendas familiares.