Cuando la era moderna de la escultura queda inaugurada y alcanza plenitud en la contemporánea con Julio González, Henry Moore, David Smith... será Anthony Caro (New Malden, 1924) uno de los artistas que participarán con su obra para dar una nueva voz a los materiales, al espacio y al volumen; hasta el punto de ser catalogada como 'ruptura' por el crítico Clement Greenberg.

En los años sesenta Caro apuntó que 'el problema actual de la escultura es hacerla más abstracta que nunca' y se lanzó a crear piezas muy heterogéneas con un fuerte gesto constructivista y genuina voz haciendo convivir los diferentes elementos con una sintaxis propia: sustituye toda idea de síntesis y es el lenguaje lo que se articula, eclosiona y despliega y no el sentido. Será este énfasis en la sintaxis lo ... que elogian Michael Fried y Clement Greenberg: una senda auténtica y profunda hacia la abstracción que obvia de forma radical la naturaleza y cualquier referente reconocible.

Las esculturas responden a una lógica interna que 'dibuja' en el aire y crea obras independientes del contexto circundante. Son construcciones de formas geométricas elementales, rectilíneas, dotadas de una enorme ligereza que se alejan conscientemente de la tradicional escultura monolítica eminentemente vertical a base de soldaduras.

Pernos, tubos, viguetas, planchas, materiales industriales se acoplan sin otra finalidad que articular en el vacío los ejes y vectores que Caro imagina, resultando objetos llenos de poesía. El acero galvanizado, el latón o el bronce se despliegan o pliegan, se retuercen o angulan a través de una dosis de imaginación altamente persuasiva hasta el punto de poder hablar de un lenguaje netamente personal. Las esculturas cobran una autonomía insospechada.

Como escribió Greenberg 'el arte de Caro es original porque cambia y amplia el gusto con el fin de crearse espacio propio. Y es capaz de hacerlo sólo porque es producto de la necesidad; sólo porque se lo exige una visión que no puede darse a conocer si no es cambiando el arte'.

La relación entre el artista y la Galería Joan Prats se remonta a 1984, año antes de su retrospectiva en la Fundació Joan Miró, desde entonces Caro no sólo ha mantenido su estrecha relación con la galería sino con la ciudad de Barcelona a la que revisita asiduamente, dejando su huella en muchas ocasiones como la del 'Triangle Workshop' y la retrospectiva 'Drawing in space' en La Fundació Caixa de Catalunya.