Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Más de cincuenta obras componen la exposición temporal Anglada-Camarasa. Arabesco y seducción, que se expone desde el 6 de noviembre hasta el próximo 31 de marzo en el Museo Carmen Thyssen Málaga. La muestra constituye un recorrido a través de la imagen de la mujer en la pintura de Hermen Anglada-Camarasa, uno de los artistas catalanes modernos más relevantes de finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La exposición se compone de una amplia selección de obras procedentes en su mayor parte de la Colección Anglada-Camarasa de la Fundación 'la Caixa', pero también cuenta con piezas clave de la Colección Masaveu, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Colección Montes-González, Colección Beatriz Anglada-Camarasa, la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza y la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen de Málaga. En la exposición Anglada-Camarasa. Arabesco y seducción, el visitante podrá encontrar obras realizadas a finales del siglo XIX, con una importante carga simbolista, para continuar con las figuras parisinas vinculadas a la idea de femme fatale. Hacia 1904 visita Valencia y queda deslumbrado por el lujo de estos vestidos folclóricos. Junto a ellos aparecerán también las exóticas gitanas, a quienes Anglada-Camarasa representó en numerosas ocasiones vinculadas al tema de la danza. Entre las piezas clave de la muestra destaca Flamenco, 1901 (Colección Masaveu), Le Paon Blanc, 1904 (Colección Carmen Thyssen), Desnudo bajo la parra, c. 1909 (Museo de Bellas Artes de Bilbao), La sibila, c. 1913 (Colección 'la Caixa'), Adelina del Carril de Güiraldes, c. 1920-1922 (Colección 'la Caixa') o Retrato de Leticia Bosch, duquesa de Dúrcal, 1922 (Museo Nacional de Arte Reina Sofía); Asimismo, acompañando al conjunto de pinturas, se exponen obras sobre papel que permiten entender el proceso creativo del artista a la vez que constituyen un complemento de gran valor para la interpretación de su obra. La exposición temporal se distribuye en secciones que se corresponden con etapas estéticas significativas en torno a la figura femenina: La sugestión del desnudo, Retratos, Nocturnos de París, El esplendor de la mujer y La pasión por la danza. La sugestión del desnudo Tras su periodo de formación en Barcelona, Anglada viajó por primera vez a París en 1894, momento en el que experimentó un cambio temático que supuso el inicio de su primera etapa parisina (1894-1904). Los desnudos realizados reflejan la influencia de la línea académica; en etapas posteriores volvería a tomar este asunto para demostrar ante la crítica artística su dominio del dibujo. Pronto comenzaron a percibirse rasgos de lo que iba a ser uno de sus estilos más característicos, pues las representaciones femeninas se impregnaron de gran carga simbolista, probablemente influido por el arte de Gustave Moreau. Retratos y nocturnos de París La llegada de Anglada a París significó el inicio de la configuración de una estética propia. Fue en este momento cuando inmortalizó la imagen tópica de la femme fatale a través una pintura de rasgos personales, en la que la luz y las manchas de color dan vida a figuras femeninas vaporosas y etéreas de los locales nocturnos de la ciudad. Durante esta etapa realizó una gran cantidad de retratos de mujeres parisinas que destacan por la espontaneidad y por la gran fuerza e intensidad de las protagonistas. Anglada abordó el tema del retrato femenino desde un punto de vista menos exuberante, caracterizados por el uso de pinceladas sintéticas y matéricas, así como por el rico juego de contrastes lumínicos -muy influido por la pintura de Antonio Mancini, por quien siempre sintió fascinación. Integrado a partir de 1898 en la vida artística de la capital francesa, Anglada-Camarasa descubrió, gracias al pintor argentino Carlos Baca- Flor, los cabarets de París que fueron el tema principal de sus obras durante todo este largo periodo. Comenzó a salir a las calles de la capital parisina para representar los instantes más atractivos que sucedían durante la noche. Su fascinación por la mujer comenzó a materializarse a través de numerosos apuntes tomados in situ sobre tablas de pequeño formato que le permitían poder ser transportadas con facilidad, todos ellos realizados con una pincelada enérgica y dinámica, cuyo objetivo residía en plasmar la fugacidad del instante. El descubrimiento de la vida nocturna parisina supuso también para el pintor la oportunidad de alejarse del realismo. Sus cuadros comienzan a caracterizarse por un particular aspecto artificial gracias al uso de un cromatismo muy personal, así como la recreación de la luz eléctrica que envolvía todas sus composiciones. Los personajes femeninos adquirieron una apariencia frívola y amenazadora. En ocasiones concedía a sus mujeres un aspecto casi fantasmagórico, gracias al uso de los blancos, mientras que otras veces adquirían una apariencia más elegante, reflejo de un ambiente sofisticado. Anglada comenzó al mismo tiempo a preocuparse por resaltar el carácter ondulante del cuerpo de la mujer, para configurar una atractiva sensación de movimiento, y reforzar su fuerte carácter sensual a través del uso del color. El esplendor de la mujer En 1904 Anglada realizó un viaje a Valencia que supondrá un giro en su trayectoria artística: abandonó para siempre la temática nocturna de París, para interesarse por el folclore popular mediterráneo. Este nuevo cambio significó el inicio de su segunda etapa parisina, que abarcó hasta 1914, año en el que se trasladó a vivir a Mallorca. Comenzó esta nueva trayectoria a través de obras de gran tamaño, con una elevada carga decorativa y un cromatismo espléndido, creando una textura muy especial en sus fondos sobre los que se ubican las mujeres para trasmitir en su conjunto una explosión de sensualidad y color. Siguiendo con esta línea más decorativa, realizó otro tipo de figuras femeninas, más esbeltas y estáticas, elaboradas a través de un uso plano del color. Estas obras le sirvieron de excusa para deleitarse con la belleza y el decorativismo de sus ropajes, obteniendo como resultado composiciones mucho más complejas, a la vez que inquietantes. Su traslado a Mallorca en 1914 -año en el que da comienzo su primera etapa mallorquina, que durará hasta 1936- supuso otro giro en su trayectoria. Pintará nuevos arquetipos femeninos, rodeados a modo de escenario por los paisajes que tanto le cautivaron en la isla o por ambientes florales recreados, para elaborar así una serie de mujeres cargadas de fantasía, cuyas protagonistas solían ser personajes de la alta sociedad española o de su entorno cultural más cercano. Pasión por la danza El flamenco triunfaba en la sociedad parisina de fin de siglo. La imagen de la mujer gitana resultaba muy atractiva, y se convirtió en personificación del tópico exótico español tan buscado por los extranjeros, hasta el punto de considerarla versión española de la femme fatale. Anglada-Camarasa compartió esta pasión por el baile gitano, y por el espectáculo que en sí significaba, hasta tal punto que realizó numerosas escenas, no sólo como respuesta a la demanda existente de estas representaciones, sino porque le permitían profundizar en el interés por la anatomía del cuerpo femenino gracias a un baile que requería gran expresividad. Dentro de las enérgicas composiciones protagonizadas por mujeres gitanas bailando que forman parte de la exposición, se puede apreciar cómo en todas refleja la gran fuerza e intensidad de los movimientos, y consigue transmitir la pasión y el desenfreno de la mujer gitana, temática que le apasionó durante toda su carrera. Acompañando a estas pinturas, se presentan además varios dibujos que el artista realizó a modo de apuntes, y que fueron concebidos probablemente a raíz de su interés por el estudio del movimiento, en los que se aprecia el carácter intuitivo y sensual de la danza. Anglada-Camarasa El conjunto de obras que conforma la exposición nos ofrece la oportunidad de contemplar diferentes etapas artísticas del pintor, a la vez que apreciar cómo la mujer constituyó un verdadero icono a lo largo de toda la trayectoria profesional de Anglada-Camarasa, artista que traspasó fronteras y se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la historia de la modernidad en nuestro país. Hermen Anglada-Camarasa (Barcelona, 1871 - Port de Pollença, 1959) Hermenegildo Anglada-Camarasa siempre valoró especialmente la formación artística que recibió de la mano del paisajista Modest Urgell y además estudió en la Escola de Belles Arts, más conocida como Llotja. En 1894 viaja por primera vez a París donde se dedica a estudiar las obras de los grandes maestros y completa su formación en la Académie Julian. Esto supone el inicio de su primera etapa parisina (1894-1904). A partir de 1901 su fama va en aumento y empieza a participar en prestigiosos certámenes europeos. En el año 1904 pasa el verano en Valencia, estancia que supone un cambio temático en su obra: desaparecen los temas parisinos para apostar por un tipo de pintura más decorativa y de mayor formato. Esto implica el comienzo de su segunda etapa parisina, que durará hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Un año después de su verano en Valencia, Anglada-Camarasa participa en la VI edición de la Bienal de Venecia en calidad de 'maestro'. Esto supone la consolidación de su prestigio internacional. En 1909 visita por primera vez Mallorca, lugar que se convertirá en su residencia definitiva más adelante. Con el inicio de la I Guerra Mundial en el 1914, el pintor catalán permanece en Mallorca. Aquí pone fin a su producción parisina y da comienzo la 'etapa mallorquina', que dura hasta 1936. En 1915 realiza en el Palau de Barcelona su primera gran exposición en España. En 1931 Anglada compra una parcela frente al mar para construir su residencia definitiva en Port de Pollença. Se casa con su sobrina-nieta Beatriz Huelin Rocamora. En agosto de 1933 nace su hija Beatriz. Con el estallido de la Guerra Civil, Mallorca queda bajo dominio franquista y el pintor, junto a su familia, permanece retenido en Barcelona. Instala su estudio en el monasterio de Montserrat, donde vivirá hasta el final de la guerra. En 1939 el artista emprende, junto a su familia, su exilio a París. Casi diez años más tarde volverá a España. En 1954 está presente finalmente en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid y es nombrado miembro de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Fallece en la madrugada del 7 de julio, en su residencia de Port de Pollença, a los ochenta y siete años.
Un recorrido a través de la representación femenina en la pintura del artista catalán gracias a una cuidada selección de obras procedentes en su mayor parte de la Colección Anglada-Camarasa de la Fundación la Caixa de Palma de Mallorca.
Actualidad, 03 dic de 2012
El Museo Carmen Thyssen Málaga alcanza más de un tercio de financiación privada en 2013
Por ARTEINFORMADO
Algo más de un tercio, exactamente el 34%, es la parte de financiación privada prevista en el presupuesto para 2013 del Museo Carmen Thyssen Málaga, cifrado en 3.305.561 Euros. Este ...
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