Descripción de la Exposición
Muestra de fotografías y libros dedicados a Angelita Romero de Torres, el alma del patio de la casa familiar. En la sala V, en horario del museo, durante el mes de mayo
Con motivo de la celebración de la Fiesta de los Patios Cordobeses, el Museo de Bellas Artes de Córdoba vuelve sus ojos a la familia Romero de Torres y al patio de la casa aneja a este museo en el que se desarrolló la vida de esta saga familiar tan vinculada al arte y la cultura de Córdoba en los siglos XIX y XX. En esta ocasión, destacamos la figura de Angelita Romero de Torres por su vinculación al patio de la casa familiar que, como cada año por estas fechas, abre sus puertas a la ciudadanía.
M.ª de los Ángeles Romero de Torres (Córdoba, 1881-1975) nació en el seno de esta familia de artistas encabezada por el padre, Rafael Romero Barros, siendo la menor de los ocho hermanos, entre los que sobresalen por su relación con el arte Rafael, Enrique y Julio. Tuvo la inquietud artística familiar, aunque su formación siguió el camino de la música, realizando estudios de piano y violín, éste último de la mano de su maestro Ángel Villoslada. Se caracterizó por una gracia espontánea que le hacía ser agradable con todo el mundo, teniendo amistades con personalidades destacadas del ámbito cultural cordobés como Ricardo de Montis, Ricardo Velázquez Bosco, Ana M.ª Vicent Zaragoza...
Rafael Castejón dijo de ella: Angelita Romero de Torres era una llama viva del espíritu. Era una exaltación del espíritu de Córdoba hacia las más sublimes rutas del lirismo, de la emoción cordial y afectuosa...Era una mujer fina y delicada, era graciosa y fina. Siempre tenía un elogio para cada persona. La hicimos académica a edad avanzada y recordamos como verdadera revelación su discurso de presentación. Ella estaba entre los adoradores de las glorias de Córdoba. Como ejemplo puedo contar que el día de los Santos llevaba flores a la tumba de los Céspedes. Angelita era una persona digna de adoración de todos los cordobeses.
Pese a su natural sencillez que le hacía ocultar sus propios méritos, éstos le serían reconocidos al ser nombrada en el año 1945 miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba por su labor cultural y artística, su notable contribución a la difusión de las obras de su hermano Julio y su intervención en la defensa del patrimonio histórico - artístico de Córdoba, junto a su hermano Enrique, con quien colaboró también en la gestión de este Museo de Bellas Artes de Córdoba y del Museo Julio Romero de Torres. Pero donde se realizó Angelita fue en el acondicionamiento del patio de la casa familiar, un patio que mantiene la idiosincrasia de los patios cordobeses. Mimado y cuidado por ella, alcanzaría su aspecto actual en la década de los años 20 del pasado siglo, época de esplendor de la familia Romero de Torres, cuando éste quedó definitivamente convertido en un Jardín Arqueológico en el que se hacían tertulias poéticas, siendo muy visitado por destacadas personalidades de la época.
Hoy día entrar en este espacio es adentrarse en la obra inmortal de Julio, en el patrimonio arqueológico de Enrique, en el esplendor del patio de Angelita, ganador del Concurso de Crisantemos Cortados, celebrado en Madrid en 1916. Es lo que se deduce de la famosa frase de Margarita Nelken: y después de la del padre, que inició el rumbo de la dinastía, son tres las obras de los Romero de Torres: La pintura de Julio, el Museo de Enrique y el patio de Angelita.
El famoso periodista cordobés de su tiempo Ricardo de Montis Romero (Córdoba, 1871 - 1941), en su libro titulado Medallones cordobeses, publicado en la Imprenta del Diario Córdoba en 1931, incluyó nada menos que treinta sonetos dedicados a Angelita bajo el epígrafe El poema de tu jardín. De ellos entresacamos el siguiente:
Por una extraña vanidad cegado
el crisantemo, en tu jardín, un día,
quiso que le rindiera pleitesía
desde la rosa hasta el insecto alado.
Más flor sin el aroma delicado
que es de la flor el alma y la poesía
donde flota tu alma no podía
imponer mucho tiempo su reinado.
De su corola gigantesca el peso
rindió al fin; del aura al casto beso
sus pétalos rodaron cual pavesas,
y en una tarde del Otoño frío,
perdió el cetro y con él su poderío
en tu jardín de flores cordobesas.
Su última intervención pública fue en los actos conmemorativos del centenario de la Escuela de Bellas Artes fundada por su padre en 1866, recibiendo en 1969 el premio Zahira de Oro como tributo de la ciudad a toda una dinastía de artistas.
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