Descripción de la Exposición
Hay algo de ironía triste, tal vez, en el hecho de que los acercamientos más innovadores y potentes a una superación de la cosmovisión antropocéntrica coincidan precisamente con el momento en que la presencia de la humanidad sobre la tierra ha dejado una impronta tan fuerte - indeleble - que hemos empezado a hablar de una nueva época geológica, el Antropoceno. Por descontado que ya ha habido intentos históricos de acabar con el ‘excepcionalismo humano’, promovidos por algunos de los pensadores románticos o también por los valedores de la deep ecology en auge durante las últimas décadas del siglo pasado. Pero ha sido sólo con la eclosión de las recientes propuestas rompedoras, como la ontología orientada a objetos (OOO), las ‘ontologías planas’ o la corriente del antiespecismo, que parece que estamos dispuestos a aceptar.
Este es el espíritu que motiva y alienta la exposición ANCHOVYCENTRISM, el último proyecto de la pareja artística Kitazu&Gómez, en la que sustituyen la perspectiva humana - ¿quién lo iba a decir? - por la de la anchoa. En la muestra se aprecian dos ámbitos temáticos principales: por un lado, los tiernos micromundos que evocan sobre lienzos blancos, pequeños recortes de un universo en miniatura, y por el otro, sus flamantes trabajos inspirados en la técnica ancestral del esgrafiado. El punto de unión entre estas dos vertientes lo encontramos, precisamente, en la alegre presencia de sus anchoas, que no pierden ninguna ocasión para jugar, disfrutar y explorar los entornos que les regalan sus dos creadores.
En los trabajos de Megumi y Jesús, la presencia del ser humano se reduce así a un mero trasfondo. El esgrafiado - plasmado con delicioso verismo, tan detallado que cuesta distinguir el lienzo de una piedra - se convierte en una suerte de parque de aventuras para sus pequeños habitantes, antes paisaje natural que artefacto humano. Lo mismo sucede también con los cuerpos de los dos artistas: por momentos se tornan visibles, claro que sí, pero siempre se contemplan muy de cerca, desde ángulos extraños, desde los tiernos ojitos de la anchoa y sus amigos.
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John Ruskin no suele considerarse un experto en materia de anchoas, pero el gran erudito británico no sólo fue un ecologista avant la lettre, sino también, al parecer, un buen conocedor de las alegrías de la vida marina. En su breve escrito sobre la «virtud de la moderación» (perfectamente insertado, como ven, en el horizonte de la época victoriana), emplea la imagen del pez - y no, como tantos otros, la del pájaro - para hablar de su idea de libertad total:
No human being, however great, or powerful, was ever so free as a fish. There is always something that he must or must not do; while the fish may do whatever he likes.
Nunca sabremos, desde luego, lo que Ruskin - gran amante de las artes y artista también él mismo - hubiera opinado de la espléndida muestra de Kitazu&Gómez en la Galería Blanca Soto. Sí que resulta evidente que tuvo toda la razón: la libertad del pez es infinita, y la obra de Megumi y Jesús es la mejor prueba de ello.
Marius Christian Bomholt
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España