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Ana Vieira. El hogar y la huida

Exposición / Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma / Pl. Porta de Santa Catalina, 10 / Palma, Baleares, España
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Cuándo:
21 feb de 2020 - 30 ago de 2020

Inauguración:
20 feb de 2020 / 19:00

Comisariada por:
Imma Prieto Carrillo

Organizada por:
Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma

Artistas participantes:
Ana Vieira
Etiquetas
Fotografía  Fotografía en Baleares  Instalación  Instalación en Baleares  Video arte  Video arte en Baleares 

       


Descripción de la Exposición

«ANA VIEIRA. El hogar y la huida» es la primera exposición individual a nivel internacional de la artista portuguesa (Coïmbra, 1940 – Lisboa, 2016) fuera de su país natal. A través de un conjunto de obras de diferentes formatos (fotografía, instalación, vídeo…) establece un diálogo con el espacio doméstico y el tejido social, reflexión que lleva a cabo, en algunos casos, a través de una metáfora con el propio lenguaje artístico. La arquitectura se desvela como estructura desde la que plantear cuestiones que abarcan desde la situación de la mujer en el hogar al debilitamiento del entramado social a raíz de la crisis financiera de 2007-2008. La muestra analiza los diferentes modos mediante los que Ana Vieira profundiza en la observación de las relaciones entre, por un lado, los seres humanos y, por otro, los objetos y espacios con los que conviven. Su obra establece una dialéctica entre lo visible y lo invisible, entre lo exterior y lo interior o, incluso, entre la pausa o el movimiento. Simultáneamente, su trabajo interroga la fragilidad de lo que denominamos políticas de lo doméstico. La mirada y la presencia del espectador se ven modificadas por el desafío que emerge de su trabajo. Es el espectador quién decide qué ver o qué no. Así mismo, sus intereses se han vinculado a una necesidad de transgresión de límites constante, tanto a un nivel semántico como espacial. Desde la década de los sesenta desarrolla un conjunto de propuestas por las que paulatinamente va introduciendo nuevos retos: el marco o soporte, el objeto, el perímetro, el volumen, la invisibilidad y el movimiento. El visitante transita a través de recorridos físicos y mentales, transformando su óptica y su relación con la obra y el espacio. El proyecto invita a reflexionar sobre cómo la artista, desde sus inicios y utilizando lenguajes y soportes diversos, plantea una serie de procedimientos que nos sitúan en el umbral y nos aproximan a una transgresión del mismo. Sus marcos de acción aluden al diálogo entre la persona y el espacio, sea éste artístico, arquitectónico o social. Su objetivo es el de mostrar los mecanismos que delimitan nuestra cotidianeidad, es decir, dar visibilidad a la relación del sujeto y su contexto. --------------------------------------- Huida… Un futuro por venir Por Imma Prieto Una silueta femenina se busca en el espejo, una silueta de perfil, central y geométrica, construida a partir de retazos, papeles de seda y fragmentos que adoptan diversas tonalidades de azul. Un azul que irá regresando a los distintos soportes mediante los que Ana Vieira (Coímbra, 1940 – Lisboa, 2016) llevará a cabo algunas de sus investigaciones. Si nos detenemos en este pequeño collage de 1963, no es de forma gratuita. De algún modo, en él hallamos diferentes elementos que nos permitirán introducirnos en algunos de los intereses que acompañarán toda su carrera. Ya en estos trabajos de la década de los sesenta encontramos un claro interés por la relación que establece el sujeto con el espacio doméstico, sobre todo la mujer, y con la visibilidad. Con aquello que podemos o no podemos ver. ¿Qué nos devuelve un espejo? Vieira invita al espectador a que entre en el juego dialéctico que propone con A Senhora M.M.T.S. (1967), de nuevo una silueta femenina, un espejo, pero ahora este último es real y espera el reflejo del visitante. A su vez, los fragmentos bidimensionales iniciales se hacen corpóreos y salen a nuestro encuentro. Su necesidad de explorar los soportes artísticos en relación con los marcos la conducen a una apertura espacial de los límites físicos. Capas espaciales, señaladas mediante la madera, recogen una sobreexposición: una silueta masculina en azul y la silueta femenina en espejo dentro de la primera. Curioso que ese mismo azul ocupe la totalidad del cuerpo que será impreso en la escalera A Passagem da Senhora M.L.T. (1967). Puede ser que la artista, a modo de vía de ascensión hacia la libertad, impregne ese cuerpo azul hacia un espacio desconocido y proyectado, deseado. El conjunto de serigrafías realizadas entre 1973 y 1976, así como algunas fotografías intervenidas (1973-1978), nos introducen en una reflexión en torno a lo doméstico, a esas tareas cotidianas asociadas a la mujer y a las responsabilidades que esta adquiere para facilitar el funcionamiento de la familia, ¿es algo sencillo? Un plato, unos cubiertos, esa intimidad diaria y necesaria. Poner la mesa para que todos los comensales sigan satisfechos. Vieira introduce elementos, pero también incluye anhelos, proyecciones de futuro. Un tren, un barco, un camino, signos que implementan la voluntad de encontrar otros modos de vivir. El azul enmarca el futuro y se asocia a la libertad, desde un mar a un cielo. De forma paulatina, la casa revienta, se escudriña y muestra sus vísceras. Hay que salir fuera, hacia el exterior. Así extralimita los límites entre lo privado y lo público y nos acerca a la posibilidad de otra realidad. Fotografías en blanco y negro se tiñen de azul a partir de la incursión de algunos objetos y estructuras que forman parte de una identidad privada. Una escalera, un reloj de pared, una silla. De todos, sorprenden dos: el reflejo de una mujer proyectada en una ventana. Es literal, esa silueta femenina, no sabemos si es objeto, como esos muebles, o reflejo de ese proyector dibujado en la escalera. Y cortinas, cortinas que insinúan dos de las constantes que empezarán a ocupar sus referencias: el movimiento y la visibilidad. Mediante la instalación Ocultaçao/Desocultaçao (1978-2010) su gesto se resuelve de un modo directo. Marca los límites arquitectónicos del hogar con los materiales de construcción habituales, es decir, ladrillos. El giro definitorio pasa por la inclusión del lenguaje, mediante el que no deja opción a duda. Ana Vieira señala y escribe todo aquello que le gustaría llevar a cabo, sorprende que se incluya, incluso, ‘respirar’. Entre 2004 y 2008 realiza un trabajo que forma parte de un devenir natural en relación con el cuerpo, con lo corpóreo. Si hasta ahora nos ha ido introduciendo en sus reflexiones mediante guiños y sugerencias sutiles, ahora nos obliga a formar parte de todo ello. Nuestros cuerpos han de moverse alrededor de la obra, tocar espacio o, más bien, rozarlo (es interesante resaltar la sutileza no exenta de cierta seducción), así como de los materiales. Con la serie «Close-Up» (2004) reagrupa algunos de sus intereses, con un énfasis especial en la observación de lo interno. Profundiza en la observación de las relaciones entre, por un lado, los seres humanos y, por otro, los objetos y espacios con los que conviven. Su obra establece una dialéctica entre lo visible y lo invisible, entre lo exterior y lo interior o, incluso, entre la pausa o el movimiento. Simultáneamente, su trabajo interroga la fragilidad de lo que denominamos políticas de lo doméstico. El juego y la seducción que alberga todo aquello relacionado con la visibilidad vuelve a hacerse patente en la obra Atravessar o Visível (2008); palabras reducidas a la mínima expresión se esconden tras el blanco de la página. A modo de voyeur, el visitante examina y busca su lectura acercándose a la obra, al papel y al blanco teñido de insignias. La mirada y la presencia del espectador se ven modificadas por el desafío que emerge de su trabajo. Es el espectador quién decide qué ver o qué no. Así mismo, sus intereses se han vinculado a una necesidad de transgresión de límites constante, tanto a nivel semántico como espacial. Desde la década de los sesenta desarrolla un conjunto de propuestas por las que paulatinamente va introduciendo nuevos retos: el marco o soporte, el objeto, el perímetro, el volumen, la invisibilidad y el movimiento. El visitante transita a través de recorridos físicos y mentales, transformando su óptica y su relación con la obra y el espacio. Su reflexión en torno al hogar, atravesada por una multiplicidad de significados y significantes, se ve ampliada a partir del momento en que introduce intereses y problemáticas sociopolíticas. El gesto de salir fuera no es sencillo ni simple. Una vez que el hogar se abre al exterior, ¿qué encontramos? ¿qué nos deparan la calle y la plaza? Ana Vieira establece un diálogo con el espacio doméstico y el tejido social, reflexión que lleva a cabo, en algunos casos, a través de una metáfora con el propio lenguaje artístico. La arquitectura se desvela como estructura desde la que plantear cuestiones que abarcan desde la situación de la mujer en el hogar al debilitamiento del entramado social a raíz de la crisis financiera de 2007-2008. Este hecho la llevará a pensar en esa expulsión a la que se ve sometida toda persona. A lo largo de 2014 realizará distintas piezas que representan un punto de inflexión importante. Los objetos que acompañan la casa, aquellos que habían ido más allá del límite del hogar, se someten a una intervención drástica. Vieira los abre, como si con bisturí fuese, y nos muestra su interior. Objetos que arremeten contra la situación de la ciudadanía. Como si lo más íntimo y personal, quizás una esencia, quisiese abandonar toda forma y buscar un nuevo cuerpo que habitar. Entre la instalación Sala de espera- Os móveis a afirmarem a sua inutilidade y la serie fotográfica «Os móveis a fugirem do seu desígnio», la artista declara su indignación. En la primera obra encontramos una sala de espera vacía, esa que alberga todo comedor. Sillas, una mesa, un perchero, sillas que se mezclan con los muros, que empiezan a perder su identidad y deambulan entre el color de la madera y el blanco de las paredes. De entre todos los muebles, una silla parece elevarse y fundirse por completo. El vacío remueve conciencias; no son pocas las horas que muchas mujeres habrán permanecido a la espera en su propio hogar, sin otro diálogo que el del silencio de los objetos. Esos mismos objetos que ante una crisis generalizada se resuelven inútiles. La instalación crea una pausa importante en el espacio, congela el tiempo y nos recuerda a múltiples pasajes descritos en los textos de Kafka o Brecht: ¿qué esperamos? Mediante la serie fotográfica, en cambio, se desvela la correspondencia entre las personas y las instituciones; a través de sus fotografías, designa el hartazgo. De nuevo, vísceras y rebelión, pero, también, cicatrices y heridas. El proyecto invita a reflexionar sobre cómo la artista, desde sus inicios y utilizando lenguajes y soportes diversos, plantea una serie de procedimientos que nos sitúan en el umbral y nos aproximan a una transgresión de este. Sus marcos de acción aluden al diálogo entre la persona y el espacio. Su objetivo es mostrar los mecanismos que delimitan nuestra cotidianeidad, es decir, dar visibilidad a la relación del sujeto y su contexto. Su trayectoria, a lo largo de más de cincuenta años, se erige como una de las más sólidas y audaces a la hora de pensar en correlaciones y responsabilidades. Vieira, con una magistral sutileza, vehicula arquitectura y lenguaje artístico para establecer nuevos modos de pensar la situación en la que viven millones de seres humanos en todo el mundo, especialmente mujeres. No solo por ser las responsables de la organización de la mayoría de los hogares, sino por ocupar un lugar de fragilidad superior en los momentos en los que el sistema que, en teoría, nos mantiene, fracasa. Uno de sus últimos trabajos deviene metáfora de todo ello. O desenho da menina a fugir do seu suporte introduce el lenguaje audiovisual por vez primera y, con una sencillez deslumbrante, sintetiza y redefine: la silueta de una mujer que huye, que escapa de su estructura, esta vez, artística, arquitectónica y social. Escribir acerca de Ana Vieira es apelar también a la nostalgia, a la soledad con la que conviven y han convivido esas generaciones de mujeres que habitan hogares sin más compañía que los objetos. Mujeres que construyen identidad individual y colectiva sin ser reconocidas. Su obra, en este sentido, es un homenaje. Incalculables instantes se agrupan no solo en la ejecución de cada uno sus trabajos, sino en todo aquello que vienen a significar. Esa soledad, como ella nos recuerda en una de sus últimas declaraciones en 2014, se traduce también en abandono social. En la desidia con la que los poderes económicos gestionan la vida de los ciudadanos. Salir, huir, escapar, correr. Como las muchachas que habitan los muros y desaparecen tras ellos.


Imágenes de la Exposición
Ana Vieira, El paso de la señora M.L.T., 1967-2007. Madera y tinta acrílica, 80x74x116 cm. Colección Ana Vieira State © de la obra de arte, Ana Vieira State, 2020. Fotografía: Frederico Brizida — Cortesía de Es Baluard Museu

Entrada actualizada el el 21 jul de 2020

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