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El visitante se encuentra en primer término con la película de Tacita Dean "Gellert" (1998), una película en 16 mm de ritmo pausado que remite al deseo de evadirse y olvidarse del mundo exterior. Frente a ella, la instalación de Bill Viola "Hall of Whispers" (1995) recuerda lo difícil que resulta en ocasiones la comunicación, el hacerse oír y entender. La realidad se torna más dura con las pinturas de Simeón Sáiz Ruiz, "Matanza en Racak" (2002), la frialdad con que se recibe la muerte a través de la televisión, y de Guillermo Kuitca, "Sin título" (1991), la ciudad como lugar de sufrimiento y soledad.

La instalación de vídeo de Doug Aitken, "Interiors" (2002), parece aludir a la confusión de mensajes en los medios de comunicación, mientras que, a continuación, las dos obras de El Perro, la escultura "Memorial" (2005) y la fotografía "Skating Irak" (2005), hacen una explícita denuncia, cargada de ironía, de la humillación del enemigo. Eija-Lhisa Ahtila presenta en la instalación de vídeo "Consolation service" (1999) hace referencia al en ocasiones difícil mundo de las relaciones personales y de pareja, mientras que un por más adelante Antoni Abad, con el vídeo de proyección cenital "Últimos deseos" (1995) expone sobre la cabeza del espectador el difícil equilibrio de la vida, en la que no hay red de seguridad. En contraposición, la instalación de vídeo de Montserrat Soto "Vídeo viento 1, 2, 3" (2003) introduce al espectador en un refugio desde el que aprecia la fuerza de la tempestad en el exterior.

Por su parte, Elena del Rivero convierte su mundo interior en una experiencia visual a través en "300 letters to the Mother" (1995), una instalación integrada por 300 cartas dirigidas a la figura de la madre, bordadas y cosidas junto con dibujos y collages. Después, "Para la mente" (1992), de Eva Lootz, abre múltiples interrogantes sobre la condición femenina. Txomin Badiola, con "SOS. E3 Servidumbre de la vida y el carácter de las sombras" (2001), parece lanzar un mensaje de socorro, mientras que Stephen Dean, "Volta (Bandeira)" (2003) traslada su fascinación por el color y los rituales de la vida a un campo de fútbol, Maracaná, en una suerte de "performance" colectiva.

Andreas Slominski revela con "Sin título" (1994), la recreación de una bicicleta de un indigente cargado de bolsas y objetos, una visión fatalista de la subsistencia en la ciudad; Francisco Ruiz de Infante introduce al espectador, en "Las armas y los cuidados" (1992), en una atmósfera inquietante, de un blanco quirúrgico con un turbador juego de luces y sombras. Enfrente, María Ribot ofrece su "Despliegue" (2001), instalación de vídeo en la que el espectador es testigo de un acto tan íntimo como el de crear. La exposición concluye con la instalación de Leopoldo Ferrán y Agustina Otero "Volad, volad malditos, que si no os cogiere yo, os cogiera el diablo" (2000), una escena surreal en la que varios libros abiertos y suspendidos sobre el suelo parecen crear una extraña bandada de pájaros; y con la instalación de vídeo de Eulalia Valdosera titulada "Habitación" (1996), en la que los personajes, incluido el propio espectador, son reducidos a sombras anónimas cuyas acciones cotidianas están presididas por la incomunicación y la monotonía.