Descripción de la Exposición La pintura de hoy se ocupa de muchas tareas. La de Manuel Olmo Hoyo es, al igual que otros muchos artistas de su generación, una suerte de ritual que tiene el propósito, por encima de cualquier otra idea, de construir otra nueva 'imagen'. Por otra parte, desde la aparición de la fotografía como vehículo que nos informa de la realidad, comenzaremos a ver como paulatinamente la pintura se libera de esta tarea desplazándola más rápidamente hacia un terreno más subjetivo y de exploración del lenguaje. La pintura, consecuentemente, pasará a ser un dispositivo de cuestionamiento sobre la realidad y por lo tanto de todo lo que ocurre entre ella y la pintura. Primero en las diferencias desde la experimentación y segundo, como vehículo posible de conocimiento frente al mundo. Estas dos aseveraciones que son un lugar común en el devenir de la pintura desde los años noventa junto a la cita nos sitúan en el un punto de partida que nos permite entender la idea que soporta el trabajo de Olmo Hoyo. De la duración de la pintura. Cuando la cámara fotográfica retiene un instante, en realidad se intenta captar el lado escondido de lo visible. Son imágenes existentes que quieren capturar la imagen que refleja la realidad, que por otra parte no son nunca la imagen de lo real, sino la mirada transversal de esta, el instante de un presente que flota en la memoria. Así nos damos cuenta que al convertirlas en pintura se tornan densas siendo el resultado de una manera tensa de aprehender la realidad. Las imágenes de los cuadros de Manuel Olmo Hoyo se toman en un instante, pero cobran forma tras ser perseguidas lentamente. Se caracterizan precisamente por que tienen su propio tiempo. Hay instantes vividos como instantes decisivos, como algo que vendrá. De todas formas, la duración de la pintura frente al carácter efímero del mundo de las imágenes no es tan opuesto y nítido. Y no obstante la naturaleza de la pintura va a seguir siendo distinta y privilegiada frente al mundo de las imágenes, tanto en cuanto la cultura sancione un espacio para el arte. De los valores de la pintura. La obra de Manuel Olmo Hoyo está dotada de un conjunto de valores que difuminan una realidad, suspenden el significado y al mismo tiempo nos desvela la trama de su realización. No se trata de imitar las fotografías sino de reconstruir las imágenes y de volverlas a hacer. Podríamos hablar de las reducciones tonales y de la búsqueda de una sensualidad en sus veladuras. De la simplificación a contornos y líneas de las imágenes, pero son otras razones más poderosas las que nos parece que merecen la pena revisar. Para empezar una fotografía tomada del ámbito cotidiano define un instante no exento de una cierta narratividad, alterándola para que no sea significante por sí, sino gracias al nuevo contexto en el que aparecerá. Se trata de pedir otras cosas a la imagen o trabajarla de otro modo para que aborde contenidos inabarcables por la imagen convencional. Se trata de producir una obra más abierta -como lo son las sensaciones- conscientes de que la imagen pintura no compite con otros modos de imagen: el cine, la publicidad, la televisión y por que su consumo requiere de otro tiempo distinto. Se manipula la imagen en cuanto a su contenido, definición y color. Para alejarla de la imagen original. Para despojarla de cualquier anécdota, descontextualizarla para convertirla en algo parecido a un emblema, o cliché. Intentado unificar una apariencia, crear una continuidad manipulando las formas y simplificándolas. Al comenzar a pintar se producen dos consecuencias inmediatas: la ampliación de la escala de la imagen modelo y el delicado proceso de humanización de la imagen, consciente de que en este momento, la manualidad otorga a la imagen unos valores que la imagen fotográfica no posee. Despacio y de un modo minucioso, reflexionando el valor espacial y psicológico de la línea y del color, se pinta la imagen. Profundizando aún más en el proceso, el modo aparentemente frío de repetir la imagen nos lleva a un punto de la representación en el que aparentemente aparecen pocos valores de la pintura. Ya hemos dicho que en el ejercicio de transposición en su ejecución es donde se produce un ajuste final y real de Humanización. La pintura es una práctica tradicional que se muestra de modo tradicional, pero a la vez se interroga sobre el modo de exponerse, sobre el modo de ser esa imagen y sobre el modo de mirar todo ello. La escala es para la pintura la posibilidad de extensión al espacio físico y que pueda ser percibido por el espectador como un objeto con el que dialoga visual y espacialmente. Las imágenes son transportadas de manera mecánica. La escala de los objetos representados, generalmente no tiene nada que ver con su escala real, son ampliadas. La materia pictórica no es un problema, sino el color y la organización de este. La operación pictórica se reduce a trasladar a la superficie la imagen sin preocuparse ni de la textura, ni de la pincelada. En todo caso, la pincelada que es muy poco evidente se adscribe a reproducir el material gráfico, se supedita a la forma y al esquema general. Las imágenes son construidas por una pincelada que queda oculta. Las herramientas son el proyector, los rotuladores y los pinceles muy blandos. El material es el óleo sin textura... plano. Elementos voluntarios y modos de trabajar puestos al servicio de la construcción de una nueva imagen. La resolución tiene que alcanzar un nivel de nitidez que arrastre las cualidades de la huella de lo fotográfico. Contra todo este orden, aparece lo que queda fuera de la operación consciente. Lo involuntario trae un tipo de imágenes en las que la técnica y el proceso desde su propia actitud hacen que hablen los materiales y la materia, por que solamente así, la obra puede penetrar en el campo de la sensación compleja y combinada y superar la limitada comunicación de una imagen.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España