Encontrar a veces la entrada a la puerta de la percepción, es un trabajo arduo en la sociedad actual y los momentos que vivimos inundados de información que nos bombardea todos los minutos del día. Las sensaciones son parte de lo que observamos, desde la textura hasta el sonido, ese que en ocasiones oímos en los rincones más mudos o que nuestro cerebro construye para acompañar a nuestra expectación.

Quien se pierde en Alfa, abandona lo ya conocido para introducirse en un mundo nuevo, un nivel de código diferente. En el antiguo sistema de numeración griego llamaban alfa a la primera letra de su alfabeto que tenía como valor 1. El mismo valor que Aldous Huxley dio a los protagonistas de casta más alta en su novela “Un mundo feliz”, y que realizaban los trabajos que precisaban de mayor inteligencia. ... En este caso, unión de las matemáticas, el verso y el color, dan alfa como medida de comprensión.

Alfa es el principio de las cosas, el plano en liso en su máximo esplendor, construcción y levantamiento de una idea poética, el tiempo futuro, la limpieza en la forma, en los artículos y en el contenido. Donde el motivo principal y fondo profundo se adueñan de un misterio incomprendido. Un lugar nuevo donde se pierden los adornos y lo básico pasa a formar parte del paisaje, cada día más árido.

Alfa es una aventura que nos devuelve a nuestra existencia, donde los lunáticos e insomnes contemplan en silencio el satélite nocturno en su fase de gran esplendor.

Alfa es el futuro cercano, como decía Huxley “propicios días”.

Argüello es uno de los pintores destacados de la nueva figuración de los noventa. Su obra se caracteriza por una iconografía austera en la que destacan los elementos geométricos, los artefactos inverosímiles y las arquitecturas imposibles.